Cannes 2024: crítica de «The Most Precious of Cargoes» («La plus précieuse des marchandises»), de Michel Hazanavicius (Competencia)
Una pareja de rústicos leñadores recoge un bebé que es lanzado por un tren que lleva judíos a Auschwitz en este film de animación para adultos del director de «El artista».
Un cuento oscuro, denso pero con un final relativamente optimista sobre los horrores del Holocausto, el film animado THE MOST PRECIOUS OF CARGOES, del realizador Michel Hazanavicius (el director de EL ARTISTA) es un breve pero sensible documento acerca de la época, contado desde una perspectiva inusual. Basada en la novela de Jean-Claude Grumberg y adaptada en un formato de animación bastante artesanal, la película toma como protagonistas a una pareja de leñadores polacos que viven en medio de un bosque y que un día, en lo que para ellos es un milagro, desde un tren le «dejan» de regalo un bebé.
Es que la Leñadora (con la voz de Dominic Blanc) se acercaba a cada tren que pasaba pidiendo algún tipo de «mercancía» para tapar el hambre y el frío. Y ese sueño una vez se cumplió, pero por otro lado: del tren cayó un bebé y la mujer, que había perdido uno, lo sintió como un mensaje de los dioses. Pero su marido (Grégory Gadeois) tenía más claro de qué se trataba: el bebé fue lanzado del tren por alguno de los prisioneros judíos que marchaban al campo de concentración de Auschwitz, con la intención de salvarlo. Y no se trató de un regalo del cielo ni mucho menos.
De hecho, para el Leñador (no tienen nombres los personajes) de buena noticia no tiene nada. Un tipo rudo, tosco y de pocas palabras, no solo no quiere tener que lidiar con más bebés sino que considera que los judíos son monstruos sin corazón y que esa bebé les arruinará la vida. Pero sucede todo lo contrario. Al menos durante un tiempo, la vida de ambos cambia, se alegra y florece, acompañados por una niñita simpática que les alegra la dura y áspera existencia en medio del por temporadas helado bosque. Esa es, si se quiere, la parte más infantil o familiar de la historia.
Luego, sí, vendrán los problemas, pero no los causará la niña sino las fuerzas en disputa, los prejuicios y otros horrores que romperán ese breve paraíso allí conseguido. La película abandonará de a poco a los leñadores para contar la historia desde el punto de vista del pasajero del tren que lanzó a la niña con la ínfima posibilidad de salvarla. Y esa será una subtrama más oscura y densa, con los campos de concentración en su centro.
La película de Hazanavicius pone en el centro de su debate el tema del antisemitismo y de cómo el propio pueblo polaco promovía la aniquilación del pueblo judío. Lo de «no tienen corazón» los personajes lo creen como un hecho real y al Leñador de hecho le sorprenden los latidos del pecho de la niña, humanos como los de cualquier otro. Ese desconocimiento del «otro» es el disparador de los problemas que surgirán promediando la historia.
Sobre su última parte ya estamos ante un film animado para adultos –sin niñitos, ni perritos flacos, ni conejos que huyen, cabritos ni pajaritos–, uno que reflexiona sobre el fin del Holocausto, los sobrevivientes, los distintos caminos recorridos y la posibilidad de reencuentros. Narrada por Jean-Louis Trintignant, se trata de un cuento moral, de una fábula del siglo XX que trae conceptos clásicos de la literatura a tiempos terribles y modernos. Como cierra la voz en off sobre el final, algunos podrán dudar de la veracidad de los hechos (y de las fábulas), pero las cosas sucedieron en la realidad. Y muchas personas de las generaciones actuales existimos gracias a los que sobrevivieron al Holocausto.