Estrenos online: crítica de «La hipnosis» («Hypnosen»), de Ernst De Geer (MUBI)

Estrenos online: crítica de «La hipnosis» («Hypnosen»), de Ernst De Geer (MUBI)

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17 Ago, 2024 10:17 | comentarios

En esta comedia dramática sueca una mujer se somete a un tratamiento de hipnoterapia y empieza a comportarse de un modo extraño en un evento social importante para el proyecto laboral que tiene con su sorprendido marido. Estreno de MUBI.

La presión social, familiar y económica de actuar de un modo correcto y apropiado ante cualquier circunstancia pública es el eje central de esta comedia sueca que utiliza un recurso, si se quiere, cercano a lo fantástico, para hablar de cómo esa fachada se puede perder de un momento a otro, con consecuencias imprevisibles. LA HIPNOSIS es una película inteligente que evita las salidas más tradicionales a este tipo de problemáticas –uno podría tranquilamente imaginarla convertida en una comedia clásica hollywoodense con alguien como Tina Fey como protagonista, por ejemplo– poniendo al espectador en un lugar bastante incómodo ante lo absurdas que se van volviendo las circunstancias.

Vera (Asta Kamma August) y André (Herbert Nordrum) son una joven pareja de enterpreneurs que están preparándose para lanzar una aplicación llamada Epione que intenta ayudar a las mujeres en temas ligados a la salud reproductiva en países del Tercer Mundo. Tienen todo el aspecto de burgueses con cierta conciencia social que, en realidad, lo que más quieren es inversores que pongan dinero en el proyecto. Y para eso Vera ensaya una anécdota autobiográfica ligada a su hemofilia que, dice, la inspiró a crear la aplicación. Pero el que parece manejar los hilos de la presentación es André y ella, por lo general, obedece sus indicaciones.

Esa prueba tiene un objetivo claro: participar en Shake Up!, un, ejem, workshop para start-ups, en el que ensayarán pitches para inversores junto a otros millennials en igual situación, todos ellos guiados por un especialista en la materia. Tras el ensayo tendrán un cóctel para socializar con los potenciales inversores (algo conocido como mixer) y al otro día deberán hacer, sí, el pitch ya frente a ellos. Pero antes de llegar allí, Vera va a visitar a una terapeuta para intentar dejar de fumar y manejar mejor su stress. La terapeuta utiliza una técnica de hipnosis por la que, luego de hacerla, Vera debería empezar a sentirse más relajada, a ser más ella misma. Y bueno, lo logra. Pero quizás en el momento menos indicado. ¿O será al revés?

Al principio esta Vera más libre, suelta y relajada es un éxito en el workshop en cuestión, ya que su actitud fresca contrasta con los nervios, formalidades u obviedades de sus colegas, incluyendo al muy asustado André. Y Julien (David Fukamachi Regnfors), el especialista/gurú en el tema, ve con buenos ojos su forma de actuar, la celebra y recomienda a los demás. Pero en cierto momento su relajación –sumada a unos tragos alcohólicos– empiezan a ser un tanto excesivos. Primero para André, que la nota demasiado cambiada, irreconocible, entre infantil y caprichosa. Y luego para el resto de los participantes del workshop, que no saben muy bien si Vera es una chica algo extraña y divertida o si de algún modo les está tomando el pelo.

LA HIPNOSIS utiliza ese recurso «mágico» para plantear, de un modo que empieza siendo muy nórdico y se va descontrolando con el paso de los minutos, cómo una pareja lidia con la presión de tener que ser exitosos, productivos, simpáticos, preocupados por los problemas del mundo pero a la vez pendientes de los bolsillos de los empresarios. Las actitudes son opuestas: André quiere cumplir como el más diligente de los enterpreneurs, a riesgo de ser un tanto cargoso por lo pegajoso, y Vera se deja llevar por la manera opuesta, rompiendo todas las formalidades y sacándole sin querer la careta a todos y a todo. Y eso, que puede sonar simpático, en el fondo es bastante incómodo, ya que su tono disruptivo pronto se convierte en un problema para todos, empezando por André.

A diferencia de buena parte del cine nórdico, que elige temáticas de este tipo para ridiculizar a sus personajes principales, De Geer actúa de una manera casi opuesta, generando empatía con ellos, aún cuando no hacen más que arruinarlo todo con los demás y entre ellos. Y lo hace, también, de una manera inteligente, permitiendo que uno lo entienda a veces a él –que no sabe qué hacer para controlarla y toma malas decisiones, aunque quizás comprensibles en su desesperación– y a veces a ella, que quizás sin ser consciente del todo de porqué hace lo que hace, da en el clavo al ridiculizar el tipo de situaciones que se generan en esos ámbitos en los que todos «la caretean» todo el tiempo.

Si bien gran parte del film transcurre en un hotel tan anodino como muchos de los participantes del evento, el realizador encuentra la manera de crear situaciones, circunstancias y manejar los espacios de modo tal que la película jamás se vuelva repetitiva o monótona. Lo que sí genera, especialmente con los que sufren de vergüenza ajena, muchísima incomodidad, una permanente sensación de querer taparse los ojos ante lo que sucede o, peor, lo que uno supone que puede llegar a suceder. Pero LA HIPNOSIS no va, necesariamente, hacia dónde uno imagina. O si va, lo hace de una manera que intriga y sorprende.