Cannes 2024: crítica de «Block Pass» («La Pampa»), de Antoine Chevrollier (Semana de la Crítica)
Willy y Jojo son amigos de la infancia que nunca se separan. Entrenar en la pista de motocross es su manera de vencer el aburrimiento. Una noche, Willy descubre un secreto de Jojo y sus vidas cambian.
Pese a su título francés no hay nada de argentino, ni de pampeano, ni de latino en LA PAMPA. Este drama, de clásico formato coming of age, se llama así porque ese es el nombre de un circuito de motocross en el que corren los protagonistas, dos amigos adolescentes que son experimentados «pilotos» de ese deporte. Especialmente uno de ellos, Jojo (Amaury Foucher), quien es el más veloz, arriesgado y lanzado de los dos. Es, además, el hijo del entrenador, quien también lo empuja a superarse, a correr cada vez más rápido y a ganar las competencias que se le presentan.
Pero Jojo y Willy (Sayyid El Alami) tienen una amistad que va mucho más allá de las motocicletas. Van al colegio juntos, salen con chicas, parecen haber crecido casi como hermanos. Willy vive con su madre, su hermana y la nueva pareja de su madre, ya que su papá ha fallecido. En el colegio le va mal, ya que en lo único que piensa es en las motos y en salir con Jojo y amigos, además de una latente bronca por la muerte de su padre, algo que se lo hace sentir a su nuevo padrastro.
Pero el conflicto principal de BLOCK PASS tiene que ver con la relación entre Willy y Jojo, y con lo que sucede una vez que él se entera de un secreto que su amigo tiene bien guardado. Si bien es algo que se revela en los primeros 15-20 minutos de película, cumplo en dar el obligado SPOILER ALERT: al entrar en un cobertizo, Willy descubre a Jojo teniendo sexo con otro hombre, un tipo que trabaja con él en el equipo de motocross.
La revelación sorprende y shockea a Willy, pero acaso lo más interesante de la propuesta pasa por el hecho de que no es ese el conflicto central del film, sino su punto de partida hacia otros. Tras algunas «aclaraciones» y pedidos de disculpas por el silencio, todo parecerá resuelto entre los amigos, pero se sabe que estas noticias tienden a explotar en colegios y pueblos pequeños donde todos se conocen entre sí. Y ahí empiezan los verdaderos problemas. Para ambos.
BLOCK PASS es un drama sobre personas que ocultan sus vidas personales, sus inseguridades y miedos bajo una fachada de machismo típica de lugares así y de ambientes ligados a lo deportivo. Jojo no tiene conflictos personales con ser homosexual, pero no quiere saber nada con que los demás se enteren. Ni en el colegio, ni su padre, ni su equipo. Ese «estigma» está tan arraigado entre sus pares, que no podría soportar sus seguramente bruscas reacciones.
Para Willy, el verdadero protagonista de la historia, el contacto con la experiencia de Jojo lo hace enfrentarse a su propia vida y a actuar con la brusca confusión con la que actúan muchos adolescentes cuando no saben lidiar con emociones fuertes. Su padre falleció, su amigo no confiaba en él, hay una chica que le gusta pero con la que no termina de pasar nada y su madre le pone más frenos y límites de los que él puede tolerar. Y el chico en un momento no puede más.
El filme sigue bastante a rajatabla el formato relato de crecimiento en el contexto de un drama familiar de pueblo chico. Es una de esas historias en las que uno o más jóvenes terminan por perder la poca inocencia que les quedaba a partir de atravesar momentos duros y circunstancias inesperadas. Y, en ese sentido, por momentos su guión parece depender demasiado de los giros narrativos y las sorpresas propias de un trabajo armado con un cuidado que bordea lo excesivo, casi de manual.
Pero son las pequeñas diferencias de actitud y de comportamiento de los personajes –quizás ligadas a que es una película francesa y no una estadounidense, con sus detalles específicos– las que lo distinguen y le dan una personalidad propia. Quizás no la suficiente como para transformarla en una gran película, pero sí para ocupar su lugar propio en la cada vez más apretada batea de historias de coming of age.