Estrenos online: crítica de «El misterio de Salem’s Lot» («Salem’s Lot»), de Gary Dauberman (Max)
En esta versión cinematográfica de la clásica novela de Stephen King se narra lo que sucede en un pueblo de Maine con la aparición de vampiros. Estreno: 3 de octubre en Max.
Hay un problema en filmar un clásico y volver sobre la misma historia, a modo de remake, muchas décadas después. Por un lado, porque aquello que impactó y sorprendió en su momento ya no volverá a hacerlo, ya que eso que fue novedoso o llamativo ha pasado a ser canónico, «influyente», un standard de la industria. Por diversos motivos, eso es lo que pasa con SALEM’S LOT, la nueva adaptación de la novela homónima de Stephen King, una de sus primeras y un clásico «fan’s favorite» del autor de CARRIE y EL RESPLANDOR. La novela, que acá se título también EL MISTERIO DE SALEM’S LOT, nunca tuvo una versión cinematográfica propiamente dicha hasta ahora. Las dos que tuvo fueron miniseries: una clásica, dirigida por Tobe Hooper en 1979, que se llamó acá LA HORA DEL VAMPIRO y otra, de 2004, de Mikael Salomon, con Rob Lowe como protagonista.
En cierto sentido es raro que, en este momento de explosión de series largas, se haya decidido reducir en lugar de expandir la historia, pero la decisión es bienvenida: la trama es bastante directa, concisa y específica por lo que tampoco tendría sentido expandirla por seis o ocho episodios (las miniseries originales tenían dos; eran otras épocas) ni agregarle subtramas intrascendentes. Lo que no logra resolver esta versión dirigida por Gary Dauberman (guionista de las sagas ANABELLE e IT, entre otras) es cómo hacer volver fresco y novedoso aquello que aportó la dupla King/Hooper al imaginario vampírico de los años ’70. Lo que entonces fue novedad hoy es estereotipo, casi lugar común, y le es muy difícil a Dauberman alterar esa lógica, especialmente a partir del formato entre retro y respetuoso que la película tiene.
Es difícil, a la vez, saber hasta qué punto la película fue alterada a partir de su concepción original. Según detallan varias notas periodísticas, SALEM’S LOT se filmó entre fines de 2021 y principios de 2022, y el estreno se anunció originalmente para fines de ese año y en cines. Pero en esa época pospandémica Warner comenzó a hacer cambios en su política de estrenos, cancelar y «tirar a la basura» películas terminadas (como es el caso de BATGIRL) y derivar muchos títulos directamente a su plataforma, entonces llamada HBO Max. La película iba a llegar en 2023 y tampoco lo hizo. Y recién sale ahora, por Max, a dos años de la fecha original. Es imposible saber qué cambió. Lo que uno puede especular al verla es que la consideraron lo suficientemente «aceptable» como para tener un lanzamiento de este tipo, pero no uno de las dimensiones de IT u otras adaptaciones de King que tienden a encontrar un nicho en las salas de cines.
Se entiende, en cierto punto, la decisión, ya que no se trata de una gran película sino de, apenas, un formalmente aceptable repaso de los ejes centrales de la trama original, con alguna modificación de personajes, circunstancias y locaciones. Y no mucho más. SALEM’S LOT cuenta nuevamente la historia de Ben Mears (Lewis Pullman, hijo de Bill Pullman), un escritor que vuelve a su Maine natal a escribir una novela sobre una vieja casa supuestamente embrujada que se conecta con su historia familiar. Al llegar al lugar y rápidamente enamorarse de una chica local, Susan (Makenzie Leigh), Ben nota que en esa casa vive un personaje extraño, un hombre con aspecto de aristócrata europeo llamado Richard Straker (el muy buen actor danés Pilou Asbæk), que esconde secretos que son obvios para cualquiera que vio una sola película de vampiros en su vida.
Una caja misteriosa llena de polvo arriba a la casa, dos hermanitos son secuestrados, uno de ellos reaparece ya convertido en otra cosa (si vieron la original, la escena tiene sus similitudes pero no causa el mismo impacto) y otro de los niños de la ciudad, Mark (que en esta versión es afroamericano y lo interpreta Jordan Preston Carter), se suma a la lucha contra las supuestas posesiones vampíricas, quizás con más ahínco y talento que el resto de los habitantes de Salem’s Lot, que incluyen al alcohólico Padre Callahan (John Benjamin Hickey), a un ex maestro de Ben (Bill Camp) y a la escéptica doctora que encarna Alfre Woodard, entre otros. Y así, amigos, sin grandes alteraciones en relación a la historia conocida, avanza SALEM’S LOT, una novela cuyo sustancial aporte en su momento estuvo ligado más que nada a su entonces original combinación del universo gótico tradicional con la vida de un pueblo chico norteamericano con todos sus personajes característicos.
La reducción de tiempo, eso sí, conspira contra el desarrollo de los personajes. Al faltarle buena parte de las pequeñas peculiaridades que volvían inquietante al pueblo en cuestión, los protagonistas no tienen demasiada entidad y todo lo ligado a lo sobrenatural se vuelve casi el único componente relevante, sin que los otros tipos de horrores propios de un pueblo chico tengan su importancia. Sin esa doble entrada –o, digamos, sin que esa doble forma de acercarse a la historia tenga verdadero peso–, la historia se achata y es otro elemento más que conspira para volverla aún más convencional.
Pese a todo eso Dauberman se las arregla para crear algunas buenas secuencias, tiene la inteligente idea de que Mark sea casi el principal protagonista (el chico que lo interpreta es muy bueno), aporta un cierre bastante espectacular que transcurre en un lugar diferente al de la novela (y la miniserie) original, y en cierto modo intenta cerrar el círculo entre retro y «homenaje» que la película posee. Pero es un film menor, que no sumará demasiado al legado de Stephen King y Tobe Hooper. Quizás, la factoría de productos King –que hoy el escritor aprueba con mucho más agrado y facilidad que antes– empiece a generar secuelas y esas cosas. Pero es no cambiará nada. No se tratará ya de cine sino de negocios.
O sea una porquería, metieron un niño afroamericano y una doctora de color , cuando los originales nada que ver, todo arruinan , por mejor leer que ver estas porquerías
¿Infiero que dice que lo arruinaron porque agregaron a dos afroamericanos?
Teléfono para Diego Lerer (el amigo de Federico ya cerró el INADI).