Cannes 2024: crítica de «The Apprentice», de Ali Abbasi (Competición)

Cannes 2024: crítica de «The Apprentice», de Ali Abbasi (Competición)

por - cine, Críticas, Festivales
20 May, 2024 08:56 | 1 comentario

Este drama se basa en la vida de Donald Trump en los años ’70 y ’80, especialmente en su relación con el abogado Roy Cohn, quien lo ayudó a lograr sus primeros éxitos empresariales.

Como en las películas de superhéroes, los villanos también tienen historias que explican sus orígenes. En THE APPRENTICE lo que se cuenta, de algún modo, es la de Donald Trump. No es una historia completa –su otro gran evento traumático, su complicada relación con su padre, queda en segundo plano– sino una que se centra en esa etapa que podría definirse como de conversión, la transición de ser un timorato wannabe de los billonarios estadounidenses de la década del ’70 a convertirse en algo bastante parecido a un monstruo.

Con un Sebastian Stan que intrpreta a Trump en una etapa en la que su look y sus tics actuales recién empezaban a explayarse –es interesante ver cómo de a poco, a lo largo de los años que dura la película, se van haciendo más evidentes–, THE APPRENTICE pone el eje en su relación con Roy Cohn (un extraordinario Jeremy Strong), el abogado y mano derecha de Joseph McCarthy en la época más dura del conservadurismo norteamericano de posguerra. Cohn, un tipo muy conectado, siniestro y con una vida secreta de esas que merecen (y tienen) películas propias, fue la persona que hizo entrar a Trump en un grupo más selecto de contactos, manejos y manipulaciones que le permitieron ir creciendo en el mundillo empresario neoyorquino.

Todo se inicia en un restaurante elegante. Trump observa a Cohn con algunos amigos –mafiosos, sindicalistas, jueces, etcétera– y termina sentándose en su mesa. Comparado con esos pesos pesado, Donald es un timorato hijo de un empresario no muy exitoso y con problemas legales. El siniestro Cohn lo ayuda a resolver varios de esos problemas a partir de sus contactos y de a poco Trump empieza a hacerse un nombre en el mundo inmobiliario. Promediando unos años ’70 en los que Nueva York estaba destrozada y era muy peligrosa, Trump consigue gracias a Cohn muchas ventajas para poder construir un hotel Hyatt en pleno centro de la ciudad, reemplazando a uno semidestruido cerca de la Grand Central Station, que en ese momento era intransitable. Y es el comienzo de una etapa de éxitos.

La otra «pata» de la historia tiene que ver con la relación de Donald con la futura Ivana Trump (María Bakalova), a la que persigue obsesivamente hasta «cazarla». En su arreglo matrimonial también será fundamental Cohn, pero Ivana será una rival fuerte que no siempre dejará que este abogado le maneje los destinos. Y así, con la llegada de los ’80, el neoliberalismo extremo de Ronald Reagan y el sida –que afectó a Cohn y a muchos alrededor suyo–, las suertes de los protagonistas van cambiando: Trump en subida, Cohn en bajada y el aprendiz se va volviendo algo así como un maestro. Cuando nos queremos dar cuenta, Donald está en pleno crecimiento inaugurando el Trump Tower mientras ignora a un enfermo y solitario Cohn.

Hay otras subtramas que giran en el medio –la complicada historia del hermano mayor de Donald, su relación con la mafia neoyorquina, sus inicios con la ingesta de pastillas que van alterando su personalidad–, pero lo principal de EL APRENDIZ está en ese paso de la posta de la vieja derecha de posguerra a la que aparece una generación después y que sigue estando presente hoy. Además de las muy buenas actuaciones de la dupla, es sorprendente cómo Abbasi –un cineasta indefinible en función de las diferencias entre esta película, BORDER y HOLY SPIDER— se las arregla para capturar el espíritu, el ritmo y el look de la Manhattan de los años ’70 mediante el uso de 16mm, muchos zooms y una banda sonora disco, de un modo que lleva al espectador a sentirse parte de esa época. Y eso se traslada muy bien a los ’80 también.

Es posible que para un conocedor en profundidad de la vida de Donald Trump no haya grandes novedades aquí, ya que lo que se cuenta es canónico en su historia. Y hasta alguno podrá entender que Abbasi termina humanizando a sus dos nefastos protagonistas. Son críticas a tomar en cuenta, pero mi impresión es que la primera peca de demasiado localista y la segunda es equivocada. Ver que en algún momento Trump fue una persona más o menos normal o torturada por problemas familiares acrecienta aún más lo impresentable de su cruel figura posterior. La manera en la que trata a Cohn luego de todo lo que este hombre lo ayudó es básicamente monstruoso. A Cohn, en tanto, lo humaniza la enfermedad y la actuación de Jeremy Strong, un actor que es capaz de hacer que uno se enternezca con tipos despreciables. Pero no hay confusión posible: Cohn fue una figura quizás más siniestra que Trump en la historia de los Estados Unidos. Su fragilidad y soledad al final de su vida no lo convierte en héroe.

THE APPRENTICE, vista por un espectador argentino, es también una manera de entender la lógica de comportamiento de personas como el actual presidente Javier Milei, un saltimbanqui del poder de tercera línea que fue empujado hacia arriba y funciona como títere de los verdaderamente poderosos. La crueldad de Trump en la película y en el poder son bastante similares a las actitudes del presidente argentino actual, lo mismo que los comportamientos más crueles y egocéntricos de su historia de vida. Falta saber quién es su Roy Cohn… aunque yo tengo mis candidatos.