Cannes 2024: crítica de «Baby», de Marcelo Caetano (Semana de la Crítica)

Cannes 2024: crítica de «Baby», de Marcelo Caetano (Semana de la Crítica)

por - cine, Críticas, Festivales
23 May, 2024 10:29 | Sin comentarios

La película del director brasileño se centra en un joven gay que sale de un centro de detención y trata de reinsertarse a la vida en las densas calles de San Pablo.

Esta película brasileña ofrece una mirada descarnada pero a la vez tierna y humanista a la vida de un joven homosexual que sale de un centro de detención para menores luego de un largo tiempo y debe tratar de reincorporarse al mundo, sobreviviendo por su cuenta, prostituyéndose y tratando de encontrar un techo donde vivir. Con sutileza, inteligencia y una manera muy noble y cariñosa de tratar a personajes complejos, BABY logra evitar los clichés más previsibles de este tipo de historias de submundos.

Al volver a la vida civil, Wellington (João Pedro Mariano) se encuentra solo y sin hogar, en medio de la calle paulista sin destino seguro. De a poco se encuentra con viejos amigos de la comunidad LGBT y, entre performances artísticas y shows callejeros, se las tiene que rebuscar mediante la prostitución. A eso llega con la ayuda de –o por culpa de– Ronaldo (Ricardo Teodoro), un hombre maduro que conoce en un cine porno y con el que tiene una historia que podría ser de amor pero también de conveniencia mutua, una mezcla entre lo afectuoso y el usufructuo de un cuerpo joven en un mercado que lo requiere.

La de BABY, así lo llaman al protagonista, es una historia con ribetes duros y tensiones de todo tipo –hay deudas de dinero, tráfico de drogas, situaciones violentas en la calle, enfrentamientos con la policía y así–, pero en el fondo lo que la sostiene es una mirada comprensiva que intenta entender qué pasa por la cabeza y por los sentimientos de estos dos personajes que tienen una relación tan particular como indefinible, que va de lo amoroso a lo brusco, de lo utilitario a lo sentimental, casi sin intermedios.

En el fondo la de BABY es una historia sobre nuevas familias que reemplazan a las viejas, familias afectivas –de la calle, de la vida, de las experiencias– y sustitutas que tienen tantos problemas y tensiones como las «verdaderas», pero que en el fondo se sostienen por elección, por deseo, por el querer estar unos con otros más allá de cualquier obligación. Caetano no lo pinta como algo fácil ni sencillo, pero sí como una necesidad para sobrevivir en medio de un mundo que agrede o que, simplemente, mira para otro lado.