Estrenos online: crítica de «Fiebre del espacio» («Wild Wild Space»), de Ross Kaufman (Max)

Estrenos online: crítica de «Fiebre del espacio» («Wild Wild Space»), de Ross Kaufman (Max)

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18 Jul, 2024 01:43 | Sin comentarios

Este documental se centra en la competencia entre varias empresas por crear cohetes que puedan llevar más y más satélites a la órbita terrestre. Y en los riesgos que esto conlleva. Disponible en Max.

Uno de los muchos expertos y analistas que son entrevistados en este documental centrado en la «carrera espacial» por lanzar cohetes que pongan satélites en órbita resume el enorme problema a futuro que implica esta superpoblación de empresas y países que compiten por el dominio de la llamada Orbita Terrestre Baja. «Todos los problemas que tenemos en la Tierra los llevaremos también al espacio», analiza. Y es inevitable no pensar en eso al ver este documental centrado en las distintas empresas que tratan de dominar ese mercado.

WILD WILD SPACE deja prácticamente de lado al principal actor de este mercado, que no es otro que Elon Musk, el dueño de SpaceX y Starlink, casi monopólico en lo que respecta a la cantidad de cohetes lanzados y de satélites ubicados en órbita. Con 60 por ciento del mercado controlado por el dueño de X, son las otras compañías las que tratan de ganarse un lugar en el, digamos, cielo. El eje del film del director de BORN INTO BROTHELS (Oscar a mejor documental 2005) y TIGERLAND, entre otros, pasa por el enorme crecimiento de ese mercado y la pelea por ese «segundo lugar» entre dos empresas (y empresarios) muy distintas.

Uno de ellos es Astra Space, cuyo dueño es un tal Chris Kemp, un personaje prototípico de Silicon Valley, más ambicioso y conectado que talentoso, un poco «vendehumo» pero capaz de convencer a muchos millonarios en poner dinero en su empresa que iba a enviar cohetes y poner satélites en la órbita terrestre. En paralelo está Rocket Lab, una pequeña empresa de Nueva Zelanda, creada por un nerd absoluto llamado Peter Beck, que está mucho más centrado en el desarrollo científico y no tiene el aspecto de vendedor de autos usados de su rival. Lo que queda claro de entrada es que compiten entre sí de un modo brutal, que parece cercano al odio. Si antes eso pasaba entre países, ahora es entre empresarios.

Esa pelea por ser el otro gran proveedor de negocios en el espacio organizará el relato, al que se sumará otra compañía, llamada Planet Labs, que se especializa en satélites que producen imágenes de altísima resolución, dejando a los otros la tarea de lanzarlos. Planet Labbs fue creada por Will Marshall, un joven científico en plan «pacifista» que la inventó con intenciones de darle a los habitantes del planeta la posibilidad de controlar cuestiones como la deforestación y el cambio climático. Pero de a poco la empresa se irá convirtiendo en una compañía capaz de lanzar cientos de pequeños satélites (del tamaño de un pan, dice en un momento) cuya utilización hoy es muy distinta a la que él soñaba, ya que sus principales clientes son grandes empresas multinacionales y gobiernos que los usan con objetivos bastante diferentes que los originales.

Kaufmann (que se inspiró para la película en el libro «When the Heavens Went on Sale: The Misfits and Geniuses Racing to Put Space Within Reach«, de Ashlee Vance, entrevistado aquí) utiliza esta competencia entre Astra Space y Rocket Lab –que bien podría llevarse a la ficción y contarse como una comedia de enredos, llena de errores y problemas– para hablar de cómo en la última década la orbita terrestre se transformó en un enorme mercado, que está siendo explotado con muy pocos controles y que ofrece muchísimos beneficios para grandes clientes públicos y privados. Billones y billones de dólares se ponen en un mercado que permite a gobiernos espiarse entre sí, a empresas a meterse en asuntos políticos (ver el caso Starlink y Ucrania) y a proveer servicios que pueden marcar una enorme diferencia entre un cliente y otro. Pocos, eso sí, parecen preocuparse por los daños que esto causa, además, a la órbita del planeta.

Kaufmann filmó a los «contendientes» en tiempo real y con una llamativa intimidad –especialmente en el caso de Kent, lo cual provocará muchas situaciones incómodas en función de los problemas que tendrá su compañía–, acompañándolos a lo largo de varios años en su proceso de transformarse en pesos pesado de esa industria. El hecho de capturar las situaciones mientras se viven en lugar de recomponerlas desde el presente con entrevistas convencionales –que se hacen, pero más que nada con los expertos y analistas– le dan a WILD WILD SPACE un carácter presencial y cercano que la vuelve mucho más interesante y, en más de un sentido, divertida. Lo grave es pensar que, como dicen los expertos, en pocos años los satélites en órbita no serán miles sino cientos de miles. Y los problemas serán los mismos que acá, pero allá…