Estrenos: crítica de «Bob Marley: la leyenda» («Bob Marley: One Love»), de Reinaldo Marcus Green
Esta biografía del mítico músico y compositor jamaiquino de reggae se centra en tres años clave de su vida personal y profesional. Estreno: jueves 15 de febrero.
Hay muchas películas iniciadas, medio abandonadas o resumidas a lo largo de BOB MARLEY: LA LEYENDA. Un poco como sucede con los subtítulos de una página de Wikipedia, la biografía cinematográfica de la leyenda de la música jamaiquina procede como un repaso de distintos aspectos y momentos de su vida. Es algo habitual en el género biopic, pero a diferencia de la mayoría de ellos acá no hay un eje concreto ni una claridad narrativa. Se la siente como un armado raro, episódico, de momentos y situaciones de su vida, como si fueran seis o siete breves episodios de una serie que ameritaba mayor desarrollo.
Pero ese no es el principal inconveniente del film ya que, convengamos, muchas biopics tienen características y problemas similares. Lo que aplasta a la película es otra cosa: su literalidad, su didactismo, su falta de vuelo (en todos los sentidos menos en lo musical), su guión de manual lleno de discursos (más que comunicarse los personajes se informan unos a otros de cosas solo para que el espectador las entienda) y su imposibilidad de transmitir alguna emoción que sea comparable a las que generan sus impecables canciones.
Por los carteles que abren la película todo parece indicar que el eje principal será un momento concreto en la vida de Bob Marley, interpretado aquí de un modo muy respetuoso y bastante creíble por el británico Kingsley Ben-Adir (THE OA, SECRET INVASION). Ya convertido en una gran estrella en Jamaica, el músico organiza una especie de «Concierto para la paz» para tratar de tranquilizar las aguas en medio de un clima político complicado y violento en su país, clima cuyos detalles jamás quedan claros si uno no es experto en la historia de ese país.
El caos político involucra tensiones y un violento atentado a la mansión del músico y su extendida familia, lo que lleva a Bob a despachar a su familia (su esposa Rita y varios de sus muchos hijos, entre los que se cuentan los conocidos Ziggy y Stephen) a los Estados Unidos mientras él con sus músicos se van a Londres, donde grabarán un nuevo álbum («Exodus«) y serán partícipes del nacimiento del punk, movida con la que se relacionarán lateralmente.
De allí en adelante, BOB MARLEY: LA LEYENDA contará un poco la historia de la grabación de ese disco –dando detalles de las sesiones que luego se perderán en la nada– y se ocupará luego de la relación entre Bob y Rita (Lashana Lynch), a la que conoce desde que eran adolescentes, lo que origina algunos pocos flashbacks aquí y allá. En el medio habrá algunos apuntes sobre su relación con la religión rastafari (más flashbacks), otros sobre asuntos económicos, se volverá a su conexión con la situación de Jamaica y se llegará en un momento a la enfermedad que acabó con su vida en 1981, cuando apenas tenía 36 años y una gran carrera por delante.
La película es simplemente eso: escenas y momentos a lo largo de tres años de la vida de Marley sin un eje demasiado claro ni una continuidad que le de fuerza dramática alguna. Pasan cosas, nos enteramos de otras, hay buenos momentos, otros malos y todo se sucede sin generar propulsión narrativa alguna. A favor tiene que, al menos en lo actoral y musical, es una película correcta, prolija y aplicada. Más allá de algunos diálogos un tanto torpes, no hay demasiados momentos de vergüenza ajena ni nada parecido. Es tristemente anodina, desgraciada en el sentido más británico y menos jamaiquino de la palabra.
Como aquella película sobre Freddie Mercury y Queen –cuyo éxito derivó en esta larga serie de biopics musicales–, BOB MARLEY: ONE LOVE tiene a su favor una excelente banda sonora. Siendo una película «oficial» en la que participa toda su familia, se evitan zonas complicadas en lo personal pero se escuchan decenas de canciones. Y hasta los momentos de composición y grabación se sienten naturales, ya que están cantados en algunas ocasiones por sus hijos. Lo mejor que se puede hacer en estos casos es dejar pasar la película como muchas veces uno hace con los videoclips y dejarse llevar por la música. Todo lo que es gris en la película, es verde, rojo y amarillo en lo musical. Escuchándola, uno comprende la grandeza, la enormidad y la trascendencia de una figura como la de Marley. Viéndola, not so much.