Series: crítica de «Bajo el puente: la verdadera historia del asesinato de Reena Virk» («Under the Bridge»), de Quinn Shephard (Disney+)
Este drama policial se basa en el caso real del crimen de una chica de 14 años en una ciudad del oeste canadiense que tuvo lugar en 1997. Con Riley Keough y Lily Gladstone. En Disney+.
Hay una contradicción central en muchas series como BAJO EL PUENTE, basada en el caso real de la muerte de una adolescente canadiense de 14 años. Por un lado, y para celebrar, está la intención de humanizar el problema, sacarlo de los blancos y negros, poner el eje no solo en el crimen y en sus detalles sino en la complejidad, en la serie de grises, de los personajes que estuvieron involucrados en él. Pero, quizás por la propia lógica de tener que ficcionalizar la historia, tanto guionistas como directores se dejan llevar por algunas fórmulas esquemáticas y previsibles de este tipo de productos, donde todo tiene que terminar conectando con todo, de una manera que de natural y realista tiene poco y nada.
Siendo un caso real, esas «traiciones» se sienten de manera más evidente. La incorporación de un personaje basado en la autora del libro de no ficción en el que se basa la serie, Rebecca Godfrey, es el más evidente de esos problemas. Interpretada por Riley Keough, Godfrey es un personaje incómodo en la miniserie, uno que intenta entrelazar todo y que termina sobrando, agregándole subtramas innecesarias, convenientes traumas personales, y una serie de reflexiones supuestamente poéticas en la voz en off (frases que parecen sacadas del libro palabra por palabra) que terminan quitándole potencia a una historia que puede contarse por sí sola, sin necesidad de tanto humo de best-seller.
Pese a ese innecesario ángulo de ingreso –que aparece y desaparece en la trama, y al que no le ayuda una actriz como Keough, que parece estar siempre un poco desubicada en actitud y tono con el resto del elenco–, UNDER THE BRIDGE cuenta una historia durísima y lo hace con un acierto fundamental: resuelve el caso bastante rápidamente, prefiriendo no poner el eje excesivamente en saber qué, quién o cómo pasaron las cosas. Lo principal aquí es saber por qué, si es que existe eso. Una chica de una escuela secundaria muere a manos de algunos de sus compañeros sin una causa aparente. ¿Cómo puede suceder algo así y más en una sociedad supuestamente tan «civilizada» como la canadiense?
Reena Virk (Vritika Gupta) era una chica canadiense hija de inmigrantes de la India radicados en Saanich, una ciudad en las afueras de Victoria, en el extremo oeste de ese país. En 1997, en el presente del relato, la chica de 14 años vive en una casa para menores con problemas familiares donde comparte actividades –y tensiones– con otras tres chicas que, por diversos motivos, paran también allí: ellas son Josephine (Chloe Guidry), Kelly (Izzy G.) y Dusty (Aiyana Goodfellow). Inspirándose en la cultura gangsteril, tanto del hip-hop de la época (el ídolo de todas es Notorious B.I.G.) como de los mafiosos de la vida real (como John Gotti) y del cine, Jo las maneja según los códigos del miedo y el silencio. Es la líder y las demás solo quieren que ella las acepte, como sea.
Pero es evidente que Jo y Kelly maltratan bastante a Dusty y, especialmente, a Reena. Cansada de tantas humillaciones, una furiosa Reena termina revelando secretos de Jo ante otros compañeros, lo cual deriva en un deseo de venganza de parte de la dominante líder de la banda. Y así, una noche, en una fiesta en la que todos están alcoholizados, ellas y otros chicos la llevan debajo del puente en cuestión, la empiezan a agredir, a golpear y la chica no vuelve a su casa. Unos días después su cuerpo aparece flotando en el río y nadie parece saber qué pasó.
Ahí aparecen las dos protagonistas de la historia o, habría que decir, las conductoras del relato. Por un lado está la oficial Cam Bentland (Lily Gladstone, la actriz de LOS ASESINOS DE LA LUNA), de origen indígena e hija adoptiva del jefe de policía local. Mientras Reena está desaparecida, Cam no se muestra muy interesada en el caso –es evidente que hay muchas adolescentes problemáticas en la zona y la policía ya no le presta tanta atención al asunto–, pero ante la aparición del cadáver no solo se conmueve sino que se siente conectada con ella como parte de una minoría que, pese a las apariencias, no está tan integrada a la sociedad canadiense.
La otra es Rebecca, la autora del libro, que regresa a la ciudad de la que es oriunda con intenciones de escribir un libro sobre las conflictivas adolescentes de la zona justo justo cuando la desaparición de Reena es un misterio. Primero intentará hacerse amiga de la bandita sospechosa pero luego se fascinará con Warren (Javon Walton, el ahora crecido niño de EUPHORIA, serie con la que esta tiene algunos puntos en común), un chico solitario y sin familia de la zona, que también estuvo implicado en lo que pasó esa fatídica noche. A eso hay que agregarle dos datos «importantes»: el hermano de Rebecca se murió cuando eran adolescentes (ella cree que se suicidó y se culpa por ello) y, además, ella tuvo un romance con Cam antes de irse a vivir en Nueva York.
BAJO EL PUENTE deja más o menos claro los pormenores específicos del caso en sus tres primeros episodios, viaja al pasado a contar la historia de Reena y de su familia a lo largo de las décadas, y ocupa los otros cuatro en intentar entender qué pudo haber llevado a los responsables a hacer lo que hicieron, a Reena a complicarse la vida más de lo necesario y a entender qué otras fuerzas operan para que los adolescentes (de ese lugar y seguramente de muchos otros) puedan llegar a ser tan crueles, desagradables y violentos. En paralelo estarán los problemas personales de las dos protagonistas y cómo el caso los reactiva.
En sus mejores momentos, la serie intenta ser un estudio de la cultura del bullying, de qué lleva a los adolescentes a agredir a otros, metiéndose también en el peer pressure, la necesidad de «pertenecer» y ser parte de grupos, sea como sea. Reena tenía una familia que la quería pero que era religiosa y muy estricta, por lo que la tentación de ignorarlos para unirse a Jo y sus amigas era muy fuerte para ella. Y en casi todos los casos, la serie trabaja igual: intentando entender, ser empática y compasiva con los adolescentes. La excepción es uno de esos chicos, importante en la trama. Es como si ese personaje (revelar quién es sería spoiler) fuese un monstruo sin redención posible. Y esa diferencia termina siendo un problema para el drama que se intenta construir.
Más allá de sus defectos, excesos y subtramas innecesarias, UNDER THE BRIDGE es atractiva, avanza en un mundo de personajes inquietantes, desagradables y por momentos brutales. En sus mejores momentos hace recordar a películas como RIVER’S EDGE, que también pone el eje en el asesinato de una adolescente y en la actitud un tanto «me da igual» de sus pares. En los peores carga con los defectos más prototípicos de las series prestigiosas, que parecen tomar más de las novelas en las que se basan que de los casos reales que esas mismas novelas tratan. No siempre hace falta que todo conecte con todo, que cada personaje tenga su trauma, su arco dramático y una resolución posible a sus conflictos. A veces el vacío de no entender motivos ni razones puede ser mucho más inquietante.
Hay algunos errores: Reena no vive en la casa de acogida y Cam sí se preocupa por la desaparición. El que la subestima es su padre, jefe policial.