Estrenos online: crítica de «Sweethearts», de Jordan Weiss (Max)
Dos amigos de toda la vida que van a la misma universidad deciden volver juntos a su pueblo natal a separarse de sus respectivas parejas en esta comedia romántica protagonizada por Kiernan Shipka y Nico Hiraga. Estreno: 28 de noviembre por Max.
Dos actores encantadores y una premisa reconocible pero adaptada a los tiempos que corren debería funcionar a la perfección en una comedia romántica como SWEETHEARTS, pero lo hace a medias. Los materiales básicos están ahí, pero por alguna decisión que no consigo entender del todo bien, el guión de la película los desperdicia, encaprichado en hacer atravesar a los personajes una serie de enredos interminables y solo dar un mínimo espacio para lo que mejor saben hacer: hablar, comunicarse, lidiar de una forma humana con su situación. Para hacer una comedia adolescente no hace falta, necesariamente, tantos gags físicos ni tanta banal confusión.
Ben (Nico Hiraga) y Jamie (Kiernan Shipka) son amigos. Muy amigos. Desde siempre. Como se nos cuenta inteligentemente desde los créditos –una buena manera de evitar largas explicaciones y tediosas exposiciones sobre quién es quién–, los dos son de un pueblo de Ohio y van a la misma universidad. Los dos, además, tienen pareja a distancia: Ben, con una chica que todavía está en la secundaria, llamada Claire (Ava DeMary) y Jamie, con Simon (Charlie Hall), un jugador de fútbol americano que fue a Harvard gracias a una beca deportiva.
Más allá de sus muy distintas personalidades –o quizás por eso–, los dos tienen una gran conexión, se cuentan todo y comparten pasiones e irritaciones. Y ambos se dan cuenta, por distintos motivos, que es hora de cortar con sus respectivas parejas. Ben está cansado de lo cargosa que puede ser Claire y Jamie ya no tiene paciencia para su un tanto limitado novio. Pero ninguno sabe o se atreve a hacerlo, por lo que toman una decisión. Ambos volverán juntos a su ciudad para la cena de Acción de Gracias y, antes de un partido de fútbol que se jugará allí, se ocuparán de arreglar sus respectivas cuentas pendientes. Esto lo harán, planean, con la ayuda de Palmer (Caleb Hearon), un amigo en común que a la vez quiere aprovechar esa situación para «salir del closet».
SWEETHEARTS presentará a los personajes de manera atractiva pero desaprovechará su inteligencia y acidez –de ella, especialmente, que pasó de ser una promesa como la hija de Don Draper en MAD MEN a una muy buena actriz– para ocuparse durante gran parte de su relato en meterlos en una situación confusa atrás de otra, especialmente ligadas a fiestas en las que se sienten incómodos, situaciones «cringe» en las que son confundidos por otros o acusados de algo que no cometieron, borracheras varias y enredos que se apilan. Si bien ese es un recurso clásico de estos relatos, uno ve que los actores están para más que lo que el guión les pide hacer y que esas corridas terminan desvirtuando lo que se inicia como una amable comedia sobre amigos que quizás sean más que eso y no lo sepan.
Hay apuntes simpáticos a lo largo del film. Toda la subtrama ligada a Palmer y su complicado regreso a un pueblo en el que no se imaginaba viviendo tiene algunos elementos sensibles, en especial cuando descubre que hay muchos más en similar situación a la suya. No está tratado con sutileza, es cierto, pero derrocha humanidad y empatía. En cambio, las confusiones y peleas entre Ben, Jamie y sus respectivas parejas –más que nada Claire, porque Simon está dibujado– no salen de lo estándar y previsible. Salvo por algo que no voy a revelar acá y que sí le da un giro relativamente distinto a la trama.
Es una película influenciada tanto por CUANDO HARRY CONOCIO A SALLY como por las comedias adolescentes de los ’80 tipo PORKY’S o similares. SWEETHEARTS tiene un tono por momentos cercano a la comedia sexual (muchas escenas tienen al sexo, en sus distintas formas, como su tema), casi siempre desde el recurso del chiste más o menos fácil, ligado a confusiones de todo tipo. Algunas son relativamente graciosas (una escena inicial de sexo virtual entre Jamie y Simon) y otras un tanto desagradables, como la que le toca vivir a Jamie cuando se mete en un cuarto en una fiesta universitaria, esos cuartos en los que, todos los que vieron tres comedias adolescentes lo saben, uno no debería meterse salvo en caso de extrema necesidad.
SWEETHEARTS es una comedia simpática pero menor, que tenía todo para ser algo más que eso. Quizás lo que el mercado pida hoy tenga más que ver con este tipo de humor picaresco y caótico, pero lo que parecen pedir los personajes –algo que se nota muy claramente cuando la película baja un cambio y se pone un poco más reflexiva y sensible– es algo más humano y creíble. En el balance entre una cosa y la otra, más aún teniendo en cuenta el bajo nivel en el que está el género en general, la película de Jordan Weiss termina saliendo apenas airosa. El acierto del final –ya verán cuál es–, le da la victoria por muy poco y sobre la hora…