Estrenos: crítica de «La estrella azul», de Javier Macipe

Estrenos: crítica de «La estrella azul», de Javier Macipe

por - cine, Críticas, Estrenos
09 Sep, 2024 08:02 | 1 comentario

En este drama musical, un rockero español llega a la Argentina en los años ’90 a investigar el mundo del folclore nacional y su vida da un vuelco inesperado. Estreno: 12 de septiembre.

La historia es simple y casi modélica, apoyada en décadas de biografías musicales, con sus historias de ascensos, caídas y vueltas a empezar. Pero en su forma, en sus resonancias y en la emoción que provoca, LA ESTRELLA AZUL se separa del resto, deja de ser una biopic de un músico para ser una reflexión sobre la creación, sobre cómo el arte y la vida se conectan, o deberían conectarse. Una película sobre la dificultad de sobrevivir en un mundo que no parece hacerle lugar a aquellos cuyas búsquedas personales no se acomodan a las necesidades de eso que llaman mercado.

Mauricio Aznar fue un músico de rock de Zaragoza que tuvo un éxito relativo y fugaz con una banda de rockabilly clásico llamada Más Birras, allá por los años ’80 y ’90. Pasado un poco de drogas y agotado del mundillo que lo rodeaba, Mauricio empezó a tomar distancia de todo y se obsesionó con el folclore argentino, más que nada con Atahualpa Yupanqui, su música y filosofía de vida. A tal punto llegó su obsesión que el tipo decidió venirse en los ’90 al país con el objetivo de conocer a su ídolo y de estudiar en profundidad el folclore argentino.

La película, que juega con los límites entre el documental y la ficción de una manera que podría definirse como «iraní» (rompiendo la cuarta pared, incorporando personas que se interpretan a sí mismas o a parientes suyos y así), se mudará al interior argentino, con Mauricio parando primero en Cosquín y descubriendo que lo ve ahí no se corresponde con la idea de música auténtica que él tenía en su cabeza. Las circunstancias lo llevarán a conocer en una peña cercana a Demi Carabajal (encarnado por sí mismo) y rápidamente lo convencerán de viajar a Santiago del Estero, a conocer a Carlos Carabajal (interpretado por Cuti, su hermano menor) y aprender de él los secretos de la chacarera.

Gran parte de la película transcurrirá allí, con Mauricio (interpretado por Pepe Lorente) en la casa de Carlos y de su familia, conviviendo con ellos y embebiéndose más de su forma de vida y de entender la música que de la composición en sí, algo que –asegura Carlos– vendrá después, casi naturalmente, a partir de las experiencias cosechadas. Es en Santiago, entre reuniones musicales, charlas, paseos y algún conato de romance con una de sus hijas, que la película encontrará su centro, con una relación que el director describe como similar a la del Karate Kid con el Sr. Miyagi. Para Mauricio las experiencias serán reveladoras en un sentido profundo, pero al regresar a España se dará cuenta que no las podrá aplicar de la manera deseada. Que la realidad que dejó vuelve a imponerse de manera cruel.

Elegida como una de las tres precandidatas por España al Oscar, LA ESTRELLA AZUL es una coproducción entre ese país, Argentina y Uruguay que se filmó en varias etapas por la llegada de la pandemia. Tras investigar durante muchos años el tema, Macipe logró llegar a algo esencial, pasando por alto muchas circunstancias específicas y eludiendo los pasos más previsibles de este recorrido para poner el eje en lo esencial: la comunicación entre Mauricio y los Carabajal, un encuentro cultural/filosófico que –más allá de algún que otro momento en el que conecta de un modo algo inocente el interior argentino con una idea de «pureza»– evita caer en cualquier tipo de exotismo o idealización para intentar un acercamiento honesto, humano y real.

Los une una manera de entender al mundo, que la película conecta filosóficamente con Yupanqui. Los Carabajal le comentan a Mauricio sobre su manera de funcionar por fuera de los circuitos comerciales del folclore argentino (a Cosquín ni los invitan, dicen) y hay algo de esa autenticidad que fascina al músico aragonés. Y lo mismo pasa en su manera de interpretar la chacarera, quitándole toda «floritura» para llegar a algo puro y esencial, tarea que a Mauricio le cuesta bastante. Solo basta ver a los niños de la familia tocar el bombo o bailar para darse cuenta de que hay cosas que no se aprenden fácilmente sino que son parte de una forma de vida.

Incluyendo imágenes de la propia producción de la película y algunos otros giros sorpresivos sobre el final, LA ESTRELLA AZUL se irá convirtiendo de a poco en un relato triste y doloroso sobre el choque entre ese ideal artístico –se canta como se vive– y lo que supone reinsertarse en un mercado que no entiende muy bien las decisiones del artista. Cuando Mauricio toca una chacarera con su guitarra acústica en un bar en Zaragoza se escuchan de fondo las quejas y los gritos de alguno que le pide que haga alguna de sus canciones conocidas. Entre eso y otras circunstancias personales, el hombre se dará cuenta que quizás no hay un lugar en el mundo para él.

Viendo LA ESTRELLA AZUL me resultaba imposible no pensar en Luca Prodan, un hombre que también vino a la Argentina escapando de un mundo de adicciones en Inglaterra y que intentó rearmarse aquí de una manera no tan radical como la de Aznar (armó una banda de rock, digamos, no se puso a tocar chacareras en peñas santiagueñas) pero que sí sintió que acá encontraba algo así como un lugar donde podía ser más auténtico. No es muy distinto el recorrido de Mauricio, quien descubrió, quizás tarde, que la autenticidad tiene la mala costumbre de darse la cabeza contra la pared.