Festivales: crítica de «Cloud», de Kiyoshi Kurosawa (Venecia/Toronto)
En este thriller japonés, un hombre que vende productos de dudoso origen y funcionamiento online empieza a recibir amenazas y ser atacado por personas que no conoce.
El mundo virtual, se sabe, tiene sus complicaciones. Se trata de un universo inmenso y misterioso en el que uno se inserta sin tener mucha idea, realmente, de lo que hay del otro lado. A Kiyoshi Kurosawa, un veterano cineasta que tiene ya más de dos docenas de películas en su haber –y, prolífico, este año tiene dos en el Festival de Venecia–, le resultó un tema interesante para investigar y crear un relato de suspenso utilizando las muchas y muy extrañas situaciones que pueden surgir online.
La que cuenta aquí es la historia de Yoshii (Masaki Suda), un joven que se dedica a revender productos online. Su trabajo consiste en comprar distintas cosas a precios moderados –extrañas máquinas curativas, carteras de marca falsas, muñecas y otros objetos random— y venderlos en una web especializada a un valor muy superior al que los compró. Al tipo le va bien con eso, por lo que decide dejar su trabajo en una fábrica –lo que molesta a su jefe, Takimoto (Yoshiyoshi Arakawa), que le tenía fe para crecer allí–, alquilar una casa en medio de una zona alejada, mudarse con su novia Akiko (Kotone Furukawa), contratar a un asistente llamado Sano (Daiken Okudaira) y manejar todo desde allí, depósito incluido.
En el camino, sin embargo, van apareciendo algunos problemas. Hay potenciales socios que él prefiere dejar de lado, algunos productos que vende que no son del todo confiables y hasta conflictos con su asistente y su pareja por sus obsesivos métodos de trabajo. Un día, un piedrazo rompe un vidrio de su casa. Y al denunciarlo a la policía aparece la posibilidad de un sospechoso. No solo eso, la propia policía sabe que hay venta de objetos falsos en la zona y Yoshii supone que sospechan de él. A partir de allí todo se volverá más intenso, ya que el tipo podrá haber hecho mucho dinero con sus jugarretas online pero eso no resulta necesariamente gratis. Solo con buscar su nombre (uno que usa como vendedor, Ratel, que no es el real) en algún foro se dará cuenta.
CLOUD, término que uno supone hace referencia a esa misteriosa «nube» que es todo lo que sucede online, plantea un tema problemático que tiene que ver con el cruce entre lo real y lo virtual. Yoshii está muy satisfecho con sus dotes como vendedor, pero no piensa demasiado qué pasa con sus clientes descontentos. Y no solo eso: del mundo real también pueden surgir recelos. Kurosawa no aprovecha del todo la intriga o el misterio acerca de qué es lo que realmente sucede por allí ya que de un modo bastante directo pasa a la acción. O, dicho de otra manera, eso que pasa cuando un comentario online enojado pasa a tener efecto en el mundo real y termina en violencia.
Mitad drama, mitad thriller de acción y suspenso, Kurosawa –que ha hecho muchas películas más centradas en complicadas intrigas y misterios, como las célebres CURE y PULSE— prefiere ir más por el relato de género puro y duro que meterse en las ambigüedades del universo que retrata. Más allá de que hay una o dos escenas que sirven para entender la lógica de lo que sienten y hacen las personas que están del otro lado de estos «engaños», Kurosawa hará más una película de escapes, supervivencia y traiciones que un drama psicológico o uno de denuncia.
Si bien muchos parecen funcionar en la web o en las redes sociales como si todo estos lazos comunicantes con el mundo real no existiesen, la agresión online no siempre se queda en lo virtual, en la «nube». Han habido muchos casos de lo que habitualmente se conoce como doxeo (o publicación online de datos personales) que pasan de ahí a amenazas y a acciones concretas que trasladan esos fastidios a la realidad, con consecuencias problemáticas. Ojalá, eso sí, que a nadie le pase algo similar a lo que sucede aquí.