Estrenos online: crítica de «Alamesa», de Pablo Aulita (Max)

Estrenos online: crítica de «Alamesa», de Pablo Aulita (Max)

Este breve documental se centra en la historia de Alamesa, un restaurante porteño en el que trabajan personas neurodiversas. En Max.

El restaurante Alamesa, ubicado en el barrio porteño de Las Cañitas, es muy particular y, a la vez, no lo es. Se trata de un emprendimiento armado por el Dr. Fernando Polack para que trabajen personas neurodivergentes, entre ellos su hija. Un lugar armado de manera tal de ser lo más amable para personas con trastornos de ese tipo (muchos dentro del espectro del autismo), que está organizado en términos de producción y de espacio de esa manera. No se trata, sin embargo, de un proyecto solo limitado a la contención y el desarrollo de los chicos, ya que la intención de Polack y de sus socios es armar un gran restaurante para el público de una manera que exceda su modo operativo o quienes trabajan en él.

Es así que hoy Alamesa se ha vuelto un restaurante no solo muy concurrido –hay que esperar varios meses para conseguir un lugar– sino uno muy apreciado por clientes y especialistas. Pero ALAMESA no se ocupa tanto del tema gastronómico sino de lo que hay atrás del proyecto, cómo se gestó, se organizó, se llevó a cabo y, más que nada, sobre los chicos y chicas, hombres y mujeres que trabajan en él.

Con cámaras que siguieron todo el proceso de entrenamiento de los jóvenes que allí trabajan, lo mismo que la construcción del espacio (con sus formas específicas para ser accesibles a sus empleados) y con entrevistas y seguimiento tanto a los organizadores –incluyendo psicólogos y chefs– como a media docena de los trabajadores, ALAMESA –producido por 100 Bares, la productora de Juan José Campanella– logra presentar un proyecto que es admirable por donde se lo mire, una combinación de inteligencia, sensibilidad, sabiduría, conocimiento y empatía extraordinarios.

El documental se maneja con esos materiales de base y con la tensión de la inminente apertura que, como lo saben todos aquellos que ven EL OSO u otras series centradas en el mundo de los restaurantes, es una situación por demás tensa. Y más aún para los jóvenes, muchos de los cuales necesitan espacios armoniosos y organizados para poder estar cómodos y trabajar bien. Si bien el film no profundiza en los conflictos en torno a ese potencial caos, lo que se ve muestra que los chicos logran –con ayuda de algunos profesionales del rubro– hacer funcionar muy bien el restaurante.

El resto, lo más emotivo, serán las historias de vida, la manera en la que muchos de estos jóvenes muestran su felicidad por encontrar un lugar que se adapte a ellos cuando en general se les exige tener que ser ellos los que se adapten al mundo y, principalmente, por encontrar amigos con los que sentirse cómodos y un trabajo en el que se los respete y valore, especialmente porque muchos de ellos traen consigo experiencias de bullying y maltratos de ese tipo.

La felicidad de todos ellos –son más de 40 personas las que trabajan allí– y las de sus familias, por haber encontrado un proyecto como Alamesa, es suficiente para convertirlo en una obra extraordinaria, encomiable. Es, además y por lo que dicen, un gran restaurante. Y eso es, por usar una frase hecha, «la frutilla del postre» de este extraordinario proyecto, un baño de humanidad y empatía en un mundo cada vez más cruel e individualista.