Series: crítica de «Fargo: Temporada 5 – Final», de Noah Hawley (OnDIRECTV)

Series: crítica de «Fargo: Temporada 5 – Final», de Noah Hawley (OnDIRECTV)

Juno Temple y Jon Hamm se ven las caras frente a frente en los episodios finales de la quinta temporada de la serie inspirada en la clásica película de los hermanos Coen. En On DIRECTV.

Violenta y con momentos extravagantes, aunque con mucho menos humor que otras ocasiones, el regreso de FARGO tiene un espíritu similar al que está teniendo la nueva temporada de TRUE DETECTIVE: tratar de acercarse más al original, al punto de partida del proyecto. En el caso de la serie de Noah Hawley, la búsqueda pasó por recapturar el espíritu de la película de 1996 de los hermanos Coen y también de su primera temporada, luego de desviarse mucho en la anterior. Solo que aquí, seguramente a partir de una temática que pone en primer plano la violencia de género, el espacio para las bromas fue bastante menor y fue desapareciendo con el correr de los episodios.

FARGO concluyó su quinta temporada con un bloque de episodios que pusieron el eje en el encuentro esperado y a la vez temido entre Dorothy Lyon (Juno Temple) y su ex marido, el violento y nacionalista Sheriff Roy Tillman (Jon Hamm), quien luego de una serie de fallidos intentos logra secuestrarla y llevarla hacia una cabañita alejada dentro de su rancho. Pero lo que promete ser una larga y tortuosa serie de maltratos se ve interrumpida por algo así como la llegada de «la caballería», ya que la suegra de Dorothy, Lorraine Lyon (Jennifer Jason Leigh) mueve sus piezas para que el FBI en pleno se presente a modo de ejército allí. Y por más que el sheriff junte a un grupete de supremacistas blancos para defender su tierra, rápidamente logran doblegarlos.

En medio del operativo, Dorothy escapa, Roy la encuentra, ella mata a su nueva esposa y lo hiere, pero en medio del caos el sheriff logra escaparse y termina topándose con el State Trooper Witt Farr (Lamorne Morris), a quien mata –en la que quizás sea la escena más dolorosa de toda la temporada– en uno de los túneles secretos que tiene. En paralelo, el bizarro Ole Munch (Sam Spruell) deja ciego a Gator (Joe Keery), el hijo del sheriff, quien termina delatando a su padre, lo que permite que el FBI lo encuentre y detenga. Al final de la temporada Tillman está en la cárcel, sabiendo que todos los demás presos han sido «comprados» por Lorraine para hacerle la vida imposible. Esto es: devolverle todos los actos de violencia que cometió con sus ex esposas.

Un año después, cuando la vida de Dorothy parece haber vuelto a la normalidad con su marido (David Rysdahl) y su hija, Munch reaparece a cumplir con lo que asume como una deuda: matarla. Y es allí donde se produce quizás la más encantadora y sensible escena de toda la temporada, una en la que la familia Lyon, con esa tierna y curiosa amabilidad tan propia de la zona, logran tras varios intentos convencer a este ogro sensible de bajar sus defensas, deponer las armas y entregarse a los placeres de unos buenos cookies hechos con leche, miel y, digamos, mucho amor.

Es una resolución más que satisfactoria para una temporada entretenida, por momentos bastante dura (el episodio 8, especialmente) y en otros tomando algunos riesgos (un episodio completamente onírico, la historia de origen de Munch) que estuvieron bien resueltos. Algunos personajes perdieron peso en el camino (como la policía Indira Olmstead, interpretada por Richa Moorjani, y su tontuelo marido), mientras que otros (como Farr o Gator) lo recuperaron sobre el final. Pero en lo fundamental toda la temporada estuvo centrada en la prometida colisión entre Dorothy y Roy –o entre Temple y Hamm–, ambos creíbles interpretando a personajes con dos caras y una inesperada tolerancia al dolor físico.

De todo el universo de los hermanos Coen que cada temporada de la serie parece homenajear –más allá, repito, de la película original–, en este caso las referencias más evidentes estuvieron ligadas a SIN LUGAR PARA LOS DEBILES, película con varios personajes (y algunos peinados, ver foto acá arriba) muy similares a los de esta temporada, aunque con destinos bastante diferentes. En ese sentido Hawley muestra tener un costado menos cínico y amargo que los Coen, cuyo cine siempre estuvo al borde de la crueldad innecesaria. Aquí, en especial a partir de la forma en la que los conflictos se resuelven, surge una sensibilidad más humanista y una concepción de la justicia más amable, casi «navideña» en espíritu pero desprovista de ironía.

Si se le quita las peculiaridades ligadas a la locación, al contexto político y a la propia lógica ligeramente absurda de todo el proyecto, esta temporada de FARGO cuenta una historia de violencia de género, de un ex marido violento que quiere encontrar y vengarse de la esposa que lo abandonó, y de una mujer que hará lo imposible para evitarlo, sacando fuerzas y talentos que a simple vista no parece tener. Es que Dorothy (y Temple) puede tener aspecto de amable ama de casa del medio-oeste norteamericano pero, como dice el propio Munch, en el fondo es un tigre que al verse amenazado responde brutalmente. Eso sí, al final del día es capaz de volver a su más amable y campechana sonrisa para preparar los bizcochos más ricos del mundo.