Estrenos online: crítica de «Joker: Folie à Deux», de Todd Phillips (Max)

Estrenos online: crítica de «Joker: Folie à Deux», de Todd Phillips (Max)

Tras los crímenes que cometió en el film anterior y ahora enamorado de otra paciente, Arthur Fleck, conocido como «Joker», enfrenta un juicio que moviliza a Gotham. Con Joaquin Phoenix y Lady Gaga. Estreno: 13 de diciembre en Max.

La secuela de JOKER, más que una película propiamente dicha, es una autocrítica filmada. Da la impresión que Todd Phillips, el director de la exitosa película original protagonizada por Joaquin Phoenix, analizó la manera en la que aquel film fue tomado políticamente y celebrado por cierto sector ideológico (de extrema derecha, fundamentalmente) para intentar demostrar que esa jamás había sido su intención. O, al menos, complejizar un poco su búsqueda. El problema de FOLIE A DEUX es que puede ser interesante como texto, como modo de analizar las conexiones entre las mitologías cinematográficas y la realidad más mundana, pero no necesariamente funciona del todo bien como película de entretenimiento mainstream.

Más allá que aquí haya una combinación inusual entre drama carcelario, musical de entrecasa y película de juicio, se trata de una película calma, medida, hasta juiciosa, una que todo el tiempo intenta preguntarse a sí misma hasta qué punto uno puede disociarse del todo de la violencia que provoca. Todos recordarán que Arthur Fleck (Phoenix), después de una serie de crímenes cometidos con el ropaje del Joker, se convertía en un ídolo popular, en un villano amado por las masas, en la manifestación corpórea de la furia del hombre blanco que se autopercibe maltratado por «el sistema», el incel ninguneado por las mujeres y humillado por sus padres. Pero después de unos años en una prisión psiquiátrica al tipo le cabe hacerse la siguiente pregunta: «¿Tiene sentido todo eso?»

En FOLIE A DEUX todo empieza a desmenuzarse a partir de un breve film de animación que recupera rápidamente la historia de la película anterior y presenta, ya desde su título, el conflicto de la secuela. Titulado «Me and My Shadow«, el corto juega con la idea de que la sombra del Joker se une y se separa de Fleck en una lucha constante, sin saber del todo si es una manifestación de zonas extremas propias o si se trata de una disociación psicológica más concreta. Dicho de otro modo: lo que el corto y todo el film se preguntará es si Arthur tiene una especie de doble personalidad o si siempre fue consciente de lo que hacía.

La pregunta será central en el juicio por asesinatos que le están por hacer cuando comienza el film propiamente dicho. Para su abogada (Catherine Keener), apostar por la teoría de la locura es lo más conveniente, presentarlo de manera tal de dejar en claro que el tipo no era consciente de sus actos cuando hizo lo que hizo. Pero una cosa es la conveniencia y otra la realidad. A Arthur no le gusta mucho la idea de presentarse como un «loco» ante el mundo ni está seguro de querer ser el líder de algún tipo de movimiento. Quiere hacerse responsable de lo que hizo, aunque eso cueste mucho más en términos de tiempos carcelarios. Y no solo eso.

En FOLIE A DEUX nos topamos con un Fleck deprimido en la cárcel, con los guardas pidiéndoles algo así como «contate un chiste» y el tipo sin poder retomar esa versión suya, «bromista». En sus recorridos carcelarios termina participando en un programa de terapia musical en el que se topa con Lee Quinzel (Lady Gaga, en un personaje que reversiona a Harley Quinn), una chica intensa que lo admira por su pasado violento, una fan de él y de su historia (dice haber visto muchas veces «la película» que se hizo sobre su vida) que tiene la posibilidad ahí de conocerlo. Para Fleck, que no tiene mucha idea del significado de la palabra amor, es un shock. Y una complicación más a la hora de declararse legalmente insano.

Phillips se irá de la línea scorseseana del anterior film y elegirá el género que, en principio, se presenta como uno de los más amables y hasta inocentes de todos: el musical. Es así que la secuela, especialmente en todo lo que está ligado a la historia de amor entre ambos, se estructura como un drama musical del tipo realista, con las canciones cantadas en un tono casi de conversación (ambos cantan mucho mejor de lo que dejan ver acá) y con tan solo unas pocas escenas de fantasía y alto impacto visual, de esas que suelen verse en los musicales de gran producción. Acá parece una extensión del cine de Dennis Potter o un álbum especialmente sombrío de Tom Waits hecho con versiones resacosas de los standards del pop y el jazz que cantaba Frank Sinatra, más algún que otro cover un tanto más moderno de Stevie Wonder, Sonny & Cher, Bee Gees y Carpenters, entre otros.

La secuela pondrá en discusión los temas de la primera película de un modo inteligente desde lo analítico pero, salvo por un par de raras ocasiones, ese «debate público» no logrará fluir como historia en sí, como trama coherente. La idea de Phillips de ir en contra de los instintos del film anterior tiene su lógica, se la puede leer como una «mojada de oreja» a la industria, como un «tiro en el pie», poniéndose él como director en el mismo lugar autocuestionador en el que se pone Fleck en la ficción y queriendo él mismo despegarse del tipo de emociones que generó su JOKER. Pero, una vez que está instalada, no hay mucho para narrar desde esa perspectiva. Y la historia romántico-musical –que es lo más vivo y activo que tiene la trama– no logra atravesar y superar esas limitaciones.

Es así que FOLIE A DEUX se torna reiterativa, por demás solemne, con algunos momentos fuertes y cautivantes pero con otros caprichosos e inexplicables, que no justifican por su contención narrativa las dos horas y pico de extensión. Se trata de una inteligente reflexión sobre las derivaciones de lo que podría leerse como fomentar la violencia en el cine y en la sociedad, pero va contra los instintos habituales de gran parte de estas producciones, que tienden a sublimar por la vía de la ficción –y de la identificación con ciertos antihéroes– esos deseos de los espectadores. O de algunos espectadores. El problema del JOKER original es que la identificación se daba con un personaje que atravesaba el límite del antihéroe para volverse un villano. Y es ahí donde Philips pone el freno de mano en seco. Y se pregunta si tiene sentido promover eso.

Hay algunas escenas cruentas y brutales que impactan ya que la película las presenta de un modo crudo y realista, pero no hay en FOLIE A DEUX un intento por glamorizar absolutamente nada. No hay bromas en medio de las explosiones ni entusiasmo en ser parte de ningún tipo de «revuelta» contra ningún sistema. Perturbado por todo lo que le pasó e hizo, por los personajes por los general crueles con los que se cruza en la cárcel, inseguro acerca de cómo manejarse con sus propias ideas y metido en una relación sentimental con una chica que prefiere verlo reír en su maquillada gloria, Fleck no sabe muy bien para donde arrancar. Y se queda petrificado, indeciso, empezando a ser consciente del impacto que su personaje provocó y tratando, quizás tarde, de tomar cierta distancia. Y a la película le pasa exactamente lo mismo.