Estrenos: crítica de «Caminos cruzados» («Crossing»), de Levan Akin (cines y MUBI)
Una mujer jubilada viaja de Georgia a Estambul, acompañada de un adolescente, en busca de su sobrina, una chica trans a la que perdió de vista años atrás. En cines, desde el 25 de julio. En MUBI, a partir del 30 de agosto.
Hay tres películas en una en CROSSING, cuarto film de Levan Akin, director sueco de origen georgiano que se consagró en la Quincena de Realizadores de Cannes 2019 con AND THEN WE DANCED. Hay dos que son, en términos dramáticos, las más directas. Una de ellas se centra en un viaje que hacen, desde la ciudad georgiana de Batumi a Estambul, la capital de Turquía, una señora acompañada de un adolescente en busca de la sobrina perdida de la mujer. La otra corre en paralelo y se ocupa de una mujer trans, turca, abogada de una ONG, que puede o no ser esa chica que buscan. Pero hay una tercera, que cobija a las otras dos, que acaso sea la más interesante de todas, y es una que se ocupa de retratar los escenarios que estos personajes atraviesan. Esa película no se cuenta desde el guión sino desde la puesta en escena, pero quizás sea la que transmite las cosas mejor que lo que pueden hacerlo las idas, vueltas y giros narrativos de la trama.
Eso es lo que hace que CROSSING sea una mejor película que la anterior del realizador, que se apoyaba acaso excesivamente en un encadenamiento de fortuitos hechos dramáticos. Aquí, la directora de fotografía Lisabi Fridell se toma más tiempo para capturar el recorrido de los personajes mediante planos largos, muchos con cámara en mano, a través de los barrios populares de las ciudades que atraviesan. La película es un retrato de comunidades de bajos recursos, calles atestadas de gente, bares nocturnos, el caos urbano de Estambul y ese «otro lado» de las ciudades que no suelen verse ni en los folletos turísticos ni en las películas más convencionales.
En medio de todo eso se cuenta la sentida historia de Lia (Mzia Arabuli), una maestra jubilada que está buscando en Batumi a Tekla, su sobrina, una chica trans cuyo paradero desconoce hace años. Allí se topa con un viejo alumno suyo cuyo hermano menor, el adolescente Achi (Lucas Kankava), le asegura que la conoció pero que ella no vive más allí sino que se fue a la vecina Turquía. Todo esto dicho en secreto porque es evidente para todos que ese es un tema del que no se habla ni en público ni en voz alta con la familia. Achi convence a Lia de acompañarla a Estambul ya que, dice, él habla inglés y puede ayudarla en la búsqueda. En realidad, lo que el chico más quiere es salir de la vida gris de su ciudad.
Viajando en bus y en ferry, llevando comida en un carrito de supermercado y vendiendo joyas para pagar los pasajes, ambos atraviesan miles de kilómetros hasta llegar a la bulliciosa capital turca, donde no resulta nada fácil encontrar a Tekla. Ese recorrido involucrará pistas falsas, peleas entre ambos, separaciones (él se va una noche de fiesta por la ciudad, ella hace su circuito de búsqueda sola), reconciliaciones e intentos por hallar algo que parece imposible en una ciudad a la que, siente Lia, «la gente viene a desaparecer». En el medio lo que ambos irán descubriendo es esa otra cara de Estambul, donde viven las chicas trans –muchas de las cuales trabajan como prostitutas–, circula mucha policía y chicos piden dinero por las calles. Pero nadie parece conocer a la tal Tekla.
En el ferry de Estambul la película se desdobla para seguir en paralelo a Evrim (Deniz Dumanli), una simpática y amable abogada trans que busca legalizar su cambio de sexo mientras se ocupa de ayudar a personas de bajos recursos que son detenidas por la policía. En el medio ella vive una potencial historia de amor con un taxista con el que se cruza en la calle y el espectador tendrá todo el tiempo la sensación de que, en cualquier momento, ambas tramas se cruzarán. Lo harán, sí, pero no será de la manera esperada.
