Estrenos online: crítica de «Nuestro cuerpo» («Notre corps»), de Claire Simon (MUBI)

Estrenos online: crítica de «Nuestro cuerpo» («Notre corps»), de Claire Simon (MUBI)

Este documental observa el trabajo cotidiano del departamento de Ginecología de un hospital público de París, con sus consultas e intervenciones médicas. Estreno de MUBI.

A lo largo de seis décadas el realizador estadounidense Frederick Wiseman ha recorrido diversas instituciones esenciales de la sociedad y metido sus cámaras adentro, observando de manera neutral (también llamada “invisible” o “mosca en la pared”) lo que sucede en ellas: conversaciones, negociaciones, procedimientos internos, cuestiones públicas y privadas que nos permiten conocer cómo funcionan de museos a escuelas, de hospitales a restaurantes, de municipalidades a barrios y pequeñas ciudades. 

La cineasta francesa Claire Simon tiene un acercamiento parecido cuando hace documentales, aunque con algunas diferencias. Mientras que Wiseman desaparece detrás de la cámara y nunca es parte del relato, Simon se integra al mismo. Aquí por momentos narra lo que ve o cuenta sus intenciones al hacer el film, en otros su cámara se sacude dando a entender que es ella misma la que la conduce en un formato cercano al “diario personal”, pero en términos generales su búsqueda es muy similar.

En Nuestro cuerpo lo que la realizadora de Gare du Nord observa es la unidad ginecológica de un hospital público parisino. Allí, a lo largo de casi tres horas, veremos distintos casos ser tratados, analizados, conversados y operados por médicos y enfermeros del lugar (la gran mayoría, mujeres), mientras la cámara de Simon observa los hechos, como un familiar silencioso en una detallada consulta médica o un estudiante de medicina que observa algún tipo de intervención quirúrgica. Las historias que narra y los temas que cuenta son, muchas veces, fuertes y conmovedores. 

La película va separando su narración en asuntos específicos, empezando por chicas embarazadas que quieren abortar, jóvenes que están transicionando entre géneros y mujeres a punto de parir. Luego se pasará a casos más densos y personajes de mayor edad: enfermedades, malformaciones y cáncer serán los principales. Y, para la última parte, la propia directora se verá involucrada en una situación similar a las que observa con su cámara, volviéndola hacia sí misma. 

En el medio de todo eso, intercalados, estarán algunas de las intervenciones en sí, mostradas de un modo bastante directo, aunque no tanto como se lo hace en el documental De Humani Corporis Fabrica, también disponible en MUBI, que directamente sumergía la cámara en las vísceras de los pacientes. Aquí habrá operaciones para corregir malformaciones, algún otro tipo de invasivas intervenciones y, finalmente, algunos partos que alivianarán, un poco, la densidad y crudeza de lo que se muestra. 

Pero lo principal de Nuestro cuerpo pasa por el modo empático, amable y comprensivo con el que Simon se acerca al personal médico y a la relación que ellos y ellas mantienen con los pacientes, muchos de los cuales llegan con enfermedades serias y emocionalmente muy frágiles. Lo que atraviesa la cámara es la humanidad, el respeto y la contención que existe en esa relación, una en la que el paciente tiene que “entregarse” en cierto modo a las decisiones de médicos y equipo.

Sin decirlo en voz alta la película es una defensa del hospital público, de sus trabajadores y trabajadoras y de esa necesaria atención y cuidado al paciente, especialmente en tiempos en los que el Covid –la película fue filmada en la parte final de la pandemia y muchos están con barbijos– puso a todos en situaciones extremas y complicadas. Ahí aparece otra diferencia más con el cine de Wiseman: Simon no propone una mirada desapasionada y analítica de la institución en todos sus frentes y costados, sino que elige qué mirar y tiene un punto de vista bastante evidente. En una escena callejera hay una manifestación contra las autoridades del propio hospital en el que doctoras critican los abusos de parte de algunos médicos hombres y la manera en la que se niega y evita el tema.

De una forma inesperada la película subirá bastante la apuesta cuando involucre a la propia realizadora en una de estas consultas y chequeos, transformando a la observadora en observada (por sí misma) y transmitiendo en literal carne propia las sensaciones de estar en ese lugar poniendo toda su confianza en el equipo médico de un hospital público. La propia Simon dice que poniendo la cámara en ese departamento de Ginecología uno puede observar todas las etapas en la vida de una mujer, desde el nacimiento hasta la muerte. Y esa es la sensación con la que uno se queda tras ver Nuestro cuerpo: la de ver una lucha desigual contra la muerte que solo puede ser aplacada y contenida –como decía Blanche en Un tranvía llamado deseo– por la gentileza de extraños.


Nota publicada originalmente en La Agenda de Buenos Aires