Estrenos online: crítica de «Movie Pass: la última función» («MoviePass, MovieCrash»), de Muta’Ali (Max)
Este documental se centra en el ascenso y caída de una empresa que intentó un modelo de negocios para pagar las entradas de cine con una cuota mensual y le fue mal.
Los que seguimos más o menos de cerca las idas y vueltas del negocio cinematográfico en el mundo nos enteramos, a mediados de la década pasada, de la existencia, los problemas y las controversias de MoviePass, la empresa cuyo complicado derrotero es el tema de este entretenido e informativo documental. Se trataba de un modelo de negocios que entonces parecía muy arriesgado y de difícil instalación. Y la experiencia, más por impericia de los responsables que por la idea en sí, no funcionó para nada bien. MOVIEPASS, MOVIECRASH cuenta, esencialmente, esa historia.
¿Qué era MoviePass? Un aplicación que por un costo mensual fijo te permitía ver todas las películas que quisieras sin límite alguno. «Any Movie. Any Theater. Any Day«, decía la promoción. Algo así como un Netflix cinematográfico, la idea de MoviePass era que pagando una cantidad de dinero fija por mes recibirías una suerte de tarjeta de débito que te permitiría canjearla por entradas. Esto, a principios de los 2010, cuando el uso del celular como método de pago y este tipo de sistemas online no eran tan usuales, era bastante revolucionario. Lo mismo que la idea de «tenedor libre» de películas, un all you can eat cinematográfico que podría ser muy apetitoso para los más cinéfilos.
Cobrando entre 40 y 50 dólares por mes, a la empresa fundada por Stacy Spikes y Hamet Watt le venía costando mucho crecer, conseguir suscriptores y dinero para seguir funcionando. A mediados de la década pasada, Mitchell Lowe y de Theodore Farnsworth, capitalistas más grandes surgidos de otros negocios, entraron en MoviePass para conseguir más dinero, terminaron desplazando a los creadores originales de la aplicación (que hasta ese momento era un negocio pequeño con no más de 20 mil suscriptores) y llevaron a la compañía a jugar de modo más arriesgado. ¿Cómo? Manteniendo los mismos beneficios de full access pero cobrando solo 10 dólares a cada usuario por mes. Esto es, en promedio, menos que una sola entrada al cine. Y el negocio explotó: todo el mundo quería tener su MoviePass.
Los negocios en el mundo, se sabe, se manejan con parámetros distintos a la matemática simple de pensar que algo así no puede funcionar por la propia lógica de lo que uno paga por eso. Hay muchas aplicaciones y servicios gratis que son exitosos igual porque las ganancias surgen de otras maneras. Pero en MoviePass eso no existía. O, al menos, no realmente. Los dueños de la aplicación pagaban a los cines las entradas que sus clientes compraban y si vos veías 15 películas al mes por el precio de una sola, la empresa se hacía cargo de pagar las otras 14. Y por más que algunos no la usaran, no había forma de que el negocio funcionara por ahí. Además, el sistema creció tanto y tan de golpe que a veces se caía y tendía a violentar a sus clientes.
Lo que la película contará serán las cada vez más arriesgadas decisiones de Lowe y en especial de Farnsworth –quienes, a diferencia de los creadores de la aplicación, eran blancos y tenían más acceso a los «peces gordos» de las finanzas y los medios–, dos peculiares personajes que tomaron el negocio y decidieron levantar la apuesta a la manera de Hollywood: con fiestas, promociones, influencers, estrellas del cine y la música, aviones privados y hasta la producción de películas, distintos modos de que el negocio empezara a dejar de sangrar dinero por los cuatro costados. Los tipos se negaban a aumentar el precio de la cuota –que se suponía que iba a durar solo un tiempo en carácter promocional– y, por más que pasaran de 20 mil a algunos millones de suscriptores, no lograban que la empresa rindiera, aunque vendieran sus datos a estudios o llegaran a acuerdos específicos con algunas salas de cine.
POSIBLE SPOILER En la película verán lo que pasó con la empresa y, como coda, se muestra algo que ya sabemos: que MoviePass ha vuelto con uno de sus dueños originales a cargo de nuevo de la empresa y con un modelo de negocios más cauto y conservador. Hoy le cuesta competir en el mercado, pero por otros motivos: tras la pandemia el negocio cayó tanto que ya todas las cadenas de cine en Estados Unidos tienen un sistema similar al de MoviePass en sus propias salas –pagar un fijo por mes y poder ver todas las películas que uno quiera, más allá de algunas restricciones específicas dependiendo el plan–, algo que sucede acá también.
En algún sentido, MoviePass se adelantó a su tiempo y pecó de querer ir más rápido y de modo más feroz que lo necesario. De un modo más inteligente y cauto podía haber sido exitosa, de la misma manera que lo son Netflix, Spotify y similares, por más que muchas de estas empresas en cierto modo también «pierdan dinero» mes a mes. El problema no fue la idea en sí sino, por un lado, la implementación y el precio. Y, por otro, tener al mando del barco a dos «empresarios» que decidieron que la única forma de salvar las pérdidas, como los jugadores compulsivos en un casino, era apostar cada vez más fuerte. Y así les fue…