Estrenos: crítica de «Un silencio» («Un silence»), de Joachim Lafosse
La estabilidad de la familia de Astrid, esposa de un conocido abogado, se resquebraja repentinamente cuando se hacen públicos algunos secretos personales que involucran a su marido. Con Emmanuelle Devos y Daniel Auteuil.
El título de la película –que bien podría haber sido «De eso no se habla» o «Mejor no hablar de ciertas cosas«, por citar dos frases comunes que le son aplicables–, tiene una particularidad. El film del belga Lafosse no se llama «Silencio» ni «El silencio» sino UN SILENCIO, como demarcando claramente a cuál de ellos se refiere. Este drama familiar no está construido para intentar develar precisamente eso pero sí es una forma de pensar y entender este drama familiar que, siguiendo con el juego de títulos posibles, bien podría haberse llamado «Vicios privados, virtudes públicas«, como aquella película de Miklós Jancsó.
La protagonista es Emmanuelle Devos, a quien vemos en la primera escena manejando, claramente perturbada, con rumbo desconocido. Allí se verá con una mujer –pronto sabremos que es algún tipo de detective de la policía, interpretada por Jeanne Clerhal– y hablará con ella de algo que sucedió con su hijo, a quien perdió de vista la noche anterior y, uno entiende, terminó metido en algún tipo de hecho violento. De primera impresión no queda muy claro qué es lo que pasó y menos aún cuando Lafosse decide, sin hacer ningún tipo de aclaración en pantalla, volver el tiempo atrás para contar cómo llegamos hasta allí.
Devos encarna a Astrid, la esposa de François, un prestigioso y reconocido abogado muy mediático que está defendiendo a una familia que vivió una tragedia cuando sus hijos fueron asesinados. Interpretado por el veterano Daniel Auteuil, François es un hombre serio y ocupado, de esos que no parecen tener tiempo para nada que no sea su trabajo. La pareja tiene un hijo adolescente, adoptivo, llamado Raphaël (Matthieu Galoux), distante y silencioso, que tiene algunos problemas en la escuela que preocupan a su madre.
La primera impresión de que algo no está del todo bien –o que está peor de lo que uno cree– aparece cuando llega a la casa la hija mayor de la pareja, Caroline (Louise Chevillotte), que no vive con ellos. La mujer habla con su madre, se niega a ver a su padre y le cuenta a Astrid que un familiar hará una denuncia ligada a la vida personal de su padre, acerca de algo que sucedió hace más de 25 años y que todos parecían haber olvidado o dejado pasar. Si bien es bastante evidente a qué se refiere, dejaremos la intriga y no diremos de qué se trata ni lo que empezará a aparecer a partir de esa y de otras revelaciones.
UN SILENCIO va empezando a abrir ciertas puertas que todos parecían querer mantener cerradas por distintos motivos. Astrid, quizás la principal responsable de mantener «un silencio», apoya a su marido y trata de considerar que todo es algo superado, del pasado. Pero la evidencia no solo probará que no es así sino que esos comportamientos de su marido invadieron la vida familiar de maneras perniciosas, impensadas. Dicho de otro modo: su silencioso hijo también está al tanto de muchas de las cosas que pasan y de las que nadie habla. Y cada uno lidia con esos secretos y ese silencio a su manera.
Lafosse trabaja la historia de UN SILENCE de una manera más calma y reposada que en su anterior película, el intenso drama familiar LES INTRANQUILLES, que como casi toda su filmografía pone el eje en las relaciones de pareja y/o entre padres e hijos. Es una seriedad y oscuridad la que propone que, entiende el realizador, se acomoda mejor al tipo de densidad de lo que se está contando. Una vez que las revelaciones, que son varias, empiecen a aparecer, se entenderá la elección y, quizás, hasta la necesidad de ese tono sombrío.
Un tanto opaco por momentos –especialmente en su primera media hora–, UN SILENCIO se volverá más angustiante en función de las consecuencias que esa serie de revelaciones tiene en la familia. Si bien la hija las conoce y por eso ha decidido alejarse, el espectador no sabe hasta qué punto los demás están al tanto y qué es lo que van a hacer cuando corran el riesgo de hacerse públicas. ¿Ocultarlas para mantener una falsa imagen de estabilidad? ¿Disculparlas como algo del pasado, superado o en proceso de serlo? ¿O hacer algo al respecto?
Lo que no quedan dudas, al menos para Lafosse, es que los silencios (y ese silencio, especialmente) alrededor de un secreto son casi tan peligrosos y problemáticos como los secretos en sí mismos. En ese sentido, la historia se transmite a través del rostro de esa gran actriz que es Devos. Allí hay negación, incomprensión, dudas, miedos, terror, arrepentimiento y dolor. Es una tragedia familiar que se vivencia a través de las experiencias de una mujer que, cuando debía haber hablado, no quiso, no supo o no pudo hacerlo.