Cannes 2024: crítica de «An Unfinished Film», de Lou Ye (Special Screening)
El director de «Suzhou River» se centra aquí en un rodaje de una película en China, en 2020, que se ve interrumpido por la llegada de la pandemia.
La pandemia trastocó los planes de todos. Y el mundo del cine no estuvo ajeno a las interrupciones que produjo. Si uno toma como real lo que cuenta el realizador chino Lou Ye en AN UNFINISHED FILM –que lo es, solo que es difícil saber hasta qué punto–, los eventos que quebraron al mundo a principios del 2020 lo quebraron también a él. O, dicho de otro modo, afectaron de manera directa una película que estaba haciendo y que debió ser dramáticamente interrumpida.
Todo empieza, según AN UNFINISHED LIFE, unos meses antes. El director Mao Xiaorui y su equipo de trabajo rescatan material de un film que el realizador hizo una década atrás y que no pudo terminar. Era una historia de amor homosexual que quedó trunca y guardada en una computadora vieja. El director decide reunir al elenco y terminar la película, recuperando a los personajes una década después. Y tras reencontrarse con el actor Jiang Cheng (Qin Hao) deciden volver a contar cómo continúa esa misma historia. Y empiezan a filmar. En enero de 2020.
El rodaje es cerca de Wuhan y cuando queda poco para terminar empiezan a llegar noticias de una pandemia por la que están cerrando todo el país y limitando viajes y movimientos. Y justo el día anterior a la partida del equipo, el caos se desata: director, actor y gran parte del equipo quedan encerrados en el hotel en el que viven mientras ruedan sin poder regresar a sus casas. Si el primer acto del film se centrará en el reencuentro de todos para hacer la nueva película, el segundo pasará por el caos que se genera cuando las autoridades deciden cerrar todo mientras la gente del film intenta escaparse y salir de allí para regresar a sus hogares.
Los que no lograron salir se quedarán y allí la película pondrá su eje esencialmente en las experiencias de Cheng, el protagonista del film dentro del film, que ya no es el joven de diez años atrás sino un tipo más maduro, casado y con un bebé recién nacido que solo desea poder volver a estar en su casa con ellos. Pero es imposible y debe quedarse en el cuarto, haciendo zooms con sus compañeros de trabajo –que están en su mayoría en ese mismo hotel pero a los que no puede ver– y tratando de sobrellevar el tiempo lo mejor posible.
AN UNFINISHED FILM comienza como un film sobre el paso del tiempo y los cambios de China (y de la tecnología), pero la aparición de la pandemia no solo cambia y ralentiza el ritmo del relato sino también su temática y espíritu, pasando a convertirse en una suerte de homenaje a la resiliencia y al espíritu del pueblo chino, que sufrió una dura cuarentena, que luego se «liberó» por un tiempo de las restricciones más extremas, pero volvió a ellas en 2022, cuando el resto del mundo ya había «soltado» las medidas más estrictas.
Al hablar de varios tiempos a la vez –la China de 2009, la prepandémica y la posterior, que de a poco va retomando sus modos habituales–, la película de Lou Ye intenta reflejar esos cambios de época usando, además de la propia lógica del «detrás de escena», imágenes de películas previas del realizador de SUZHOU RIVER y SPRING FEVER, entre otras. En algún punto es una película sobre la última década de China que se vio frenada de golpe por un hecho tan brutal como inesperado. No es solo una «película inconclusa», sino dos.
Si bien AN UNFINISHED FILM tiene bastante de «película pandémica» –mucha grabación sucia y telefónica, mucha repetitiva y emotiva videoconferencia, mucha gente sola en cuartos cerrados–, al estar hecha tiempo después y reconstruida desde el presente (o eso al menos es lo que parece) se permite reflexionar de un modo crítico pero a la vez humanista respecto a lo sucedido. La película no es condescendiente pero tampoco es cruenta y encuentra en la resiliencia de sus personajes una suerte de homenaje al espíritu de sacrificio de una nación entera.