Cannes 2024: crítica de «Los hiperbóreos», de Cristóbal León & Joaquín Cociña (Quincena de Cineastas)

Cannes 2024: crítica de «Los hiperbóreos», de Cristóbal León & Joaquín Cociña (Quincena de Cineastas)

por - cine, Críticas, Festivales
16 May, 2024 08:02 | Sin comentarios

Este excéntrico relato de los directores de «La casa lobo» mezcla acción en vivo y animación para contar una extraña historia ligada a la conexión entre Chile y el nazismo.

Una complicada y fascinante exploración en la estructura más surrealista de la historia chilena, la nueva película de los realizadores de LA CASA LOBO se adentra en el ocultismo nazi de la obra de Miguel Serrano, en la dictadura pinochetista y en uno de sus ideólogos, Jaime Guzmán, para entregar una suerte de caleidoscópico recorrido que parte de allí para crear una trama ligada a una supuesta película perdida en la que se revelarían los secretos más oscuros de Chile y su conexión con las teorías más radicales del nazismo y sus aún más extrañas derivaciones latinoamericanas.

A modo de collage entre acción en vivo, animación con muñecos, dibujos animados, un escenario propio de un taller o instalación teatral –en una parte del proceso, fue exactamente eso– y la colaboración de la actriz Antonia Giesen, que es presentada a la vez como psicóloga y como la «perfecta mezcla» entre alemanes y chilenos, LOS HIPERBOREOS parte de su historia personal y de la búsqueda de una película perdida relacionada a los propios directores de esa y de esta película, León & Cociña.

A través de esa conexión surge una bizarra investigación que primero se ocupará de la historia de Serrano, extraño cultor de las más radicales teorías nazis (las que suponen que son algo así como criaturas míticas que vienen a salvar la Tierra desde las profundidades del planeta, conectadas con la religión budista, entre otras historias insólitas que se cuentan desde esa época), para luego llevar todo a una trama de ciencia ficción que incluye un pelilargo «metalero», a los padres de Antonia, a algo así como una estación espacial y a una suerte de teoría global que conecta la historia de Chile, el nazismo y Pinochet desde una mirada muy particular.

Es que si bien la película se toma en serio su excesiva trama, a la vez es asumidamente absurda, un sci fi clase Z animado por una dupla creativa que acumula entre su armamento estético al expresionismo alemán, escenarios propios del cine de horror, criaturas repugnantes y otras especies y formatos que se mezclan en una trama que por momentos se vuelve incomprensible pero que siempre pivotea desde la complicada historia de ese país y de sus teóricos de la más filonazi extrema derecha.

La obligada referencia a tener en cuenta será el cine de Raúl Ruiz, aunque León & Cociña lo toman solo como punto de partida para, a la vez, crear un mundo con reglas totalmente propias sin alejarse del todo de hechos o experiencias reales. Lo mismo pasa con la forma: la película puede ser de animación experimental y documental al mismo tiempo, una suerte de unipersonal teatral mezclado con show de marionetas y una clase de historia sobre los costados más excéntricos del pensamiento del país trasandino con una trama propia de una película de Ed Wood.

Se trata de un film que requiere un cierto conocimiento o exploración en personajes e historias de Chile –algo parecido a lo que sucedía con EL CONDE, la película de Pablo Larraín que ponía a personajes reales en situaciones propias del género de terror puro y duro–, pero que de todos modos podrá ser apreciado igualmente por los que no estén al día con esa historia paralela ligada al ocultismo nazi y a creencias místicas y radicales que se hicieron carne en ciertos sectores intelectuales chilenos. Ideas que, con sus diferencias –Guzmán era seguidor de las ideas de Hayek, admirado por Javier Milei, sin ir más lejos; las esotéricas ideas de Serrano forman parte del caudal «intelectual» en el que se apoyan muchas teorías conspirativas– siguen presentes en una actualidad que tiene mucho de surrealista.