Estrenos online: crítica de «Problemista», de Julio Torres (Flow, Claro Video)
Esta surrealista comedia se centra en un joven inmigrante salvadoreño en Nueva York que trata de conseguir un trabajo que le permita obtener una visa para vivir en los Estados Unidos. Para alquilar, en Flow y Claro Video.
El mundo según Julio Torres es bastante peculiar. El guionista, director, actor y comediante de origen salvadoreño se ha hecho un nombre gracias a una serie de sketches absurdos y algo surrealistas que escribió para el programa SATURDAY NIGHT LIVE y a dos series de HBO, disponibles en Max, de su propia creación: LOS ESPOOKYS (dos temporadas, entre 2019 y 2022) y FANTASMAS, cuya primera temporada se vio este año. Su mundo tiene algo de colorido expresionismo pop, una suerte de Michel Gondry tierno (y gay) en el que se mezclan observaciones sociales, culturales, de consumo, momentos cómicos y drama humano en un esquema que por lo general prioriza los sketches breves, a modo de bizarros pero a la vez amables cortometrajes.
PROBLEMISTA, su primer film como director producido por A24 –sello que parece haber sido creado para trabajar con talentos un tanto excéntricos como Torres–, es un intento de llevar sus coordenadas estilísticas y temáticas a un formato de largometraje, con los riesgos que eso implica. El suyo es un mundo tan específico y alambicado, tan lleno de pequeños juegos (formales, humorísticos) y de gags visuales plagados de referencias y detalles que no es sencillo transformarlo en un relato de largo alcance. Pero más allá de los previsibles percances de esa transformación, el universo de Torres sobrevive al cambio y logra sostenerse bastante íntegro a lo largo de 105 minutos de una misma historia.
Y eso lo logra, tengo la impresión, gracias a la calidez y candidez que transmite. El universo y los personajes y las situaciones de PROBLEMISTA no son necesariamente amables o simpáticas –es una película sobre las dificultades de la inmigración, después de todo–, pero sí los es la manera en la que Torres los observa. A diferencia de muchos pares que hacen de lo bizarro y excéntrico un show en sí mismo, las creaciones de Torres siempre están conectadas a algo sensible, humano, si se quiere hasta tierno. Y es esa ternura la que ayuda a conectar las absurdas microaventuras que atraviesan.
Torres encarna a Alejandro, un joven (el actor/director tiene 37 años pero parece tener diez menos) de origen salvadoreño que vive en Nueva York, donde trata de conseguir un trabajo que le permita tener una visa para seguir viviendo en los Estados Unidos. Su sueño es trabajar en la compañía de juguetes Hasbro, pero sus radicales ideas para muñecas (todas incluyen criaturas entre tristes y depresivas) no son tenidas en cuenta, por lo que no es aceptado en su «incubadora de talentos».
Alejandro consigue trabajo en una empresa que se dedica a la criogenización de personas y, a través de una serie de accidentes, conoce a Elizabeth (interpretada nada menos que por Tilda Swinton), una crítica de arte que se caracteriza por su insoportable intensidad y su actitud constantemente belicosa con todo y con todos. Elizabeth tiene a su marido, Bobby, «congelado» allí, mientras esperan una cura para su extraña enfermedad, pero necesita pagar los excesivos gastos del asunto.
Interpretado en flashbacks por RZA, Bobby es/fue un artista excéntrico obsesionado por pintar cuadros con huevos gigantescos que no logró nunca vender. Y Elizabeth termina reclutando a Alejandro para que la ayude a lidiar con la obra de su marido. Bah, especialmente con un inmanejable base de datos llamada FileMaker Pro que le hace la vida imposible. Y esa será la excusa argumental para seguir las curiosas desventuras de Alejandro –que necesita ese trabajo para su visa y por eso soporta lo que soporta–, de su relación con Elizabeth y de los problemas que tendrá para cumplir con su sueño.
La descripción narrativa es lo de menos. Lo que llamará la atención de PROBLEMISTA para aquellos que no han visto nada de lo hecho por Torres, es el mundo que crea, uno que se inserta en una ciudad real como Nueva York pero que a la vez corre en paralelo, como una relectura en plan casa de muñecas del mundo. Sus sets no siempre responden a los espacios reales en los que se inscriben, la película está plagada de breves escenas, imágenes o conceptos más propios de la instalación artística o de la novela gráfica, y hay un aroma de accesible avant-garde que lo abarca todo, algo que la presencia de una desatada Swinton agranda aún más.
El humor absurdo, las salidas excéntricas, las curiosas observaciones sobre los detalles más extraños que nos rodean están conectados, temáticamente, con el mundo real. Y eso le da a PROBLEMISTA un ancla. Toda la experiencia de Alejandro está marcada por esa otredad –es latino, tímido, gay y a punto de convertirse en ilegal si Elizabeth no sponsorea su residencia, algo que no parece estar entre sus prioridades– y la posibilidad de ser echado del país es inminente. Si bien retornar a su lugar natal no suena tan mal (la actriz chilena Catalina Saavedra interpreta a su madre artista, que sigue viviendo en su país y con la que habla seguido), Alejandro está decidido a quedarse. Y, más que nada en el mundo, trabajar para Hasbro.
Si bien PROBLEMISTA sufre con el cambio de formato –el humor de Torres es perfecto para sketches de cinco minutos como el de Melf, el Alf gay o el de los problemas de la letra Q de FANTASMAS–, la película crece a partir de la humanidad que el director/guionista les da a sus personajes. En la piel de Swinton, Elizabeth puede ser la más temeraria e insoportable persona sobre la faz de la Tierra, pero Torres logra ver por detrás de su áspera fachada para que uno pueda conectar con la tristeza y la soledad que trata de ocultar. Desde la mirada de Alejandro, su alter-ego, Torres se acerca al mundo con una mezcla de fastidio y comprensión. Sabe que si uno logra penetrar la fachada confrontativa con la que los otros se presentan a sí mismos, encontrará algo que se parece a un lugar mejor.