Estrenos online: crítica de «Freaknik: la fiesta más salvaje» («Freaknik: The Wildest Party Never Told»), de P. Frank Williams (Star+)

Estrenos online: crítica de «Freaknik: la fiesta más salvaje» («Freaknik: The Wildest Party Never Told»), de P. Frank Williams (Star+)

Este documental cuenta la historia de una fiesta que empezó como una suerte de «spring break» de las universidades afroamericanas de Atlanta y creció hasta convertirse en un hito… y en un problema.

La ciudad de Atlanta, capital del estado de Georgia, fue siempre central a la historia y a la vida de la comunidad afroamericana de los Estados Unidos. Y es, además, la que mayor proporción de universidades tiene con mayoría de estudiantes de color, toda una tradición con instituciones como Morehouse, Spelman, Clark y muchas otras. Lo que no tenía era un «spring break» propio. Todos hemos visto los clásicos viajes estudiantiles a la Florida, a Cancún o a algún otro lugar de vacaciones a descontrolar a lo largo de unos días. Pero si uno se fija en esas imágenes, casi todos son estudiantes blancos. Y FREAKNIK empezó como eso, aunque a través del tiempo se convirtió en otra cosa.

Este documental cuenta la evolución, el éxito y la caída en desgracia de la que llegó a ser la fiesta más grande de la cultura negra en los Estados Unidos, un evento que empezó pequeño en los años ’80, como reuniones de estudiantes de las citadas universidades, para convertirse en algo cada vez más masivo y descontrolado con la llegada de los ’90. Lo que cuenta este documental, con excelente material de archivo –ya que todo el mundo se la pasaba filmando lo que veía en las viejas camcorders de esa época– y entrevistas a casi todas las personas que los organizaron, estuvieron o actuaron en ese evento, es el crecimiento de Atlanta como polo cultural afroamericano en los últimos 40 años. Y los cambios que sufrió a lo largo de las décadas.

Freaknik, en sus años de gloria (fines de los ’80 y principios de los ’90) fue una fiesta callejera, que seguía en bares, boliches y hoteles de un sector de la ciudad, con conciertos al aire libre, fiestas privadas y un ánimo festivo pero relativamente bajo control, ya que la mayoría de los participantes eran de las universidades cercanas. Al crecer y volverse nacional, la fiesta pasó a convertirse en algo más peligroso y violento, descontrolado, justo en el mismo momento en el que la ciudad quería mostrarse con una buena imagen por la proximidad de los Juegos Olímpicos que se hicieron allí en 1996 y empezó a reprimir. De ahí en adelante, todo empeoró. Y los intentos de relanzar la fiesta en estos últimos años pueden haber sido más o menos exitosos, pero se los siente corporativos, con los visitantes más pendientes de sacarse fotos y mostrarlas en las redes que disfrutar del asunto.

El documental entrevista a muchos de los pioneros del hip-hop de Atlanta, que empezó a crecer durante esos años hasta transformarse en una de las movidas más vitales de todo el país, con artistas que empezaron a hacerse conocidos a partir de sonar en las fiestas y desde los autos que cruzaban el evento con sus parlantes a todo volumen. Artistas de entonces y de ahora (Dupri, Luke Campbell, Killer Mike, 21 Savage, Too $hort, CeeLo Green, Lil Jon, Erick Sermon y otros, faltan los miembros de OutKast) recuerdan sus experiencias o analizan las influencias de esa movida que cambió la cara de la ciudad, la recuperó como ícono cultural para los afroamericanos (modas, peinados, coches y por supuesto la música) y pasó a convertirse en central en la cultura del hip-hop mundial.

También es la historia de un fracaso –en un momento pasó a ser más un problema, con choques con la policía, abusos sexuales y crímenes, que una diversión–, a la vez que se convirtió para algunos en algo así como una «mancha» en una ciudad que se fue gentrificando con el correr de las décadas. Hoy, es más la nostalgia la que la trae de vuelta. Pero las formas corporativas que la fiesta tiene hoy no logran recapturar ese fenómeno orgánico que fue entre 1983 y 1995, cuando se convirtió en ese lugar en el que había que estar si se quería ver y ser visto. Hoy, aseguran hasta los entrevistados, los que van miran más sus teléfonos que lo que pasa a su alrededor.