Estrenos online: crítica de «Ascenso y caída – John Galliano», de Kevin Macdonald (MUBI)
Este documental se centra en el famoso diseñador de modas británico que manejaba la Casa Dior y que cayó en desgracia en 2011 por comentarios antisemitas. En MUBI.
Este muy buen –completo, inteligente, mesurado– documental sobre la vida, la obra y la caída en desgracia del famoso diseñador de modas británico tiene, para mí, un problema complejo de resolver. De hecho, la propia experiencia de Galliano tiene ese mismo problema. Mi impresión es que el gran escándalo que destrozó su carrera no tiene demasiado sentido. Aclaro, por si hiciera falta hacerlo, que digo esto siendo judío y habiendo escuchado cientos de veces términos como los utilizados en un par de ocasiones por Galliano, los mismos que le hicieron perder todos sus trabajos a principios de los 2010, y los he escuchado dichos por gente que ni siquiera estaba alcoholizada como él cuando los dijo. ¿Está mal lo que dijo? Sí, es horrible, espantoso, cruel. ¿Tiene sentido que se quede sin trabajo por hacerlo, más aún habiéndose disculpado? No, no lo tiene. Es una exageración, una reacción desmesurada.
ASCENSO Y CAIDA se divide en dos partes. Si bien de entrada se nos cuenta (y lo vemos, ya que fue grabado) que el diseñador de modas cayó en desgracia tras agredir, visiblemente pasado de alcohol, a unas personas en un bar diciéndoles alguna variante del «Hitler debía haber acabado con todos ustedes», eso quedará en suspenso y el director de ONE DAY IN SEPTEMBER y MARLEY (el documental, no la sosa ficción) se dedicará a recorrer la vida y la carrera de este peculiar modisto inglés que pasó del under londinense de los ’80 a consagrarse, en los ’90, en Francia, conduciendo los destinos estéticos de la Casa Dior.
A lo largo del film veremos sus diseños, sus provocaciones, su particular estilo personal –obsesionado con el NAPOLEON, de Abel Gance, fue tomando una suerte de look y actitud napoleónica–, lo revolucionarias que fueron sus creaciones para la «alta cultura» francesa, mucho más conservadora, y hasta algunas colecciones fallidas y problemáticas. A la vez, seremos testigos de cómo un tímido joven gay del sur de Londres, de familia española, se fue convirtiendo en una verdadera y excesiva diva del mundo de la moda, adorado por Kate Moss, Naomi Campbell y muchas otras modelos de la época que dan testimonio en el film de su cariñosa relación con él y sus deseos de apoyarlo.
Como suele suceder en estos casos, el enorme éxito trae mucha presión, una escalada de trabajos, compromisos y los consiguientes excesos de alcohol y pastillas, que fueron llevándolo al borde de quebrar más de una vez. Pero siempre consiguió mantenerse del lado «prolijo» del alcoholismo gracias a la ayuda de colegas y de su mano derecha y principal colaborador, Steven Robinson. Pero en 2007 Robinson muere tras una sobredosis, Galliano desbarranca más aún y en 2011 salen a la luz estos hechos: tres distintos choques con personas a las que les hizo comentarios antisemitas en un bar parisino.
Tras eso, perdió sus trabajos, fue enjuiciado y entró en este circuito un tanto espantoso en el que entran las celebridades cuando quieren mejorar su imagen y/o recuperar sus trabajos: tomar cursos, visitar especialistas (en este caso rabinos o historiadores especializados en el Holocausto), mostrarse culposos, aprender la historia de quien sea que hayan ofendido. No digo que lo haya hecho sin creérselo, pero lo cierto es que todo forma parte de un aparato de Relaciones Públicas tan obvio que hasta pone en duda cuán sincero es todo lo que va haciendo.
Pero más allá de ese ejercicio en PR control, que Galliano haya tenido que llegar a esa situación es exagerado. No estoy defendiendo lo dicho –para nada, es un horror–, pero a la vez me parece una exageración escuchar a personas que recibieron esos insultos decir hoy que no se han podido recuperar de esos agravios: lo suyo es algo así como la confirmación de que los supuestos traumas a veces funcionan como subproductos de la industria del juicio. Yo sería millonario si me hubiese dedicado a llevar a juicio a cada uno que me dijo «ruso de m…» a lo largo de mi vida. Bah, quizás debería haberlo hecho.
Fuera de la disputa sobre la validez del caos en el que se metió al decir lo que dijo (repito, en un estado de borrachera galopante, al punto que dice no recordar nada de lo que pasó), ASCENSO Y CAIDA… es un gran documental que se mete en varias de las hipocresías de la industria de la moda, una industria que lleva a sus trabajadores a los extremos y después se lava las manos cuando ellos caen en adicciones o cometen errores como estos. Más si se tiene en cuenta –esto no está en el documental pero es clave– que las grandes casas de la alta costura francesa fueron en su mayoría colaboracionistas con los nazis cuando Alemania invadió Francia en la Segunda Guerra Mundial.
Un rabino que habla en el film lo aclara y resume todo muy bien. El dice no haber perdonado a los nazis que encerraron y mataron a su familia en campos de concentración, pero que no tuvo problemas en hacerlo con Galliano una vez que el hombre se disculpó. Ahí debería haber acabado el asunto. El resto es un circo que empezó a crecer en esa época y que hoy se ha transformado en una industria. Es cierto, no se puede decir cualquier cosa y no sufrir las consecuencias. Pero tampoco se le puede arruinar la vida y la carrera a una persona por decir una barbaridad en plena una etapa de severo alcoholismo. Ofenderse e incomodarse es una reacción comprensible, pero es aún más humano ser empático, comprender y ayudar.
Disiento radicalmente. Así estamos en Argentina por permitir y no penalizar que ciertas personas con acceso al público digan barbaridades fascistas públicamente sin sanciones legales: acceden a las más altas magistraturas del poder y por el voto de personas que también las minimizan. Y las siguen profiriendo desde el poder.
Usted parece no entender que el agravio discriminatorio excede a sus actores ocasionales y que usted sea judío y haya consentido que lo maltrataran como tal no le da un plus de autoridad para minimizar la cuestión sobre la que vuelve una y otra vez en su critiica.
Que su penalización se constituya según usted en lo que cataloga como «industria» arroja uns suspicacia inaceptable, semejante a los que atacan los derechos laborales por la «industria del juicio».
Ayer miré el documental.
Muy bueno por cierto.
Coincido 100% con tu opinión Diego.
Totalmente exagerada la reacción de la «sociedad »
Hipocresía pura.
La cultura de la cancelación a veces se excede un poco (o bastante), en ese sentido, adhiero a tus opiniones. El trato que se le dio a Galliano por sus comentarios, y sobre todo en el estado que se encontraba, ha sido completamente exagerado. Y la víctima que aparece en el documental y sus «traumas» me huelen a oportunismo. Divino el documental, larga vida a Galliano!
No coincido. Que haya estado borracho no lo exculpa en absoluto. Como alguien dice en la película, «in vino veritas». Dijo la verdad de lo que piensa o al menos pensaba. Y tres veces. Como también se dijo en la película, esa probable que lo hayan criado con es idea. Familia española conservadora y católica.
Siendo un personaje público es muy difícil volver de eso. Más cuando parece que no fue muy convincente con las disculpas que pidió a los propios injuriados.
No pido perpetua ni mucho menos. Ya pasó mucho tiempo y seguramente aprendió la lección. Pero que haya estado «cancelado» varios años es lógico. Y justo!