CROSSING, título que refiere a varios de los «cruces» que la película propone (de género, geográficos, generacionales y sociales), presenta a un personaje como Lia, una mujer seca y en apariencia bastante amarga que nunca ha aceptado la decisión de transicionar de su sobrina pero se obsesiona por encontrarla por motivos que se revelarán en algún momento. Lia representa a esa generación de hombres y mujeres (tanto georgianos como turcos y, seguramente, de muchísimos otros países) que no supieron aceptar, por el famoso qué dirán, las decisiones de sus hijos o sobrinos ligadas a su sexualidad o género.
Achi, más joven, lo vive de una manera un tanto más hipócrita, con un actitud distinta en lo público y en lo privado. Evrim, por otro lado, es una versión casi idealizada de esa transición, alguien que atravesó momentos difíciles pero que logró hacer su propio «cruce» pese a las trabas sociales y culturales. De todos modos, Akin no deja de mostrar a otras muchas chicas que no han tenido la misma suerte, o capacidad, que ella para superar los inconvenientes ligados a su decisión, y que siguen transitando situaciones de vida complejas, aunque parecen vivirlas con cierto joie de vivre.
El realizador jamás juzga, jamás condena y en ningún momento se corre hacia el lado de la crueldad. Akin presenta a un grupo de personajes que bien podrían vivir una serie de momentos desagradables y hasta violentos en su camino, pero nunca los pone en peligro real ni nada parecido. Viven algunas peripecias raras y situaciones incómodas pero jamás hay un intento del director de mostrar ni el mundo que atraviesan ni los personajes con los que se contactan como peligrosos ni mucho menos. Esa generosidad de espíritu es la que atraviesa CROSSING aún cuando la película caiga en algunos recursos narrativos un tanto manipuladores.
Es gracias a ese carácter observacional, retratista y sincero –deudor en más de un sentido del neorrealismo– que el film de Akin va más allá de su algo previsible trama de torcidos lazos familiares, culpas y arrepentimientos. Si Lia logra sacarse de encima sus prejuicios no es, necesariamente, gracias a volver a ver a su sobrina (el film se acerca a esa situación de un modo un tanto poético) sino a conocer el mundo que habita, las personas con las que se mueve y los sacrificios que debió haber atravesado para vivir su propia historia. Es desde la empatía que se arman los lazos, tanto los familiares como los otros, los que conforman una sociedad.
El director sueco LEVAN AKIN (n. 1979) filma esta película que comienza con un viaje desde la ciudad de BATUMI (GEORGIA) hacia el oeste que culmina en ESTAMBUL(TURQUÍA) ambas a orillas del Mar Negro y a más de 1200 km de distancia.
La protagonista LÍA (impresionante actuación de MZIA ARABULI) sufre la pérdida de su hermana que antes de morir le pide que vaya a buscar a su sobrina TEKLA que se fue a vivir a ESTAMBUL tras el rechazo de toda la familia a su condición de transexual.
MIA es una Profesora de Historia jubilada que busca información entre quienes conocieron a TEKLA y allí encuentra la colaboración del joven veinteañero ACHI (convincente debut de LUKAS KANKAVA) que irá con ella a ESTAMBUL donde puede estar TEKLA, aunque ACHI también quiere buscara su madre que se fue de su casa y puede estar en esa ciudad.
Como tercera protagonista aparecerá una abogada turca transexual llamada EVRIM (excelente actuación de la actriz trans DENIZ DUMANIL) quien orientará la búsqueda en una ciudad donde parece que la gente busca desaparecer.
Un gran mérito del director es que jamás juzga ni condena las conductas de los protagonistas y en ningún momento se corre hacia el lado de la crueldad haciendo sufrir al espectador
La película es una mezcla de caos, paz y ternura que va mostrando cómo las personas necesitan construir puentes para comunicarse y ayudarse, puentes que hay que cruzar cueste lo que cueste, para poder construir un futuro sobre la base de la identidad y la tolerancia.
Excelente película, entre las mejores del año. (9/10)