Series: reseña de «Sunny», de Katie Robbins (Apple TV+)

Series: reseña de «Sunny», de Katie Robbins (Apple TV+)

Esta serie se centra en una mujer estadounidense que vive en Japón y que se pone a investigar la misteriosa muerte en un accidente de su marido y su hijo. Con Rashida Jones y Hidetoshi Nishijima. Desde el 10 de julio por Apple TV+.

Ya se dijo muchas veces y no solo por acá: Apple TV sigue siendo de las mejores y más originales productoras de series y películas (prefiero no usar la palabra «contenido») en el mundo de las plataformas, a años luz en términos de calidad que otras más conocidas. A su favor tienen, quizás, que para una compañía de las dimensiones billonarias de Apple todo este universo es pequeño, casi un juego de niños, en el que se pueden dedicar a experimentar y hasta perder dinero. Y por eso da la impresión de que lo usan para darse gustos y probar cosas.

No todas salen bien pero se valora el esfuerzo. Y así como la reciente SE PRESUME INOCENTE fue un intento de presentar un producto de ambiciones más comerciales, SUNNY es más bien todo lo contrario, salvo que se piense en el mercado japonés. La serie, basada en la novela «The Dark Manual», de Colin O’Sullivan, y producida por la trendy A24, mezcla ciencia ficción, comedia y drama para narrar una trama detectivesca centrada en una mujer estadounidense que cree descubrir que hay algunos secretos ocultos detrás de la supuesta muerte de su marido japonés y de su hijo en un accidente de avión. ¿Su compañía en la investigación? Un robot.

Rashida Jones encarna a Suzie Sakamoto, una mujer estadounidense que se fue hace muchos años a Japón –más precisamente a Kyoto–, conoció allí a un ingeniero llamado Masa Sakamoto (Hidetoshi Nishijima, el actor de DRIVE MY CAR, limitado lamentablemente a hablar en trabado inglés casi todo el tiempo), se casó con él y tuvo un hijo llamado Zen. Cuando SUNNY comienza, Masa y Zen han muerto en un trágico accidente aéreo. O eso se cree, porque a diferencia de otras víctimas, sus cuerpos no fueron encontrados y el teléfono de Masa aún suena cuando ella lo llama.

Masa trabajaba en una gran empresa tecnológica dedicada, entre otras cosas, a la fabricación de robots. Y al poco tiempo de la tragedia Suzie recibe un home-bot de regalo: una robot humanoide programada por el propio Masa para ayudarla y estar con ella. Sunny es su nombre y al principio Suzie no quiere saber nada con ella. De a poco, sin embargo, una serie de eventos la hacen dudar acerca de qué pasó con su marido y su hijo. ¿Murieron accidentalmente o fue algo provocado? ¿Murieron realmente? ¿En qué andaba Masa? ¿Qué secretos ocultan los robots?

Todo esto la lleva a comenzar una torpe investigación que organiza con la ayuda de Sunny y de Mixxy (Annie Clumsy) –una bartender a la que le cuenta su historia en el bar en el que conoció a su futuro marido–, a través de la cual se van metiendo en un mundo en el que se ocultan muchas cosas. ¿Qué sabe y no cuenta Noriko (Judy Ongg), la nerviosa madre de Masa? ¿Por qué aparecen personas involucradas en el mundo de la yakuza, la mafia japonesa, como la inquietante rubia Hime (interpretada por la actriz que responde al nombre de You y que protagonizó un par de películas de Hirokazu Kore-eda)? ¿Qué es ese «mercado negro» en el que venden productos para hackear a los robots?

SUNNY tiene un arranque excepcional, en el que colaboran además las canciones pop japonesas que la serie utiliza en sus créditos y en varias escenas, lo mismo que las locaciones y los choques culturales entre las necesidades de Suzie –que además de investigar atraviesa un período de duelo y de revisión respecto a su pasado– y los modos más formales de los japoneses que prefieren no meterse demasiado en problemas ni expresar públicamente sus dudas o su sufrimiento personal… como su intrigante suegra.

De a poco, lamentablemente, la serie creada por una de las guionistas de THE AFFAIR se enreda en uno de los problemas a esta altura típicos de estos productos que, por necesidades comerciales o descuidos creativos, se extienden más de lo necesario. En este caso, SUNNY es una serie de diez episodios de más de media hora cada uno en la cual, promediando el quinto, las protagonistas por algún motivo son perseguidas por un oso en medio del campo, además de otros detours que le quitan ritmo a un relato que funcionaría mucho mejor de un modo más compacto. Y si bien se entienden los motivos, tampoco ayuda mucho la constante decisión creativa de mezclar pasado y presente en las mismas escenas de un modo que termina resultando algo confuso.

En ese sentido, Apple TV no logra diferenciarse de otras plataformas, las que también pecan de exigir al espectador un compromiso de largo aliento cuando el mercado está saturado de productos en paralelo. SUNNY puede ser original, distinta, creativa y lograr darle una vuelta interesante –por el lado de la inteligencia artificial, por el de los choques culturales– a un relato, como tantos, ligado a la investigación de una muerte misteriosa, pero no logra torcer el imperativo comercial de la extensión. Quizás, admito, sea un problema mío por el hecho de ver tantas series largas, pero me da la impresión que hasta los espectadores más «ligeros» disfrutarían de shows más compactos.

Más allá de esos problemas, no hay duda alguna que SUNNY es original y que se mete en un territorio temático lleno de posibilidades inquietantes ligado a la inteligencia artificial, a quiénes la controlan, en manos de quiénes puede caer (acá pueden ser tan peligrosas las empresas que las fabrican como las mafias que las utilizan) y cómo eso afecta las relaciones humanas. Sunny, la robot, es ingeniosa, aprende rápido, puede hacer bromas y sabe lo que su «dueña» necesita. Pero también es celosa, vengativa, toma decisiones por su cuenta y complica las cosas. De no ser por su forma, podría ser un humano. El problema es que uno no tiene del todo claro, tanto en la ficción como en la realidad, quién o quiénes están detrás de la tecnología manipulándolo todo. Ni cuáles son sus verdaderas intenciones.