Estrenos: crítica de «Beetlejuice, Beetlejuice», de Tim Burton
A 36 años de la original se estrena la secuela de la clásica comedia de fantasmas de Tim Burton protagonizada por Michael Keaton y Winona Ryder, esta vez acompañados por Jenna Ortega, Mónica Bellucci y Willem Dafoe, entre otros.
Los que tenemos «cierta edad» recordamos que la original BEETLEJUICE no logró, al menos internacionalmente, el éxito que tuvo en los Estados Unidos. Estrenada como EL SUPERFANTASMA (en España, se le puso el inolvidable título de BITELCHÚS) fue revalorada y redescubierta gracias a los videoclubes luego de la fama que adquirió Tim Burton tras BATMAN y EL JOVEN MANOS DE TIJERA (o EDUARDO MANOSTIJERAS en España), películas que lo consagraron como uno de los cineastas con un estilo personal dentro de los parámetros de Hollywood. El tipo de comedia de fantasmas bizarra que proponía BEETLEJUICE ya no sorprende ahora tanto como entonces y convengamos que Burton no está en el momento máximo de su creatividad, pero así y todo su BEETLEJUICE BEETLEJUICE resulta una simpática secuela de la original.
Algo de la energía anárquica de la original permanece en esta película, realizada 36 años después y con parte del elenco original. No están más Geena Davis ni Alec Baldwin, pero sí regresan Winona Ryder, Michael Keaton y Catherine O’Hara, los tres personajes más destacados de aquel film. Las acciones se retoman en la actualidad con Lydia Deetz (Ryder) convertida en una conductora de un programa de TV sobre experiencias paranormales que sigue enervándose por las apariciones de la fantasmagórica y cruelmente simpática figura del tal Betelgeuse (ese es el nombre, propiamente dicho, del personaje de Keaton). Quizás no sea casual que lo ve aparecer justo cuando se entera a través de su madre artista (O’Hara) que su padre ha muerto en un accidente extraño en el mar (la película resuelve el no contar con el actor original vía una escena de animación) y va en camino al más allá.
A la vez, Lydia atraviesa otros inconvenientes personales. Su novio/productor (Justin Theroux) quiere casarse aún cuando ella no está convencida de hacerlo mientras que su hija adolescente, Astrid (Jenna Ortega, la nueva It Girl de este tipo de universos tras la serie WEDNESDAY/MERLINA, de la que Burton dirigió varios episodios) desprecia y se burla de todo lo que su madre representa, especialmente porque le hacen bullying en la escuela por la supuesta conexión familiar con el mundo de los fantasmas. Por otro lado, accidentalmente, una mujer cuyo cuerpo fue despedazado y puesto en baúles separados vuelve a la vida y literalmente se cose y abrocha a sí misma. Es Delores (Monica Bellucci), que irá liquidando gente a su paso mientras intenta acercarse a los protagonistas con oscuras intenciones.
Eso es, más o menos, el planteo de la secuela. Habrá un novio potencial de Astrid (Arthur Conti), volverán Bob y los otros gigantones con pequeñas cabezas y Keaton funcionará –hasta cierto punto al menos– más como maestro de ceremonias que otra cosa. Burton ingresará al «otro mundo» e incorporará allí otras nuevas situaciones, «procedimientos burocráticos» (el más obvio y llamativo es el «Soul Train» o Tren de las Almas, inspirado en este extraordinario programa de TV musical) y personajes (Willem Dafoe hace de un actor al que no le fue bien haciendo sus propias escenas de riesgo) en un mismo espíritu «tren fantasma» que tenía la original, mitad parque de diversiones de terror liviano, mitad catálogo de muñecos y disfraces para vender en el próximo Halloween.
Habrá canciones usadas en escenas absurdas que no siempre funcionan bien (un gran sí a esta y un gran no a esta otra) y muchos easter eggs, cameos simpáticos y guiños a momentos, canciones y escenas de la película original. También, de un modo caprichoso pero divertido, habrá un homenaje a Mario Bava y al cine de terror italiano de los ’60. Pero si bien hay mucho fan service en tomar elementos de la original y refritarlos décadas más tarde, la película no se excede en su costado retro. Así como existe en Broadway un musical llamado BEETLEJUICE que sí funciona como un homenaje hecho y derecho a la película original, la secuela intenta, al menos un poco, expandir la idea y agregarle algunos elementos novedosos. Nada radical ni demasiado sorprendente, pero al menos termina siendo un producto simpático y no indigesto.
¿Es toda la película una muestra más de la maquinaria hollywoodense para seguir exprimiendo productos conocidos (los llamados «IP») hasta que no haya más nada para sacar de ellos? Quizás sí. Su aparición después del éxito de MERLINA no es casual: sumarla a Jenna Ortega al paquete debe haber sido central para que la secuela se concretara a tantos años de la original. Pero, pese a esa batería de cálculos comerciales que la rodea –y que, vamos, rodea a todo Hollywood–, la película es entretenida, visualmente más creativa que las últimas de Burton y con un guión que tiene mucho y bastante bien aplicado humor. Si a eso se le suma un elenco de actores talentosos que no le tienen miedo al ridículo, mejor todavía. Es claro que BEETLEJUICE BEETLEJUICE no será el clásico que fue el original, pero alegra saber que el director de tantas películas inolvidables no perdió del todo sus mañas ni su bizarra sensibilidad.