Estrenos: crítica de «Tiempo de pagar», de Felipe Wein
Un cambista de dólares del microcentro porteño se mete en un problema tras otro por culpa de las deudas en este relato policial argentino. En CABA, en el Cine Arte Cacodelphia, y en salas INCAA del interior del país.
Hay historias que son universales pero, a la vez, muy locales. La trama de TIEMPO DE PAGAR, por ejemplo, es fácilmente comprensible por cualquier espectador del mundo y en cierto modo podría suceder, también, en cualquier país. Pero, en lo específico, es esencialmente local. No localista, sino local en el sentido que existe en un contexto y una cultura específica, una que produce situaciones de este tipo. A tal punto es así que la película inicia con un largo texto para explicar qué es un «arbolito» en la Argentina.
Tomando en cuenta que esto también puede leerse fuera del país, hay que explicarlo acá también. Se llama «arbolito» en Argentina a los que compran o venden dólares (o cualquier otra moneda extranjera, pero esencialmente son dólares) en el mercado paralelo, por las restricciones de la venta oficial. El «arbolito» más común es alguien que está en las calles del centro de alguna ciudad –en Buenos Aires, en el llamado Microcentro– y no muy disimuladamente grita «cambio, cambio» al que pasa caminando. Algunas personas se detienen, acuerdan una operación y generalmente van a alguna oficina cercana donde le cambian el dinero en cuestión.
Richard (Juan Nemirovsky) es uno de esos arbolitos, parado en pleno centro de la capital, con su celular en mano y buscando clientes. Es, a todas luces, un chanta, un tipo poco fiable, pero no necesariamente con los clientes, sino con todos los que le rodean en su vida. Está lleno de deudas, pide a uno para pagarle a otro en cadena y se la pasa el día en aplicaciones tipo Tinder, además de tener un par de «novias» por ahí. Casi un espécimen porteño prototípico.
Lo que le sucede a lo largo de la poco más de una hora que dura esta sencilla y efectiva película de Wein es lo habitual en estos casos: lo apretan por deudas que tiene que pagar, intenta cubrirlas pidiendo a otros, no llega, se produce una situación violenta que lo involucra y que hace aumentar mucho más sus deudas, la cosa se va volviendo más pesada, riesgosa y tensa. En el medio, chicas a las que ver o «manguearles» algo, un casino clandestino para tratar de cambiar su suerte y, para complicar todo aún más, la Argentina con sus vaivenes económicos.
TIEMPO DE PAGAR tiene un universo simular al de CAMBIO, CAMBIO o NUEVE REINAS en lo local y hay a la vez una visible inspiración en películas como UNCUT GEMS, de los hermanos Safdie. Si bien no llega al nivel de aquellas –que lidian con asuntos más complejos en lo que respecta a sus universos, personajes y tramas–, se la puede considerar una versión directa y sin demasiadas vueltas de una temática tradicional del cine policial: el tipo que tiene unas pocas horas para pagar una deuda y no sabe cómo hacer para conseguir la plata.
La película funciona por la credibilidad callejera que presenta –filmada en el centro real, con muchos planos casi documentales de esa zona porteña–, por un montaje veloz que le da ritmo e intensidad a su clásica trama y, especialmente, por un elenco que hace que sus funcionales diálogos se sientan verdaderos. Además de Nemirovsky, aparecen en escenas clave actores notables como Fabián Arenillas, Horacio Marassi, Jorge Prado o Iván Moschner, además del actor/realizador/comediante Esteban Menis. Es, finalmente, la historia de un chanta porteño, poco menos que impresentable, que se topa con la realidad de un país que es aún más impredecible que él y que lo obliga a ser todavía un poco peor.