Estrenos online: crítica de «Sometimes I Think About Dying», de Rachel Lambert (MUBI)

Estrenos online: crítica de «Sometimes I Think About Dying», de Rachel Lambert (MUBI)

Una chica solitaria que trabaja en una gris oficina de Oregon se enfrenta a la posibilidad de un cambio de vida cuando un nuevo empleado se suma a su trabajo y la invita a salir. Con Daisy Ridley. Estreno: viernes 2 de agosto.

Es difícil, no? Ser una persona?« La pregunta puede parecer simple, acaso hasta banal. Pero dicha en el momento y en la circunstancia en la que se dice, en SOMETIMES I THINK ABOUT DYING, expresa todo un mundo, le da sentido al universo. No sale de la boca de Fran, la protagonista. Ella la escucha, de alguien inesperado, en el momento justo. No es una revelación, para nada. Fran sabe bien lo difícil que es eso de ser una persona. Lo que quizás no sepa, o no tenga tan en claro, que no solo es difícil para ella sino que lo es para todos.

Encarnada por Daisy Ridley en un personaje casi opuesto en energía e intensidad al que hizo en STAR WARS, Fran es una chica apocada que trabaja en una oficina gris de la zona portuaria de una pequeña ciudad de Oregon que es como una versión descafeinada de la de THE OFFICE. Todo lo que se ve o sucede allí es plano e intrascendente, desprovisto de gracia o interés alguno. Los empleados hablan acerca de planillas de Excel o debaten el uso de un ventilador. La despedida a una vieja compañera se hace con mini-pretzels y algún pastel instantáneo. Y la desabrida decoración refuerza ese carácter desabrido.

Y Fran no le escapa a ese tono descolorido, acaso sea su versión más extrema. Observado por ella, todo lo que vemos es banal y anodino. Pero Fran, a su modo, también lo es. No habla con casi nadie y va por la vida como queriendo huir de todo. El único lugar en el que parece suceder algo oscuramente creativo es en su cabeza. En sus sueños, pesadillas o mientras mira la nada como perdida, a veces piensa que se muere brutalmente. De maneras raras, sorprendentes, extravagantes. Es lo más parecido a algo fuerte que le va a pasar en la vida.

O eso parece, ya que un día llega a la oficina un compañero nuevo llamado Robert (Dave Merheje), con el que se cruzan un par de mensajes laborales entre computadoras y pronto él la invita a ir al cine. Todo será un poco incómodo ahí también porque Fran no logra o no quiere salir de su incómodo silencio, habla lo mínimo indispensable y cumple la rutina de la cita como si estuviese contractualmente obligada a tenerla. Por un buen rato no sabremos –ni Robert ni los espectadores– si prefiere eso o si quiere seguir sola, en la «parte tranquila de la ciudad», hundida en sus tragicómicos pensamientos.

SOMETIMES I THINK ABOUT DYING es una comedia, o una especie de comedia, sobre la soledad, la angustia y la muerte, una película sobre una persona que no sabe cómo manejarse muy bien en un mundo que no entiende o que no la entiende a ella. De una manera rara, caprichosa y tonalmente desorganizada, mezclando grandes momentos con otros menos logrados –las pesadillas, de hecho, no están entre lo mejor–, la película sabe ir metiéndose en algunas zonas complicadas del comportamiento humano casi sin avisar. Tenemos la sensación de estar viendo una comedia de gente tímida a la que todo le incomoda hasta que de golpe nos enfrenta a inesperadas cuestiones, si se quiere, filosóficas.

Por momentos Lambert parece manejarse con una finísima sutileza para captar detalles audiovisuales de la vida cotidiana –la manera en la que los diálogos de oficina se escuchan de fondo o el modo en el que sus compañeros entran y salen de cuadro como si fueran fantasmas– y en otros se la siente como intentando inventar alguna manera creativa de mostrar la angustia de la protagonista. Por momentos, SOMETIMES… se parece a un retrato típico de «película de Sundance» con sus personajes curiosos y excéntricos, y en otros toca zonas dolorosas acerca de cómo nos relacionamos con los demás y cómo los demás nos devuelven esa mirada.

En su cuarta película –y la primera en tener cierta trascendencia–, Lambert adapta una obra de teatro de Kevin Armento, que tuvo una anterior versión como cortometraje. Y esa mezcla de influencias estéticas y formales previas se notan en el carácter azaroso y caótico que SOMETIMES… tiene. Pero lo que nunca se pierde, pese a sus desparejos modos narrativos, es la angustiante sensación de que, detrás de su mirada entre vacía y perpleja, Fran no la está pasando bien. Sabemos poco de ella cuando empieza el film y no sabremos mucho más cuando termina. Solo que a veces piensa en morirse y, otras, cuando la luz matinal entra en su casa en el ángulo correcto, piensa que quizás tenga sentido seguir viviendo.