Estrenos online: crítica de «Mundo esperma» («Spermworld»), de Lance Oppenheim (Star+)

Estrenos online: crítica de «Mundo esperma» («Spermworld»), de Lance Oppenheim (Star+)

Este documental se centra en el mundo de los donantes de esperma que se manejan individualmente y por fuera de las empresas dedicadas al ramo. En Star+.

Hay distintas maneras de hacer documentales a partir de notas periodísticas. Lance Oppenheim, director de la muy buena y también bastante original SOME KIND OF HEAVEN, podía haber optado aquí por la más convencional y funcional a las plataformas de streaming: la combinación de entrevistas, datos y materiales de archivo. Pero prefirió acercarse a la historia desde su costado humano. Y es la más sensata y lógica de las opciones, ya que más allá de su llamativo título, la que cuenta MUNDO ESPERMA es una historia muy humana, conectada a emociones primarias.

El documental es una inmersión en el mundo de los donantes de esperma, pero de un tipo muy particular que ha venido creciendo en los últimos años. A diferencia de los donantes que dejan lo suyo en los llamados «bancos de esperma», empresas que los congelan, comercializan y venden a las mujeres que los precisan para quedar embarazadas, los que observa la película son los que participan en grupos de Facebook, chats y otras aplicaciones online que no son reguladas y que funcionan de modo gratuito. Esto es: las que acceden a ese esperma no pagan nada, salvo los gastos específicos de cubrir el viaje o la estadía de los donantes.

Otra particularidad de estos sistemas de intercambio es que aquí, si lo desean, las partes pueden acordar que los donantes conozcan a los hijos que su esperma genera (en el sistema formal esto no sucede así hasta la mayoría de edad) y tampoco pone límites a las cantidades de veces que una misma persona puede donar, como sí lo hacen las agencias por cuestiones genéticas que podrían tener su importancia a largo plazo. Pero SPERMWORLD no está demasiado interesado en el mundo de los datos y la información, quizás porque es el costado un tanto más sinuoso del asunto. Lo que le importan son las personas. Más precisamente los donantes.

Oppenheim sigue específicamente a tres de ellos. Uno es Tyree, un mecánico afroamericano que estuvo en la cárcel y hoy se dedica a donar esperma. Un tipo calmo, amable y tranquilo, Tyree está casado con Atasha y su mujer dice –parece en broma pero es bastante en serio– que ella quiere hijos con él pero tiene que esperar su turno entre tantos viajes que él hace para donar su esperma. La película seguirá sus recorridos pero pondrá cada vez más el eje en su vida personal, la relación con su mujer y con los hijos que ya tiene de anteriores matrimonios.

Steve es un hombre un tanto más grande (sesentón o quizás más) que se ha divorciado recientemente y que trabaja conduciendo un Lyft (empresa tipo Uber). Más para combatir la soledad que por otra cosa, Steve dona. Y en este caso la película se ocupará de la relación que establece con Rachel, una chica joven que sufre una enfermedad grave y que, pese a eso, quiere quedar embarazada. Lo que complica acá el todo es que, a lo largo de los encuentros «laborales» que van teniendo, Steve se enamora de Rachel.

El más peculiar –y el caso más llamativo– es el de Ari Nagel, un profesor de matemáticas que es algo así como el donante más buscado del mundo. Dice tener más de 130 hijos de distintas mujeres y, lo que es más sorprendente, muchos de ellos lo reconocen como su padre. Es que el tipo, además de ir y venir por el mundo donando su esperma, visita a muchos de esos chicos, con los que parece tener muy buena relación. De hecho, se asume homeless ya que vive en los hoteles en los que para o en las casas de las familias a las que visita. Todo esto tiene una dificultad: sus padres no entienden porqué Ari hace lo que hace y no lo ven con buenos ojos.

Todo esto se mezcla en la película con los chats sobre donaciones, con historias y miedos que todos expresan respecto al sistema en el que participan. De todos modos, la película ve el modelo de donación desde un lugar generoso, solidario, sin intentar descubrir trampas o fraudes (que los hay). La gran pregunta de MUNDO ESPERMA es entender qué lleva a estos hombres a pasar gran parte de su tiempo donando: limpiar culpas, repartir genes, combatir la soledad, solidarizarse con los que menos tienen o más se les complica (gente de bajos recursos, parejas LBT+ –los G se las arreglan de otro modo en general–, además de las que no pueden quedar embarazadas) u otros motivos no revelados.

Oppenheim trabaja de manera muy cinematográfica y cuidada con las imágenes. El documental luce filmado en 16mm, con líricas vistas de rutas, moteles y otro lugares de las partes más remotas de los Estados Unidos, mientras acompaña las desventuras de los protagonistas. Steve se junta con Rachel a ver MULHOLLAND DRIVE en su casa, Tyree lleva a su mujer al encuentro de sus «clientas» a través de casas, bares y diners y Ari pasa de explicar matemáticas a sus alumnos usando sus números como donante a recorrer cumpleaños infantiles y las casas en las que viven los que él considera sus familias, cientos de ellas. Es un mundo extraño, fascinante, mirado desde el cariño, la comprensión y la generosidad, cosas que no sobran en los tiempos que corren.