Series: reseña de «Duna: La profecía» («Dune: Prophecy»), de Diane Ademu-John y Alison Schapker (Max)

Series: reseña de «Duna: La profecía» («Dune: Prophecy»), de Diane Ademu-John y Alison Schapker (Max)

En esta precuela que transcurre 10 mil años antes de los hechos de «Duna» se narra el nacimiento y las conflictivas actividades de la hermandad conocida como Bene Gesserit. Con Emily Watson, Olivia Williams y Mark Strong. Desde el domingo 17 por Max.

Mi relación con DUNA se limita a la que puede tener un espectador común, un tanto «lego en la materia» y nada especializado. No leí ninguno de los libros y solo vi, en su momento, la película de David Lynch y, ahora, las dos dirigidas por Denis Villeneuve. Ninguna me entusiasmó demasiado, por diferentes motivos, por lo que no se trata de un universo que me haya interesado explorar demasiado. Pese a su éxito, las dos películas recientes tampoco hicieron mucho por generarme la necesidad de explayar mi conocimiento sobre el tema, como sí me sucedió en su momento con, por ejemplo, EL SEÑOR DE LOS ANILLOS, otra saga cinematográfica basada en un texto canónico de la literatura popular. Villeneuve no es un cineasta que me interese –es innegable que tiene talento pero su cine me parece pomposo, grandilocuente, demasiado creído de su propia importancia–, por lo cual tampoco me sirvió como puerta de entrada al mundo creado por Frank Herbert.

Digo esto para que no esperen acá un detallado análisis de la relación entre DUNA: PROFECIA y las obras completas de la familia Herbert, que ya le ha sacado todo el jugo que se le puede sacar a la historia a través de las décadas y todo parece indicar que seguirá haciéndolo. No leí nada de lo que se escribió después — ni secuelas, ni precuelas, ni spin offs— y solo un recorrido online por la cantidad de material que hay me da una mezcla de ansiedad y preocupación por la delirante amplitud que tiene este universo que incluye, hasta hoy, 23 novelas y una serie de historias cortas y otros materiales subordinados. Ansiedad porque es inabordable y preocupación porque tengo la impresión de que vamos a pasarnos décadas viendo derivados de la industria literaria-audiovisual de DUNA.

PROFECIA se basa fundamentalmente en SISTERHOOD OF DUNE –una de las primeras novelas, cronológicamente hablando, de la historia–, que transcurre alrededor de 10 mil años antes de los eventos de la DUNA original, la que hemos visto en las dos películas. Resumiendo la enorme cantidad de personajes y organizaciones involucradas aquí, diremos que el eje es el nacimiento de la Bene Gesserit, una hermandad de mujeres que figura de manera importante a lo largo de la saga. Se trata –cito– de «una orden femenina cuyos miembros siguen un condicionamiento físico y mental para obtener poderes y habilidades que pueden fácilmente parecer mágicos a los extraños».

Se la podría llamar secta o logia o, si se quiere ser más preciso, «grupo de poder» que intenta influir en los hechos históricos con un supuesto objetivo que es el de crear, genéticamente, el llamado «Kwisatz Haderach», algo así como el Mesías de este universo (no voy a spoilear DUNA, pero los que la vieron saben a qué y a quién me refiero). Lo hacen manipulando poderosos, uniendo y desuniendo familias y cruzando lazos sanguíneos con la intención de terminar creando, en algún momento, ese ser todopoderoso que resolvería todos los conflictos habidos y por haber. Más que poderes, lo que las Reverendas Madres y las Hermanas tienen es un duro entrenamiento físico y mental que les permite conocer las voluntades ajenas (saber cuando uno miente, por ejemplo) y manipularlas a su antojo, entre otras cosas.

