Festivales: crítica de «Todo documento de civilización», de Tatiana Mazú González (DocBsAs 2024)

El caso de Luciano Arruga –un adolescente que desapareció allá por 2009 en la zona de Lomas del Mirador del Gran Buenos Aires, muy cercana a la Capital, luego de haber sido detenido por la policía bonaerense, y cuyo cuerpo recién apareció, enterrado como NN, más de cinco años después en el Cementerio de la Chacarita– es el disparador de este ensayo documental de Mazú González, premiado en el festival FIDMarseille, que se apoya principalmente en el testimonio de la madre de Luciano, Mónica Raquel Alegre, para construir algo así como un análisis audiovisual del caso y del tema del «gatillo fácil» en la zona.

Según todos los involucrados en el tema, Arruga era un chico de 16 años a quien la policía presionaba para que robe para ellos, actividad delictiva «protegida» que es bastante usual en la zona. Como el chico se negaba a hacerlo, algunos policías fueron presionándolo e intimidándolo hasta que en el límite entre el GBA y CABA tuvo lugar un «accidente» que terminó con su vida, crimen que fue ocultado y escondido por años y años.

Mientras escuchamos los testimonios e historias de la madre soltera del chico hablando de cómo era Luciano, sus sueños, sus ideas, su pasión por la literatura, sus intenciones y su vida, la realizadora de RIO TURBIO va armando un rompecabezas visual de la zona, mostrando las calles, los cruces, los lugares por los que transitaba, los límites y puentes, muchas veces utilizando imágenes de Google Earth para escenificar el espacio en el que se cometió el crimen y en el que existían (y quizás sigan existiendo) este tipo de actividades.

De a poco, la realizadora va incorporando otras historias y otros rostros en el relato, ya que sus imágenes dejan entrever –casi siempre en un segundo plano– las marchas, las voces, los reclamos y las distintas convocatorias ligadas no solo al caso de Arruga sino a otras víctimas del llamado «gatillo fácil» de la Bonaerense. TODO DOCUMENTO DE CIVILIZACION –frase tomada del texto «Sobre la historia» del filósofo alemán Walter Benjamin– reflexiona sobre la barbarie que coexiste con la supuesta civilización en dialéctica relación, pone en juego los procedimientos y estatutos del poder como actos violentos.

Visualmente, la realizadora interpela estos temas desde imágenes y sonidos disociados que, mediante similar procedimiento, van construyendo un fantasmal campo de batalla, un lugar de lucha –de clases, de control del espacio público, de formas de ver el mundo– que se repite en el tiempo y en un espacio concreto en el que se enmarcan una serie de fronteras: entre localidades, entre conceptos, entre formas de ver el mundo y, más que cualquier otra cosa, entre la vida, la muerte y los que pueden decidir sobre ellas.