Series: reseña de «El Chacal» («The Day of the Jackal»), de Ronan Bennett (Disney+)

Series: reseña de «El Chacal» («The Day of the Jackal»), de Ronan Bennett (Disney+)

Esta serie de diez episodios es una adaptación libre de la novela de Frederick Forsyth de 1971 que ya fue llevada al cine en 1973. Se centra en un asesino a sueldo que debe llevar a cabo un importante y complicado trabajo. Con Eddie Redmayne, Lashana Lynch y Ursula Corberó. Desde el 15 de noviembre por Disney+

La novela de Frederick Forsyth de 1971 y la película de Fred Zinnemann, hecha dos años después, consolidaron una trama y un personaje, cuyo nombre se popularizó a partir del film y luego empezó a ser usado como apodo para muchos otros criminales trotamundos. EL CHACAL es, desde entonces, uno de esos clásicos populares del cine de espionaje, acción y suspenso internacional, una película que quizás hoy haya quedado un tanto fechada pero que se acopla bastante bien a esa década de creciente paranoia.

Estos 2020 son de igual o más paranoia, especialmente a partir de los controles ejercidos por los algoritmos, las redes sociales y la Inteligencia Artificial, por lo cual hasta suena lógico, dentro del mundo de remakes constantes que es hoy la producción de contenidos, retomar o recrear la historia de un asesino a sueldo con una misión muy compleja e importante a llevar a cabo. El núcleo de la trama en ese sentido es el mismo pero casi todo lo demás ha cambiado. En algunos casos de un modo lógico –el «encargo» es ahora matar a un empresario multimillonario– y, en otros, en función de las necesidades de una serie de diez episodios, que necesita subtramas y vueltas de tuerca que, en la mayoría de los casos, son innecesarias.

No será la primera vez que una novela apretada para volverse película pasa a «agrandarse» para convertirse en serie. Pero los creadores de EL CHACAL no siguieron necesariamente los lineamientos de Forsyth sino que tomaron sus propias tangentes. Y la saga hoy tiene algo de James Bond –el tema musical que va con los créditos tranquilamente podría ir en una película de 007, al igual que su estética–, de MISION: IMPOSIBLE, de mucha saga pan-europea de suspenso a lo BOURNE, solo que con un asesino a sueldo como protagonista principal.

No hay muchos personajes nobles en el centro de la trama. El camaleónico Eddie Redmayne usa muy bien su capacidad para transformarse en otros para interpretar al Chacal en cuestión, que tiende a usar disfraces en algunos de sus trabajitos. De hecho, el que arranca la serie lo muestra transformado en un trabajador de limpieza alemán que entra a una oficina en Munich y mata a una decena de miembros de un partido neonazi y deja herido al hijo del líder, Manfred Fest. Todo es un truco para lo que realmente quiere: matar al tal Manfred, al que liquidará desde muy lejos cuando vaya a visitar a su hijo al hospital.

La gran distancia desde la que se hizo el disparo llamará la atención de Bianca (Lashana Lynch), una agente del MI6 británico experta en armas, que deduce que para matar a alguien disparando a 3,5 kilómetros se necesita no solo a un gran tirador sino un arma muy especial que poca gente puede hacer. Y eso la lleva a investigar a un grupo de personas del Norte de Irlanda que pueden estar involucradas, lo cual la lleva a meterse en más complicaciones que las previstas. No solo políticas y con sus superiores, sino con su familia que se irrita cada vez más con su dependencia 24/7 del trabajo, como si ninguno supiera a qué se dedica.

Algo parecido pasa con el Chacal. El tipo hizo su trabajo en Munich a la perfección pero el que lo contrató no le quiere pagar el 50 por ciento faltante de su contrato. Y el tipo debe cortar de cuajo su regreso a casa para hacerse cargo de ese problemita. En casa lo esperaba su bella y paciente esposa española Nuria (Ursula Corberó), con la que vive en una bellísima mansión en Cádiz, junto a su hijo y una numerosa familia andaluza que parece estar siempre rondando por ahí. Nuria no sabe bien a qué se dedica su marido, pero ante un hecho llamativo con el que se topa, empieza a sospechar que anda en algo raro.

El eje de la serie será un nuevo encargo que le encomiendan al Chacal: matar a un tal Ulle Dag Charles (Khalid Abdalla), un multimillonario de la tecnología tipo Elon Musk pero, en apariencia, con objetivos opuestos, ya que está a punto de lanzar un programa llamado River por el que las cuentas secretas de los poderosos del mundo saldrían a la luz, lo que lo lleva a liderar una suerte de movimiento de revueltas callejeras. ¿Raro? En principio sí. El Chacal duda en aceptar, pero la oferta es muy generosa –viene, obvio, de otros billonarios que no quieren saber nada con «River»– y tras una serie de idas y vueltas acepta. Pero en el medio tiene que cerrar el caso anterior, lidiar con las sospechas de su esposa y todos esos problemas que los criminales de primer nivel tienen en las películas, series y novelas de suspenso internacional.

El planteo es bueno y los primeros tres episodios son atrapantes. Redmayne es, a su modo, convincente como este hombre metódico y lleno de secretos que nadie imagina como un asesino a sueldo. Y Lynch deja en claro que su agente no es un para nada una heroína, ya que utiliza varias veces métodos deplorables para conseguir lo que quiere, justificándose en la necesidad y/o la urgencia de resolver problemas. Corberó, al menos en los cinco episodios que fueron adelantados a la prensa, tiene un rol bastante secundario, enredada en su propia subtrama de tratar de entender qué esconde su marido.

Después del tercer episodio uno empieza a notar el clásico «estiramiento» del que sufren muchas series, con algunas persecuciones forzadas y un tanto absurdas (una incluye un caballo blanco), un montón de agentes especiales muy profesionales que no embocan un tiro ni por casualidad, y una cantidad de giros narrativos que no hacen más que demorar lo que al menos los que vimos la película sabemos que sucederá y los que no lo pueden imaginar: en algún momento el intento de asesinato tendrá que llegar. Pero, ¿cuánto habrá que esperar para eso?

THE DAY OF THE JACKAL es otro ejemplo de una potencial buena serie, que tiene muchos elementos que la hacen entretenida –su mezcla de ultramoderna tecnología y espionaje de la vieja escuela, sus muy oscuros personajes, una atractiva banda sonora y una puesta en escena competente y bastante cinematográfica–, pero que va perdiendo fuerza por su extensión, por algunos diálogos muy poco creíbles y por lo forzadas que empiezan a ser ciertas situaciones. Al haber accedido a cinco de los diez episodios es difícil saber si las mejores ideas de la serie le ganarán a las más rutinarias, por lo que es difícil quedarse con una impresión definitiva. Seguramente para los episodios finales la tensión volverá a levantar. Habrá que ver si los espectadores llegan hasta allí con la paciencia y la credibilidad en alto.