PROFECIA arranca en la infancia de esta organización –cuando las máquinas inteligentes ya fueron derrotadas y prohibidas en algo que sucedió previamente y que brevemente se resume mediante una voz en off– y su golpe inicial tiene que ver con un conflicto interno, en el que muere la fundadora de la secta, Raquella Berto-Anirul, y Valya Harkonnen (Emily Watson) «mata», utilizando la técnica de la voz, a su heredera, pasando a tomar el control de la organización junto a su hermana Tula (Olivia Williams). Lo que se verá en el comienzo de la serie tendrá que ver con ese ascenso al poder de las hermanas –cuyos familiares tendrán, muchos años después, otro rol en la trama–, con explicar cómo funciona el universo dentro de esa cerrada y secreta hermandad, con varias de las chicas que se están iniciando en la organización y, fundamentalmente, con la relación de las Bene Gesserit con los poderosos de turno.

Y ahí el conflicto se iniciará con la conflictiva relación entre el Emperador Javicco Corrino (Mark Strong), su esposa la Emperadora Natalya (Jodhi May) y su hija la Princesa Ynez (Sarah-Sofie Boussnina) con una familia rival con la que intentan casarla, conflicto que explotará a partir de la aparición de un misterioso guerrero llamado Desmond Hart (Travis Fimmel) que desarma algunos de esos planes familiares/comerciales. A partir de algunas inesperadas y sorpresivas muertes que tienen lugar, se involucran a fondo las Bene Gesserit, cuyo interés en buena medida pasa por unir determinados linajes en función de su objetivo final.

En medio de todas esas luchas de poderes e intereses habrá una serie de subtramas ligadas a varias «hermanas» del grupo, que irán lidiando con sus poderes, sus visiones y sus por momentos tensas relaciones interpersonales. Y en paralelo seguirá la discusión acerca de las rutas comerciales del Imperio por el control del famoso «melange» y, en algo que hoy es llamativamente relevante, en el permiso o no de usar «máquinas inteligentes», un tema que será (¿o fue?) tan conflictivo entonces como lo está siendo ahora en el mundo real a partir del crecimiento de la Inteligencia Artificial.

Los primeros dos episodios que fueron adelantados (son seis en total) funcionan como una «puesta en universo» para el espectador casual, intentando combinar una enorme cantidad de información contextual con una historia que ya está encaminada cuando entramos a ella y que avanza con un par de violentos e inesperados sucesos que cambian los planes de los protagonistas. Mezclando diálogos informativos, escenas de acción, algunas tensas situaciones entre rivales (muchos «combates» aquí son solamente mentales y la gente muere sin que nadie les ponga una mano encima), impactantes escenarios creados digitalmente y algunas escenas de sexo un tanto arbitrarias (que se usan de un modo similar a como se lo hacía al principio de JUEGO DE TRONOS, serie que funciona como modelo de construcción), los primeros episodios de DUNA: PROFECIA avanzan de una manera atractiva, logrando sacar a flote lo que a todas luces es una operación narrativa bastante compleja.

Se sabe que la serie fue complicada de sacar adelante, que en los años que pasaron desde que se anunció han tenido que cambiar varias veces de showrunners, guionistas y directores, pero ese seguramente caótico desarrollo interno no se nota, al menos por ahora, en el resultado. Con tres excelentes y reconocibles actores como Watson, Williams y Strong funcionando como pilares de la expandida trama, PROFECIA tiene de hecho un tono y un ritmo más amigable que las por momentos morosas y solemnes películas de Villeneuve de las que derivan. Ayuda también que el universo en sí es un tanto más variado que el de DUNA, ya que no estamos en el desértico planeta Arrakis, cuya arenosa monotonía aplasta casi cualquier intento de darle vida a la historia.

Lo que hay, convengamos, tampoco le escapa demasiado a los cánones visuales y narrativos de este tipo de historias, pero al menos la puerta está abierta para una aventura que se adivina un tanto diferente a la que ya conocemos. No tengo muy en claro si para los fans de las películas esa es una buena o mala noticia, pero para los que tendemos a caer rendidos de aburrimiento en el arenero gigantesco de Villeneuve, que las cosas giren un poco hacia otras perspectivas –que están en las películas, pero en segundo plano– es más que bienvenido.