Festivales: crítica de «Viet and Nam», de Truong Minh Quy (Valdivia)
Esta película se centra en una historia de amor entre dos jóvenes que trabajan juntos en una mina de carbón y en la búsqueda del cuerpo del padre de uno de ellos, que murió en la guerra.
Un cruce de historias –familiares, románticas, nacionales– tienen lugar en VIET AND NAM, la intrigante y visualmente seductora película de Truong Minh Quy que tuvo su estreno mundial en la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes para llegar ahora a la competencia internacional de Valdivia. Se trata de un film deudor, en muchos sentidos, del cine del tailandés Apichatpong Weerasethakul. Y si bien esa deuda estilística –y otras de corte festivalero– se notan en su relativamente familiar proceder, el realizador vietnamita encuentra una manera igualmente distintiva de trazar la historia de una persona, una familia y un país.
Viet y Nam son dos jóvenes que, a principios de los 2000, trabajan juntos en una oscura y peligrosa mina en el norte de Vietnam. En los descansos del trabajo hablan y hacen el amor, a escondidas de sus compañeros de trabajo. Pese a su romance, Nam (Pham Thanh Hai) está planeando irse de Vietnam, escapándose de una forma un tanto enredada adentro de un contenedor, lo cual intensifica y problematiza la relación que tiene con el más opaco Viet (Dao Duy Bao Dinh), personaje que la película no desarrolla demasiado.
Hay una trama en paralelo que termina siendo igual o más importante que la historia de ambos, si bien los involucra, especialmente a Nam. Es que su padre ha muerto en la guerra con los Estados Unidos sin llegar a conocerlo, promediando los años ’70, y su cuerpo nunca se ha hallado. Su madre Hoa (Nguyen Thi Nga) tiene constantes sueños en los que cree verlo y hablar con él, pero desconoce su paradero, algo que les sucede a muchos allí y que, evidentemente, es un problema tan grande que se mencionan esos casos diariamente por la TV.
En su búsqueda Hoa se unirá con «Uncle» Ba (Le Viet Tung), un amigo y compañero de batalla de su fallecido padre, y los cuatro se unirán en la búsqueda de su cuerpo, siguiendo a una supuesta vidente que dice saber donde están estos cuerpos y organiza expediciones con otras personas en similar situación. Es así que, en paralelo a los problemas y placeres de la relación entre los dos jóvenes (la película tiene un par de relativamente francas escenas de sexo), Quy se mete de lleno en el tema de los traumas que quedaron del conflicto que en Occidente llamamos «guerra de Vietnam» (los vietnamitas la llaman «Guerra contra los Estados Unidos»).
En el film estos ejes son bastante más difusos que este resumen, ya que los tiempos parecen estar alterados más de una vez, no siempre son claras las relaciones familiares y la forma de filmar en planos a distancia y en 16mm. es elegante pero, en medio de la oscuridad reinante, todo se vuelve por momentos y ex profeso, un tanto confuso. Pero en lo temático es claro –de hecho, la película fue prohibida en Vietnam por la supuesta «mala imagen que da del país»– y eso, junto a la elocuencia de la puesta en escena, es finalmente lo que importa. Se trata de un film que posee ese lento e hipnótico tranco de las películas de Weerasethakul y raramente se mueve de esa línea.
Hay una sugerente línea que ese tono habilita y es una que tiene que ver con esa zona difusa que va entre la realidad, el sueño y la fábula. En más de una oportunidad –y a partir de la manera en la que muchas escenas están filmadas–, VIET AND NAM parece manejarse en un territorio onírico, en el que no queda muy claro qué de lo que vemos sucede y qué es imaginación. Hay un personaje que cree ver muertos en pedazos de tierra, por momentos el carbón se confunde con un cielo estrellado y hasta los tiempos de la historia parecen cruzarse, casi como un rompecabezas. Son elecciones que producen efectos contradictorios, ya que dificultan la lectura pero a la vez aportan al clima de melancólico y seductor misterio que envuelve a toda la propuesta.