Estrenos online: crítica de «El astronauta» («Spaceman»), de Johan Renck (Netflix)

Estrenos online: crítica de «El astronauta» («Spaceman»), de Johan Renck (Netflix)

Un astronauta que está hace meses en el espacio se topa en su nave con una extraña criatura arácnida con la que entabla una peculiar relación. Con Adam Sandler y Carey Mulligan. Estreno de Netflix: 1 de marzo.

En la década del ’50, en la llamada posguerra, los films de ciencia ficción tendían a hacer centro en los problemas sociales y políticos de su época. Clásicos como LA GUERRA DE LOS MUNDOS, CUANDO LOS MUNDOS CHOCAN o EL DIA QUE PARALIZARON LA TIERRA, por citar solo algunos, ponían su eje principal en los conflictos que atravesaban a las sociedades de su tiempo: la Guerra Fría, la relación de Estados Unidos y la Unión Soviética, y la explosión de la sociedad de consumo, entre otros asuntos. Decenas de otras modas pasaron con el correr de las décadas en el amplísimo género, pero hoy parece asentada una idea casi opuesta acerca de lo que un film de ciencia ficción puede decir acerca del mundo real. Algo completamente individualista, terapéutico y del orden de lo personal y lo familiar.

La tendencia viene de largo. En los años ’70 este modelo de ciencia ficción como terapia personal tuvo grandes ejemplares. Sin ir más lejos se podría mencionar a ENCUENTROS CERCANOS DEL TERCER TIPO o la propia E.T. en esa cadena, además de películas de otras nacionalidades como SOLARIS, de Andrei Tarkovski. Pero no era prevalente ni tenía necesariamente ese rimbombante costado new age que ha tomado a partir de éxitos como INTERESTELAR, LA LLEGADA, GRAVEDAD y AD ASTRA, por citar solo algunos ejemplares de esta idea de que viajar al espacio es muy parecido a pasarse unos meses en el diván de un psicólogo lidiando con la relación de un astronauta con su padre, con su mujer, con algún trauma de la infancia o con haber perdido la final de un Mundial por un gol en contra.

En el caso de EL ASTRONAUTA estamos ante un «psicólogo» muy particular. Algo así como una criatura con forma arácnida y que habla con la voz de Paul Dano y que, de algún modo (¿será real o el hombre estará enloqueciendo?), logra ingresar en la nave espacial de Jakub, un astronauta checo que está hace meses en medio de una larga misión buscando entender qué hay por detrás de una colorida nube de vaya a saber qué cosa que se ha posado sobre la Tierra. Pero el viaje es un problema menor. Lo que perturba a Jakub (interpretado por un Adam Sandler más calmo que nunca, a tono con la gravedad de la película) es la soledad que siente estando allí, una que está ligada además a la difícil relación que tiene con su esposa Lenka (Carey Mulligan), que está embarazada.

Hay otros problemas del pasado de Jakub que la película incorporará de manera muy secundaria –de hecho, podrían ser más interesantes que los que aquí se analizan–, pero lo principal pasa por este hombre que, estando lejos de todo y de todos, se da cuenta que quizás no ha vivido su vida como debería y que se arrepiente de cosas y se culpa de errores. La criatura arácnida a la que Jakub llama Hanuš (la historia del hombre que llevó ese nombre es un fascinante mito que se cuenta hasta hoy en la República Checa), metódica y calma cuan experimentado psicoanalista, va logrando de a poco destrabar el nudo en el que Jakub está metido. Todo, claro, en medio de potenciales peligros (no muchos) y maravillas visuales y coloridas del espacio exterior.

El sueco Renck, un experimentado realizador de series (CHERNOBYL la dirigió completa), publicidades y videos musicales –incluyendo el celebrado «Blackstar«, de David Bowie– entra de lleno en un universo que bien podría salir de la serie de canciones del «Duque Blanco» centradas en el famoso «Major Tom» (de «Space Oddity» a «Ashes to Ashes«), un tipo cada vez más solo y perdido en el espacio comunicándose con la sala de control «sentado en una lata muy por encima del mundo«. Pero no logra hacer mucho con eso más que darle un marco tecnológico para una trama un tanto sonambulesca que la música de Max Richter pretende volver épica, trama que solo parece cobrar vida cuando, en flashbacks, Mulligan le otorga algo de intensidad dramática a la alegórica propuesta.

Algunos de los temas que la película trabaja son interesantes y seguramente tocarán de cerca a personas que atraviesen o hayan atravesado circunstancias similares (ya verán cuáles son), pero formalmente la película no termina de «despegar» nunca y se queda en un largo limbo sin aparente salida. Por suerte no es lo suficientemente ridícula como para que uno se la tome en sorna (es que el combo Sandler y araña gigante da para un sketch humorístico), pero tampoco llega a ningún lado relevante. Es un tipo de rol raro para el actor, ya que en la mayoría de sus películas «serias» repite su usual energía algo maníaca. Aquí uno supone que le habrá fascinado la propuesta o bien le habrá caído simpático que la araña en cuestión lo llame todo el tiempo «flaquito».

Si bien se basa en una novela del escritor checo Jaroslav Kalfar titulada «Spaceman in Bohemia», salvo por algunos detalles que quedan en segundo plano (ligadas a la historia política bajo el comunismo y a la aparición de las corporaciones en ese país), la película perdió casi todo atisbo de personalidad propia, transformándose en un genérico y solemne film de formato, si se quiere, curativo. Y es una pena porque Renck es un cineasta que ha demostrado tener ideas visuales interesantes y, además, el elenco (que completan Isabella Rossellini y Lena Olin en roles mínimos) prometía. Pero si no hay un guión suficientemente creativo para salir de los lugares más comunes del subgénero es difícil que no se sienta como una sesión de terapia de casi dos horas. Aquella canción de Bowie lo resumía todo en una sola frase: «Tell my wife I love her very much«. El resto, sobra.