Series: reseña de «The Girls on the Bus», de Amy Chozick y Julie Plec (Max)

Series: reseña de «The Girls on the Bus», de Amy Chozick y Julie Plec (Max)

Esta serie se centra en un grupo de periodistas mujeres que siguen las elecciones primarias de un partido político estadounidense y se meten en distintos problemas a lo largo del recorrido. En Max desde el 14 de marzo.

El «Nuevo Periodismo» norteamericano está conectado, inexorablemente, a eso que se conoce como la «ruta de campaña» (campaign trail, en inglés), una tradición que tiene que ver con el recorrido que los políticos de los dos partidos de ese país hacen, estado por estado, para competir en las primarias electorales. Esa ruta de campaña incluye un grupo de periodistas que los siguen, tradicionalmente en un bus, se ocupan de sus noticias, de conseguir exclusivas y otros yeites de la profesión. A la vez viven sus propias aventuras, romances, borracheras y peleas entre ellos y con los mismos políticos, asesores, jefes de prensa, responsables de campaña y así. Ese mundillo fue explotado, literariamente, por muchos periodistas/escritores a fines de los ’60 y durante los ’70 en artículos y libros que llevaron las ilustres firmas de tipos como Gay Talese, Hunter S. Thompson y Timothy Crouse, entre muchos otros.

Fue Crouse, precisamente, quien escribió el título que claramente inspira esta actualización, en formato serie, de ese tipo de historias. Su libro de 1973, armado con notas de color que publicó en la revista Rolling Stone, se llamó «The Boys on the Bus» y no solo seguía a los candidatos demócratas y republicanos en las respectivas primarias de las elecciones de 1972 sino, más que nada, retrataba en primera persona las vivencias de los periodistas, asesores y otros personajes del mundillo de la política y la prensa yendo de estado a estado y metiéndose en todo tipo de problemas.

La serie que llega este jueves 14 a Max se titula THE GIRLS ON THE BUS y lo que hace es, por un lado, traer ese universo a la actualidad, con personajes ficticios pero claramente inspirados en políticos reales. De hecho, se basa en otro libro, escrito por la periodista y co-creadora de la serie, Amy Chozick, titulado «Chasing Hillary», en el que cuenta los detalles de su cobertura de las campañas de 2008 y 2016 siguiendo a la dos veces candidata Hillary Clinton para The Wall Street Journal y The New York Times. Pero los nombres no son los mismos ni tampoco es del todo claro cuál campaña las periodistas cubren. Lo que sí distingue a este grupo del que protagonizaba el «cuerpo de prensa» en los ’70 es que acá son todas mujeres. Bueno, al menos las que conocemos a lo largo de sus diez episodios.

El alter-ego de Chozick se llama Sadie McCarthy (la encarna Melissa Benoit, la actriz de SUPERGIRL) y trabaja para The New York Sentinel que, a todas luces, hace las veces del Times. Ha tenido una conflictiva situación en la cobertura de la campaña anterior con la entonces derrotada candidata Felicity Walker (Hettienne Park) y su jefe (interpretado por Griffin Dunne, un tipo más que conectado con este mundo en los ’70 ya que es hijo de Dominick Dunne y sobrino de John Gregory Dunne y Joan Didion) no quiere que sea parte de esta nueva campaña. Pero ella insiste y va. Y ya en la primera escena, un flash forward nos adelanta que la cosa se complicó ya que está siendo detenida por la policía.

Pero más allá de esa tradición del periodismo estadounidense, lo que THE GIRLS ON THE BUS cuenta es la historia de cuatro mujeres que representan distintos arquetipos, medios e ideologías, y cómo las cuatro, que arrancan con tensiones y enfrentamientos, parecen unirse en pos de una causa común. McCarthy es insegura y carga con líos de la campaña previa: tensiones con Walker, con algún jefe de prensa y tiene dificultades para conseguir las entrevistas que ansía. Por otro lado está Grace (Carla Gugino), veterana periodista que cubre campañas desde los ’90 y rememora con nostalgia esas épocas. Otra es Kimberlyn (Christina Elmore), una afroamericana que trabaja para un medio de derecha y a la que, al principio, las otras desprecian. Y Lola (Natasha Behnam), una «influencer» que cubre la campaña en TikTok. La chica, una veinteañera woke, es muy famosa pero no entiende bien qué debe hacer ahí.

Las cuatro se mezclarán con Walker, con la favorita enredada en un escándalo sexual, con un candidato anciano y mal de salud (que parece inspirado en Joe Biden), una candidata más joven del ala más progresista del partido y uno más joven que, interpretado por Scott Foley, a Sadie le resulta atractivo y que está tratando de hacerse notar ya que es el menos conocido. La campaña arranca en Iowa, con los problemas típicos de ese lugar alejado y pronto pasa a la más caótica Las Vegas, donde los conflictos se acumulan, tanto entre las periodistas como entre ellas y todos los demás, con los que las líneas éticas muchas veces se cruzan. Además, cada una de ellas tiene sus propios asuntos personales que resolver: novios, novias, hijas, padres y otros líos familiares que no logran dejar atrás ni subiéndose al bus ni dejando mensajes telefónicos sin contestar.

Con este fascinante mundo no es mucho lo que las guionistas consiguen, ya que se ven obligadas todo el tiempo a impostar algún tipo de comedia absurda o enredo de alcoba para sacarle algo de jugo a una situación en la que lo que menos importa es la política en sí. Las protagonistas son simpáticas y la lógica del «campaign trail» tiene su gracia (hay cameos de conocidos actores como Eric Stoltz y Becky Ann Baker, entre otros), pero hay demasiados estereotipos como para que la situación sea creíble. Funciona, por momentos, y tiene algunas escenas graciosas y hasta incómodas (los que somos periodistas y cubrimos eventos con colegas nos sentiremos identificados más de una vez con lo que sucede), pero parece más cercana a la lógica de series tipo SEX IN THE CITY que a THE WEST WING o cualquier otra que husmee el mundo de la política estadounidense.

Entretenida de todos modos es y habrá que esperar cómo evoluciona la temporada para saber si, aún dentro de su limitada propuesta, logra salir airosa. Por ahora sigue siendo más rica como una puerta de entrada a un mundo fascinante que los reporteros de los ’70 supieron retratar muy bien en recopilaciones inolvidables como «Fear and Loathing in the Campaign Trail«, de Hunter S. Thompson (a quien Sadie adora y que se aparece como un fantasma de tanto en tanto para dar raros consejos) o el propio «The Boys on the Bus«. Quizás sea uno el que idealiza esa alocada época de principios de los ’70 y le cuesta encontrar el mismo grado de creatividad y descontrol personal y formal de entonces en estos tiempos, pero lo cierto que al ver la serie esa distancia se acrecienta. Estos años son igual de amargos y tensos pero mucho menos caóticos y divertidos.