Cannes 2024: crítica de «Holy Cow» («Vingt Dieux»), de Louise Courvoisier (Un Certain Regard)
Un adolescente que debe ocuparse de ocuparse de cuidar y mantener a su hermana pequeña decide hacer un queso que le permita ganar un concurso local dotado con grandes premios.
Este drama rural, tradicional en formato, trama y personajes, encuentra algunos resquicios –pequeños, pero resquicios al fin– para otorgarle algún grado de personalidad propia a lo que, en definitiva, es una de las tantas historias de coming of age que transcurren en el campo y en pueblos chicos. En este caso, en el medio de Francia.
El protagonista se llama Totone (Clément Favreau), anda por los 18 años aunque parece menos, y hace con su tiempo lo mismo que cualquier chico de su edad: sale con amigos, van de fiesta, se emborrachan y, con algo de suerte, conocen a alguna chica. Eso le pasa al protagonista, que pasa la noche con Marie-Lise (Maiwene Barthelemy), aunque se vuelve a casa sin lograr lo que se proponía.
Pero la vida más o menos idílica de Totone –los bajos recursos no parecen ser un problema para estos chicos que andan en motos y viven rodeados de vacas, quesos y lácteos– se trastoca cuando su padre muere súbitamente, siendo aún muy joven. De un día para el otro descubre que no tienen más dinero y que para cuidar de su pequeña hermana Claire (Luna Garret), de siete años, necesita algún tipo de ingresos económicos.
Conseguirá un trabajo limpiando en una fábrica pero allí tendrá problemas con chicos de su edad, entre los que se cuentan los hermanos de Marie-Lise, con los que ya tuvo una violenta pelea en una feria. En una conversación al pasar Totone escucha que hay un premio de 30 mil euros para el que logre hacer el mejor queso de la región en una competencia local. Y Totone se dispone, precisamente, a hacer eso. ¿El problema? No tiene demasiada idea de cómo hacer un queso y mucho menos uno que pueda ganar premios.
Pero el queso en sí no es el eje de HOLY COW. Si bien Courvoisier muestra de un modo detallado y cariñoso los procesos manuales de la fabricación del queso local –hay una señora vecina que los hace bien artesanalmente– y es claro además que el protagonista tiene la habilidad para aprender rápido, no se trata de un film que tiene como objetivo una competencia que lo define todo. Es apenas la excusa para reorganizar la vida de Totone, un objetivo que le sirve para salir del limbo que ha quedado tras la muerte de su padre y a causa de su complicada relación con su chica.
El film es predecible en muchos terrenos y clásico en su formato «drama adolescente de pueblo chico», pero la realizadora y su protagonista logran dotar a la historia de cierto encanto, uno que combina las tradiciones artesanales de la fábrica de quesos con las complicaciones de otro tipo que vienen ligadas a vivir hoy en un pueblo que ya no es tan tradicional como lo fue en algún momento. En esa zona media está el protagonista: entre la nostalgia, el dolor y la necesidad de superar las dificultades e inventarse una nueva vida.