BAFICI 2024: crítica de «Segundo premio», de Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez

BAFICI 2024: crítica de «Segundo premio», de Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez

por - cine, Críticas, Festivales
08 Abr, 2024 09:27 | Sin comentarios

La nueva película del realizador de «La leyenda del tiempo» es y no es una biografía del grupo de rock español Los Planetas en la época en la que grabaron su álbum más famoso, «Una semana en el motor de un autobús».

Este (no) es un film sobre Los Planetas», reza el afiche de SEGUNDO PREMIO, la película sobre Los Planetas que dirigió Isaki Lacuesta en colaboración con Pol Rodríguez. Dicho de otro modo –el propio póster lo da a entender así–, estamos hablando de una película que puede o no ser sobre esa mítica banda del rock alternativo español surgida en los años ’90, ya que sus supuestas particularidades son también las de muchas bandas de rock de cualquier otro lado. Y lo mismo sucede con la generación de personas de cuarentaypico a quienes esa banda, y en ese momento específico, tocó muy de cerca. Cualquiera, en cualquier lado, tiene una banda, un disco y un momento que quedaron sellados a fuego en sus recuerdos de adolescente o veinteañero. Pero, aunque nadie aquí use su nombre propio, esta (sí) es una película sobre Los Planetas.

Más precisamente, es un film que empieza contando cómo un grupo de amigos que ha construido una banda convertida en un indie darling dentro del panorama del rock español llega a un punto tal de su «evolución», con conflictos y peleas internas, que lo único que queda es disolverla o rearmarla. Así, con su (casi) disolución, arranca SEGUNDO PREMIO, que es el título del primer tema y la canción más icónica de UNA SEMANA EN EL MOTOR DE UN AUTOBUS, el disco épico y «epocal» que la banda de Granada sacó en 1998. Meses después de ese inicial y caótico momento, Los Planetas editarían ese disco, el que los llevaría a una mucho mayor popularidad. ¿Cómo pasaron de estar al borde del portazo al éxito? Bueno, amigos, eso es lo que se cuenta aquí.

El nuevo film del polifacético director de LA LEYENDA DEL TIEMPO y UN AÑO, UNA NOCHE arranca con una renuncia. La bajista (Stéphanie Magnin, interpretando a quien en la vida real se conoce como May) le dice a El cantante (Daniel Ibáñez interpreta a «Jota»), líder de la banda y ex pareja, que ya no quiere continuar, que prefiere que su vida y su salud no se le pierdan en tocar en una banda de rock. Para «Jota» es un golpazo: si bien «May» toca de espaldas por timidez, es una parte fundamental del grupo y de su vida. El baterista también brilla por su ausencia y Jota no sabe si quiere seguir. Pero hay un contrato, un guitarrista (el también músico Fran Ocete encarna al alter-ago de Florent) que sí tiene ganas de continuar (más por el «asunto» que por la música, parece) y de algún modo hay que hacerlo.

Lo que contará SEGUNDO PREMIO serán las idas y vueltas del Cantante y el Guitarrista por rearmar la banda, conseguir un productor, lidiar con el sello, el manager, los shows en vivo, las presentaciones en la tele, la grabación en sí (que será en Nueva York, etapa que daría para otra película) y el prototípico problema de las bandas de rock de cualquier tiempo y lugar: uno de ellos está demasiado enganchado con las drogas. En este caso, el guitarrista, amigo de siempre y gran compinche del cantante, un tipo muy talentoso pero que no parece capaz de organizarse lo suficiente como para ir a las grabaciones. O, bueno, para mantenerse en pie más o menos consciente.

A lo largo del proceso de destrucción y reconstrucción irán saliendo las canciones que conformaron ese tercer disco de Los Planetas que se convirtió en un hito generacional. Canciones como la que le da título a la película, «Cumpleaños total» o «Desaparecer«, entre otras, hablan de esas relaciones y esas historias: el fin de un amor («Sentado esperando a que llames/Rezando porque des una señal/Los días cada vez van más despacio/Y solamente puedo esperar»), las amistades, las adicciones («Estoy seguro, tiene que haber algo/Que me ayude a soportarlo/En las farmacias del espacio/En un laboratorio mágico»), la dificultad de pasar de una etapa a otra de la vida y de volver a tener expectativas respecto al incierto futuro («Desde ahora hasta el día en que me muera/Por lo menos cabrá la sorpresa») que se viene.

Llegando al fondo dentro de lo que es posible en esas relaciones de amistad masculinas en las que priman los silencios, los secretos en común y lo que se da por sentado, utilizando una serie de registros visuales relativamente lisérgicos, jugando con los contradictorios puntos de vista y pegando en el corazón con las muy buenas versiones en construcción de aquellas canciones hoy icónicas, SEGUNDO PREMIO no solo es un reflejo logradísimo de una época que tanto músicos como fans atravesaron en algún momento de sus vidas (con un disco de por medio o sin él) sino una prueba más del enorme talento de un realizador que pasa de un registro a otro y que se mueve entre temas y formatos con una facilidad asombrosa.

Tomando en cuenta que este es un proyecto que pasó por muchas manos (lo iba a dirigir Jonás Trueba, luego «pasaron cosas» y terminó recayendo en Lacuesta), lo que el realizador logra es convertir una serie de vivencias súper específicas y concretas en una experiencia, sino universal, al menos generacional. Una suerte de mixtape audiovisual en el que la música se convierte en el medio para expresar todo eso que no sabemos decirle, a tiempo, a las personas que queremos. Un epígrafe de una época que antes queríamos olvidar y que hoy nos desesperamos por recordar. Un memo del pasado que nos dice que, aún cuando no parece haber nada más que sombras en el horizonte, quizás exista la posibilidad de un futuro mejor. Como decía un cantante de acá: «Del mismo dolor, vendrá un nuevo amanecer».