Series: crítica de «El profesor» («English Teacher»), de Brian Jordan Alvarez (Disney+)
Esta sitcom tiene como protagonista a un profesor gay de una escuela secundaria de Texas y se centra en sus cotidianas vivencias y tensiones con colegas, padres y alumnos. Creada y protagonizada por Brian Jones Alvarez. En Disney+
Una comedia con mucha impronta de las tradicionales sitcoms o de las series centradas en el trabajo, como THE OFFICE, PARKS & RECREATION o ABBOTT ELEMENTARY, entre muchas otras, ENGLISH TEACHER se impone, a su modo, como una serie acerca de la llamada «batalla cultural» en el contexto de una escuela en Austin, Texas, y desde la perspectiva de Evan Márquez (Brian Jordan Alvarez), el profesor de inglés gay que es su personaje principal. A través de su experiencia cotidiana allí, y con mucho humor autoparódico, la serie creada por su propio protagonista explora los conflictos ligados a cuestiones de género pero también a las muchas y muy diferentes tensiones relacionadas con la educación pública.
Lo que la hace memorable, sin embargo, no es eso. O no solo eso. EL PROFESOR (bastante simplificado y genérico el título en castellano) es muy pero muy divertida, una cadena incesante de bromas y situaciones graciosas que se destacan por su inteligencia, el ritmo y velocidad de sus diálogos, y por su media docena de carismáticos personajes centrales. Es un humor que remeda al de muchas otras «comedias de oficina» pero uno que intenta cruzar esas fronteras cada vez más marcadas, esa grieta, entre supuestos «bandos políticos».
Creada por Jordan Alvarez –un actor de madre colombiana que habla perfecto castellano y es conocido por su participación en varias comedias y por sus propios shows y canciones virales–, ENGLISH TEACHER es una sitcom que parece ya totalmente viva y ensamblada de entrada, cuando este tipo de shows usualmente encuentran su ritmo con el correr de los episodios o incluso temporadas. La serie propone en cada episodio alguna conflictiva situación que se puede, o que se trata al menos, de resolver mediante el humor, quizás la mejor manera de «acercar partes» en tensiones educativas que se dan hace tiempo en los Estados Unidos y que están apareciendo de un modo muy similar en todo el mundo.
El problema que aparece de entrada indica el tono de la comedia. Evan es profesor de inglés –acá lo llamaríamos «de lengua»– y es llamado de la dirección tras ser acusado por la madre de un alumno por «conductas impropias». Parece que su hijo lo vio saludarse con un beso con su ahora ex-novio Malcolm (Jordan Firstman) y lo acusó frente a las autoridades. Y al director, Grant Moretti (Enrico Colantoni), se ve, como en muchas ocasiones, tironeado entre lo que sabe que está bien y que es totalmente normal frente a los muchas veces virulentos y trogloditas reclamos de algunos padres.
Esa acusación será una de las muchas que van tensando la relación entre las partes. Puede ser entre docentes y padres, docentes y alumnos o aún entre los mismos docentes. Lo cierto es que lo que está casi siempre en juego es el poder que cada vez más parecen tener los padres y los alumnos frente a los docentes, una especie de «el cliente tiene la razón» que funciona de formas muchas veces nefasta y en la que los docentes parecen haber perdido la capacidad de ejercer algún tipo de control de las situaciones.
A Evan lo acompañan Gwen Sanders (Stephanie Koenig), una docente de Historia a la que ahora le piden que enseñe las versiones de «los dos lados» de la Inquisición Española; el profesor de educación física Markie Hillridge (Sean Patton), un tipo que se define «libertario» en el sentido estadounidense de la palabra (un tipo que, realmente, no juzga a nadie ni se mete en la vida de los demás; sensible bajo su capa de «dureza» y muy perceptivo) y Rick Santana (Carmen Christopher), un soltero, borrachín y un tanto inocente consejero escolar. La llegada de Harry (Langston Kerman), un profesor de Física también gay, le agrega, por motivos que no conviene revelar, una serie de complicaciones extra a la vida de Evan.
Los conflictos de esa batalla cultural se suman siempre de maneras muy graciosas. En un episodio el tema está ligado a un grupo de alumnos que debe vestirse de mujer en un partido de fútbol –las chicas juegan y ellos ofician de porristas, en un match tradicional que se volvió culturalmente problemático por izquierda y por derecha–, en otro aparece el tema de las «sensibilidades extremas» de algunos alumnos (allí se luce Romy Mars, hija de Sofia Coppola), luego surgirá el tema de las armas para autodefensa y los detectores de metales, o el uso de celulares para grabar a los profesores, y siempre rondará la amenaza de «el chat de los padres y las madres» que continuamente pone trabas y amenazas, hasta para quejarse de las calificaciones de sus hijos y exigir que se las cambien.
ENGLISH TEACHER se toma en broma a todos los frentes de este conflicto. Los padres son demandantes y cruzan líneas impensadas tiempo atrás a cada momento. Los alumnos pueden sobreactuar su fragilidad mental o su corrección política. Y los docentes también se ven presionados a funcionar en ese terreno minado tratando de que no los despidan por hacer, decir o pensar algo que hiera algún tipo de sensibilidad, por derecha o por izquierda, por ser «demasiado progresistas» o «demasiado conservadores» en ciertos temas. ¿Cómo se educa con tantas presiones encima?
En un sentido más general, la sitcom pone en primer plano los problemas de funcionamiento de la educación. En un episodio que tiene lugar en una convención de docentes, Evan se deprime por la cantidad de discursos derrotistas que escucha de parte de los colegas que exponen. La serie los pasa rápido, casi a razón de una frase por persona, pero se escuchan claramente los problemas que atraviesan, desde los bajos sueldos («los docentes deberían conseguirse otro trabajo full time», alguien les dice sin darse cuenta lo absurdo de la idea) a la ya mencionada dificultad de poner un límite a las intromisiones. «El trabajo que hacen es muy noble», le dicen a Evan una y otra vez, en el que quizás sea el más cruel de los elogios posibles.
Por otro lado, EL PROFESOR es una serie que se interna de manera muy ocurrente en la vida sentimental y sexual de Evan, en su relación de pareja, en su interés por el profesor recién llegado y en cómo eso impacta a las personas alrededor suyo. Como dirán muchos más de una vez, Austin será una ciudad muy liberal y moderna pero está dentro del estado de Texas, que está lejos de serlo. Y para la segunda temporada habrá que incluir al país, que ahora va en la misma dirección que ese estado. Y en esa contradicción, viven, se divierten y también sufren los protagonistas de esta muy graciosa y perceptiva comedia contemporánea.