Berlinale 2024: crítica de «Memorias de un cuerpo que arde», de Antonella Sudasassi Furniss (Panorama)

Berlinale 2024: crítica de «Memorias de un cuerpo que arde», de Antonella Sudasassi Furniss (Panorama)

por - cine, Críticas, Festivales
20 Feb, 2024 12:52 | Sin comentarios

Las complicadas experiencias de vida de tres mujeres que rondan los 70 años son reconstruidas en este film costarricense que mezcla documental y ficción. En Panorama.

La ingeniosa y compleja estructura formal de MEMORIAS DE UN CUERPO QUE ARDE, la nueva película de la realizadora costarricense de EL DESPERTAR DE LAS HORMIGAS, enlaza la vida de tres mujeres en una sola historia, mezclando documental, ficción y reconstrucción de una manera original y bastante fluida. Es una historia acerca de una generación de mujeres de ese país que, en cierto modo, representan a muchas otras más con seguramente similares experiencias.

En sus cimientos, la película es un documental. Lo que la sostiene son los testimonios dados por tres mujeres que rondan los 70 años y que recuerdan sus respectivas vidas. Las palabras de Ana, de 68 años; Patricia, de 69 y Mayela, de 71, se entrecruzan a lo largo del relato de una forma tal que terminan dando cuerpo a una sola mujer, con experiencias que pueden tener sus diferencias pero que son parecidas en lo fundamental. El «problema» es que ninguna de las tres quiere ser filmada ya que, por lo que cuentan, prefieren mantenerse anónimas. Lo que hace la realizadora entonces es reconstruir con actores eso que ellas narran.

Lo que puede dar lugar a confusión –ya que está armado de un modo más temático que específico o cronológico– tiene que ver con que la realizadora «ficcionaliza» las tres historias como una sola, eligiendo una actriz (en realidad varias, en las distintas etapas de su vida) en representación de las tres mujeres que dan su testimonio. Las historias que las mujeres tienen para contar bien pueden intercambiarse e incluyen una educación religiosa, un mandato de dedicar su vida a ser madre y esposa, un quiebre personal con sus respectivas parejas (violencia de género, violaciones, agresiones verbales) y una suerte de renacimiento en su etapa actual.

Las historias que las actrices encarnan, mientras de fondo por lo general escuchamos los testimonios, tienen como eje común la sexualidad, algo de lo que no se hablaba cuando eran niñas, que fue «enseñada» de una manera muy conservadora tanto por las madres como en las escuelas religiosas y que fue en general despreciada o desatendida por sus maridos. Al hablar con simpática picardía del tema, las mujeres dejan en claro que han tenido que, literalmente, arreglarse solas en ese (y otros) asuntos ligados a lo sexual. Y que recién lo están empezando a disfrutar a pleno de grandes, ya sin esos violentos maridos a su alrededor.

Más allá de sus juegos formales, quizás no sea una película de demasiados descubrimientos temáticos. Se trata de un film de impronta feminista clásica, que no se aleja de asuntos conocidos ligados a la opresión a la mujer en las sociedades más conservadoras y patriarcales de América Latina, pero no por eso las experiencias narradas por estas tres mujeres como si fueran una sola dejan de ser relevantes. Conforman y constituyen la historia de varias generaciones de mujeres que fueron ninguneadas, usadas y abusadas a lo largo de décadas y que recién ahora sienten que pueden empezar a «confesar» sus verdaderos deseos. Nunca es tarde.