Estrenos online: crítica de «Madre Tierra» («Earth Mama»), de Savanah Leaf (Claro Video)
Este premiado film independiente retrata a una joven afroamericana que ha perdido la custodia de sus dos hijos mayores y está embarazada de un tercero. Disponible para alquilar en Claro Video.
Elegida entre las mejores películas del año por muchas publicaciones especializadas y destacados críticos, además de premiada en festivales y nominada por distintas asociaciones, EARTH MAMA es un retrato doloroso de una mujer embarazada que ha perdido la custodia de sus dos hijos –que están en un orfanato– y que está embarazada de un tercero, casi a punto de parir. Adaptada de un corto documental que la propia realizadora codirigió, la película no profundiza demasiado acerca de los motivos y las circunstancias que llevaron a Gia (Tia Nomore) a la situación en la que hoy vive, pero no es necesario. Uno puede entender, por sus cotidianas actividades y compromisos, de donde viene y hacia donde pretende ir. El problema es saber si será capaz de lograrlo. Y si el sistema la ayudará a hacerlo o solo le pondrá piedras en el camino.
Filmada en granulosos 16mm., MADRE TIERRA –tal es la traducción bastante literal y confusa de un título al que le sentaría mejor algo así como «Madre terrenal«, ya que nada se habla acá del planeta– es una película calma, cuyas tensiones son más internas que externas, al menos durante gran parte de su duración. Gia es una chica de 24 años, de pocas palabras y mirada triste. Dolida por las circunstancias que atraviesa pero tratando de hacer las cosas bien para recuperar la tenencia de sus pequeños hijos, Gia trabaja en una casa en la que se hacen retratos fotográficos familiares (esas fotos posadas de «familias perfectas» son un subrayado un tanto innecesario), ha dejado las drogas que parecen haber sido causantes de su situación actual y trata de no meterse en problemas.
Pero nada le es del todo fácil. Por más que va a reuniones de madres en igual situación y cumple con todos los controles requeridos, el estado apenas le permite breves (de una hora por semana) y supervisadas visitas con sus hijos. Allí, el varón, Trey, la abraza y extraña; pero Shaynah, la niña, parece enojada y la ignora, prefiriendo estar con una supervisora. A Gia la acompañan, alternativamente, dos personas: su amiga Trina (la rapera Doechii), que le habla de Dios y la aconseja a que se tome seriamente lo que le dicen jueces y trabajadoras sociales, pero a la vez se mete –y la puede meter– en problemas. Y por otro lado está Mel (Keta Price), otra amiga que la acompaña y sostiene, sin juzgarla.
Pero el problema que se volverá acuciante es su inminente parto y qué hacer con la criatura por nacer. Allí tiene un peso importante Carmen (Erika Alexander), una trabajadora social con la que se reúne y quien trata de convencerla de que lo entregue en lo que se llama «adopción abierta», o fuera del sistema, que le permitiría seguir en contacto con su hijo/a. Si bien es una situación rara, incómoda y difícil en muchos sentidos, Leaf no juzga a los personajes que participan en ese circuito –que involucra dinero–, incluyendo una amable familia que está interesada en recibir al futuro bebé. Es, entiende el film, una situación realista a la que te lleva un sistema que es bastante cruel con las madres con un pasado de adicción y sin demasiados recursos económicos. Y más si son afroamericanas.
EARTH MAMA no es, de todas maneras, un film sobre la adopción ni uno que pone el eje en el complicado sistema legal en el que Gia vive. Es un retrato calmo y generoso (con casi todos los personajes), sin jamás ser edulcorado, sobre la maternidad, uno que intenta pintar las dificultades que una mujer tiene para «reincorporarse» a la sociedad luego de haberse «caído» de ese mismo sistema. En algún sentido, lo que Gia termina sintiendo es que su única forma de sobrevivir es manejándose por fuera de él, con los riesgos que eso implica para la relación que pueda tener en el futuro con sus hijos. Y para su propia vida.
Si bien en su última media hora EARTH MAMA tomará un impulso dramático más fuerte –y Leaf probará usando elegantes planos secuencia, cortesía del DF Jody Lee Lipes–, por lo general se trata de un film reposado, casi contemplativo, que posee algunos apuntes oníricos pero que más que nada se maneja en función de primeros planos del rostro de la protagonista (que jamás actúa para la cámara) y también de objetos y detalles del mundo que la rodea. El pie de un bebé, un juguete, un anillo, una canción favorita para escuchar en el auto y un playa un tanto abandonada a la que va con Mel (la película transcurre en las afueras de San Francisco) son elementos centrales de la difícil cotidianeidad de una mujer que quiere «levantar cabeza» por su cuenta, pero que quizás necesite más fuerzas de las que dispone.