Series: crítica de «Coppola: el representante», de Ariel Winograd (Star+)

Series: crítica de «Coppola: el representante», de Ariel Winograd (Star+)

En esta serie de seis episodios se cuentan distintas y excéntricas anécdotas de la vida de Guillermo Coppola, el manager de Diego Armando Maradona. Con Juan Minujín. Estreno: 15 de marzo en Star+.

Si uno busca en YouTube anécdotas de la vida de Guillermo Coppola se topará con varios videos en los cuales él mismo narra versiones de las historias que se escenifican en COPPOLA: EL REPRESENTANTE. Ese es, resumiendo, el creativo formato propuesto por esta serie, una que toma la inteligente decisión de dejar de lado cualquier registro biográfico convencional para centrarse en lo que se podrían denominar «momentos absurdos y fascinantes» en la vida de su protagonista. Más allá de una cronología que le da orden –la serie empieza en Nápoles a mediados de los ’80 y, salvo por un episodio que funciona como flashback, se extiende hasta las consecuencias del «partido homenaje» a Maradona en Boca–, la serie funciona a modo de episodios individuales, centrado cada uno en las historias que «Guillote» cuenta sobre sí mismo y sus aventuras.

El formato es una gran decisión de parte de los creadores de la serie –evita, entre otras cosas, cualquier obvio y prototípico desarrollo psicológico–, pero no es la única. Hay una segunda, que es formal. Cada episodio está narrado homenajeando y, en cierto modo, copiando el estilo de distintos tipos de películas. Hay uno que está presentado como si fuera una comedia italiana, otro como un VHS de Gativideo, otro como una vieja película de los ’80 de la productora argentina Aries y así. A eso se le suma a un juego de parte de Winograd y equipo de homenajear escenas clásicas del cine de todos los tiempos, y el hecho de mezclar formatos de video y registros de captura de imágenes que remeda a lo visto hace poco en WINNING TIME, la serie dedicada al equipo de básquet Los Angeles Lakers, que utilizaba una parecida serie de recursos formales.

Y si bien todas esas decisiones narrativas y formales son llamativas, la más distintiva de todas –y la que seguramente será más comentada– es la de no mostrar nunca a Diego Maradona. Salvo por unas pocas apariciones en la tele o en las noticias, con material documental, no hay acá un actor haciendo de Maradona ya que el tipo nunca aparece: o está en otro lugar al que se desarrolla la acción o en otro cuarto o solo se comunica por teléfono. Lo cierto es que los seis episodios/anécdotas de «Guillote», la mayoría de las cuales involucran en mayor o menor medida al «10», logran contarse sin ningún problema evitando mostrarlo y escucharlo. De todos modos su presencia se siente ya que organiza casi toda la caótica vida de Coppola.

COPPOLA está protagonizada por un excelente Juan Minujín que, más allá de su parecido (gracias a maquillaje y peluca), lo que capta realmente es la presencia, el entusiasmo, la energía y el estilo de esa especie de prototipo de «winner» argentino de fines del siglo pasado, una suerte de Isidoro Cañones excesivo y simpático, tierno e insoportable, entrador y chanta, que fue Guillote. Si bien la serie está al borde de glorificar a un tipo que seguramente habrá sido un tanto más problemático que como se lo muestra aquí, dentro del formato cómico de COPPOLA eso no molesta. Es claro que estamos escuchando sus glorificadas anécdotas y viéndolas representadas por actores. Y lo que se nos muestra es, en todos los casos –aún los más complejos, como el de «el jarrón»–, su versión de los hechos.

No hace falta adelantar mucho de lo que sucede, solo pintaremos los escenarios. Un episodio será en Nápoles y estará principalmente ligado a la famosa Ferrari, otro tendrá que ver con los grandilocuentes intentos de Coppola de conquistar a una modelo chilena, en otro se contarán sus inicios en la representación de jugadores (allí lo interpreta Santiago Bande), otro tendrá como eje el controvertido tema del allanamiento, las drogas y la prisión; otro observará cuestiones ligadas a la internación de Maradona en Punta del Este y para el final se contará la caótica serie de situaciones previas y posteriores al partido homenaje que se le hizo al «10» en Boca Juniors.

Todo estará contado por Winograd y su equipo con un estilo acelerado, excesivo y con momentos muy gracioso, propio del personaje y de las absurdas y alocadas situaciones que atraviesa o que él mismo promueve. Por momentos COPPOLA toma la forma de una comedia argentina de los ’80 tipo ESPERANDO LA CARROZA (o las películas de la dupla cómica Olmedo y Porcel) y en otros parece un show de TV de los ’90, como una versión serializada de los programas de Marcelo Tinelli, incluyendo todas las canciones prototípicas (y bastante espantosas, convengamos) de la época. Algo así como una sobredosis de menemismo explícito cinematográfico.

Ese estilo está sostenido por el universo mediático que recorre casi todo el tiempo el protagonista. Coppola va mucho al programa de Susana Giménez (María Campos) y hay apariciones breves de otros personajes importantes de su vida, desde «Yuyito» González (Mónica Antonópulos) a Karina Rabolini (María del Cerro) pasando por Carlos Menem Jr. (Agustín Sullivan), Alejandra Pradón (Adabel Guerrero), el tristemente célebre «Rey de la noche» Poli Armentano (Joaquín Ferreira), el encargado de la seguridad de Maradona (Alan Sabbagh), una prominente figura del gobierno actual –un abogado con pasado de defender a narcos y a personajes problemáticos, que hoy está siendo cuestionado por eso– y hasta Rodolfo Ranni, en un rol que será mejor no adelantar.

Es una serie breve (son seis episodios que rondan los 30-45 minutos), muy adictiva (esto dicho sin doble sentido), con momentos graciosísimos y con esa cuota de incredulidad y extrañeza que siempre rodean las historias contadas por Coppola y otros personajes tanto de la noche como del universo «maradoneano». La fantástica y caótica vida de Coppola, Maradona y compañía encuentran acá el formato que quizás mejor se le ajuste: una comedia a la italiana, una especie de sainete porteño-napolitano que trae a la memoria lo mejor y lo peor, lo absurdo y lo increíble, lo insólito y lo divertido de las últimas dos décadas del siglo pasado contadas por uno que las vivió desde adentro.