Contracampo: crítica de «El repartidor está en camino», de Martín Rejtman

Contracampo: crítica de «El repartidor está en camino», de Martín Rejtman

por - cine, Críticas, Festivales
26 Nov, 2024 10:27 | Sin comentarios

En este documental, el director de «Silvia Prieto» sigue a varios inmigrantes venezolanos en la Argentina que trabajan como repartidores para aplicaciones.

Los títulos de las películas muchas veces demarcan su territorio de sentido ya que ofrecen un significado o un tipo de lectura que puede cambiar bastante según como se las prefiera llamar. Solo basta pensar el caso de LA LIBERTAD, de Lisandro Alonso. ¿Qué habría sucedido con la repercusión de la película y con las ideas que despertó si se hubiera llamado EL HACHERO, como entiendo que originalmente se pensó? De un modo quizás opuesto, la película de Rejtman tiene un título y un texto de presentación ligado a la cantidad de venezolanos que han emigrado a la Argentina que llevan a leer lo que se cuenta en función de un vector fundamental: la vida de los inmigrantes venezolanos que trabajan como repartidores para aplicaciones aplicaciones tipo PedidosYa o Rappi. Y mi impresión es que EL REPARTIDOR ESTA EN CAMINO no es una película sobre eso. O no solo sobre eso.

En un sistema que es habitual en el cine del director de SILVIA PRIETO y LOS GUANTES MAGICOS, se sabe por dónde una película empieza pero es imposible saber para dónde irá. La deriva narrativa es el modus operandi tradicional de Rejtman en sus ficciones y lo ha sido también en sus documentales, especialmente en COPACABANA, centrado en cierto modo en la vida y costumbres de inmigrantes bolivianos en la Argentina. EL REPARTIDOR… tiene, sí, como eje temático la experiencia de los venezolanos que trabajan como delivery en Buenos Aires, pero es un film sobre muchas otras cosas. En particular –o en el que más me intereso de todos los temas que recorre–, un film sobre ese otro lado de las ciudades, esa zona inexplorada que nadie observa o bien que existe cuando poca gente la atraviesa.

EL REPARTIDOR… puede ser vista también como una crónica visual sobre los llamados “trabajadores esenciales” durante la pandemia, muchos de ellos repartidores que recorrían una Buenos Aires desierta y fantasmagórica con sus bicicletas, sus cajas y tapabocas, especie de luchadores contra una fuerza invisible que ataca y amenaza de muerte a la mayoría de los habitantes de una ciudad post-apocalíptica. Durante la primera mitad del film, Rejtman los acompaña a distancia en sus recorridos mientras buscan comida, la llevan y la entregan, cuando esperan fuera de restaurantes y shopping centers (las escenas filmadas en el Abasto son impresionantes), son rociados con desinfectantes y se les controla la temperatura. Es un retrato inquietante y misterioso de esas noches del 2020 que hoy parecen lejanas.

De a poco la película va estableciendo una conexión con un grupo de estos repartidores que son originarios de Venezuela, a los que Rejtman sigue ya por fuera de sus actividades profesionales, mientras se juntan, cantan, beben o simplemente conversan. Y eso derivará hacia otros recorridos, algunos instigados por esta conexión y otros, no tanto. EL REPARTIDOR… incluirá escenas en Caracas y otros lugares de Venezuela, no siempre ligados a los repartidores en cuestión, así como otras derivas curiosas y sorpresivas que van llevando a las historias que cuenta Rejtman –como pasa en sus películas y especialmente en sus cuentos– a lugares inesperados y muy alejados de su aparente premisa inicial.

En poco más de 80 minutos, Rejtman hace un retrato de dos ciudades –muy distintas en muchos aspectos, como queda claro en algunos recorridos de su cámara que ponen el acento en lo edilicio– y las conecta a partir de las experiencias de quienes vivían en una de ellas y ahora viven en la otra, en algunos casos añorando y en otros, no tanto. No intenta ser un documental sobre “la experiencia de los venezolanos en la Argentina” ni mucho menos acerca de la vida de los repartidores a domicilio –Rejtman es un cineasta muy particular para tratar de hacer algo tan generalista, abarcativo y, si se quiere, sociológico–, sino que a partir del manejo de los elementos propios del cine se las arregla para construir dos mundos que dialogan entre sí de maneras secretas y un tanto misteriosas.