Estrenos online: crítica de «¿Quién mató a las Maggie Moore?» («Maggie Moore(s)), de John Slattery (Max)

Estrenos online: crítica de «¿Quién mató a las Maggie Moore?» («Maggie Moore(s)), de John Slattery (Max)

En esta comedia policial un hombre contrata a un asesino a sueldo para matar a su esposa y luego, para confundir a los investigadores, lo vuelve a contratar para matar a otra mujer que tiene el mismo nombre. Con Jon Hamm y Tina Fey. En Max.

Hay dos películas muy diferentes compitiendo entre sí en ¿QUIEN MATO A LAS MAGGIE MOORE? Una de ellas, la menos interesante de las dos por más que John Slattery le dedique mucho más tiempo, es una comedia policial tonta, un sub-sub FARGO que parece escrito por una IA entrenada para imitar a los hermanos Coen y dirigida por alguien que no tiene mucha idea de cómo hacer para que ese tan particular tono funcione. La otra, que corre en paralelo y con la que se cruza de vez en cuando, es una comedia romántica amable y relativamente cálida, una que logra darle algo de aire, ocasionalmente, a su literal película vecina.

El caso, al parecer inspirado en uno de la vida real, comienza presentándonos a un tal Jay Moore (Micah Stock), el patético dueño de una franquicia de comidas rápidas que tiene un arreglo perverso con un proveedor pedófilo que le vende alimentos vencidos a cambio de material pornográfico. Cuando su esposa se entera que Jay está metido en eso, amenaza con denunciarlo. Desesperado, Jay contrata a un tal Kosco (Happy Anderson), un asesino a sueldo, para que le de un susto. El tal Kosco, un tipo grandote y bastante tosco, termina matándola. La mujer de Jay se llama Maggie Moore (Louisa Krause), pero no es la única con ese nombre en la ciudad.

¿Por qué, como adelanta el título en castellano, matan a más de una? Fácil. Shockeado por la noticia y sabiéndose potencial sospechoso de haber asesinado a su mujer, a Jay se le ocurre una idea que cree genial. Al enterarse que existe otra Maggie Moore en la ciudad, decide volver a contratar a Kosco para que la mate a ella también. Jay supone que eso confundirá a la policía, que pasará a suponer que el responsable fue algún asesino en serie o que alguna confusión de nombres y personas tuvo lugar. Y así es que el grandulón mata a la otra Maggie Moore (Mary Holland). Pero, previsiblemente, las cosas en lugar de solucionarse se complicarán.

El investigador de los crímenes será Jordan Sanders (Jon Hamm), el amable y cauto jefe de la policía local, un hombre viudo que anda siempre acompañado de Reddy (Nick Mohammed, de TED LASSO), su amigo supuestamente gracioso y peculiar confidente a la hora hablar de sus problemas sentimentales. Es allí que tendrá lugar el cruce de historias ya que, investigando el caso, Jordan se topa con Rita (Tina Fey), una vecina de los Moore, que escuchó discusiones entre ellos y piensa que algo puede haber pasado ahí. Rita es una mujer divorciada con la que Jordan conecta rápidamente, por lo que en paralelo a la investigación policial, MAGGIE MOORE(S) le prestará atención a la tortuosa vida romántica de ambos.

Dirigida por el también actor John Slattery (compañero de aventuras de Hamm en MAD MEN; interpretaba al inolvidable Roger Sterling), esta comedia policial bastante negra se ocupará más que nada de la creciente cantidad de confusiones y problemas en los que se meten los involucrados en los asesinatos (terminan siendo muchos más que los nombrados, uno más irritante que el otro), enredando una y otra vez una situación que puede sonar simpática en los papeles pero que en la práctica tiene poca gracia y una violencia excesiva para la ligereza del tono.

Sanders (que cumple el rol del personaje que todavía tiene fe en los seres humanos, como la detective que encarnaba Frances McDormand en FARGO) es, quizás junto a Rita, el único que parece pensar con la cabeza en este conglomerado de idiotas, pero a la vez está más ocupado en su relación con ella que en resolver el caso. Es que ambos tienen un pasado romántico doloroso y les cuesta, especialmente a él, volver a abrirse a conocer gente y, con suerte, a enamorarse. Pero esa cálida comedia romántica que juegan estos dos carismáticos actores queda tapada, narrativamente hablando, por los intrascendentes problemas policiales.

Además de no encontrar de todo el tono, Slattery lidia con un guión que presenta todos los hechos de entrada, por lo cual la única intriga real es saber si atraparán o no al bobalicón de Jay, que no hace más que meter la pata una y otra vez. Pero el problema no ese, sino que tengo la sensación de que no serán muchos los espectadores preocupados por descubrir quién pagará las consecuencias de la cadena de confusiones disparadas por las Maggie Moore muertas. Lo que sí probablemente les importe es saber más acerca de la relación entre Jordan y Rita. El problema es que el guión está tan ocupado con otras cosas, que se olvida de ellos por un buen rato. Y, cuando finalmente se acuerda, quizás ya sea demasiado tarde para salvar a esta fallida película.