Estrenos: crítica de «Hombre lobo» («Wolf Man»), de Leigh Whannell

Estrenos: crítica de «Hombre lobo» («Wolf Man»), de Leigh Whannell

por - cine, Críticas, Estrenos
22 Ene, 2025 04:25 | Sin comentarios

Un hombre de familia busca proteger a su esposa e hija de un hombre lobo, pero no puede evitar infectarse y transformarse lentamente en la criatura. Con Christopher Abbott y Julia Garner.

A mitad de camino entre dos subgéneros de terror –el llamado home invasion y el body horror–, HOMBRE LOBO tiene una propuesta sugerente y relativamente original que no termina de funcionar. Es una película que intenta trabajar el concepto de remake desde otro lado –uno más «humanista» y menos espectacular, modesto en concepción pero amplio en repercusiones–, pero que no logra llegar demasiado lejos en su búsqueda. Desde la puesta en escena y, en especial, a partir de la elección de un punto de vista que la deforma en más de un sentido, el director de EL HOMBRE INVISIBLE juega fuerte con su propuesta. Es una pena –especialmente para los que buscamos películas de género con algún grado de originalidad– reportar que su película es más una buena idea que otra cosa.

EL HOMBRE INVISIBLE funcionaba muy bien planteando otra manera de rescatar los clásicos monstruos del sello Universal, pero esta película no logra casi nunca acceder a la densidad dramática y emocional que tenía aquella. Y no porque no lo intente sino, bueno, porque casi nada parece funcionar como él quisiera. Tras una apertura en la que se muestra a Blake Lovell todavía niño, lidiando con su muy tenso padre, Grady (Sam Jaeger), con quien vive en una cabaña en Oregon y quien parece estar muy preocupado por el mito de que hay un hombre lobo recorriendo la zona, HOMBRE LOBO recupera a su protagonista ya de adulto ((interpretado por Christopher Abbott, el actor de JAMES WHITE y POSSESSOR), casado y con una hija, viviendo en la zona de San Francisco.

Blake es un buen padre y un tipo amable, aunque de vez en cuando muestra algunas heredadas conductas agresivas que a él mismo le molestan de sí. Su esposa Charlotte (Julia Garner) tiene sus propios y poco explorados conflictos, lo cual deriva en que ambos estén pasando por un mal momento. Y su hija, Ginger (Matilda Firth), se da cuenta. Blake recibe ahí la noticia oficial de que su padre, que está desaparecido hace muchos años, fue declarado oficialmente muerto por el estado de Oregon. En el sobre con los papeles que Blake recibe está la llave de la casona en el bosque en la que vivió con su padre. Y hacia allí va con su familia, con la intención de pasar el verano limpiando y reorganizando el lugar. En el fondo, su interés principal pasa por estar un tiempo en familia tratando de reparar la tensa situación.

Pero pronto –muy pronto, la película es llamativamente breve– queda claro que las cosas no saldrán bien. Una llegada al lugar ya entrada la noche no es auspiciosa, perderse sin saber donde queda la entrada menos y un encuentro con un viejo vecino que no recuerda y de aspecto un tanto amenazante tampoco parece ser lo ideal. Pero lo peor sucede después, cuando una criatura extraña se cruza en su camino, la camioneta en la que viajan tiene un accidente y, de un modo impensado, Blake empieza a sentirse raro: las cosas se ven distinto, se sienten diferente, a su familia no se le entiende cuando habla y así. Whannell nos hace ver todo desde su perspectiva un tanto psicodélica en cuanto a imágenes y sonidos. Y si suponemos que el tipo no consumió ninguna droga rara, claramente le está sucediendo algo.

HOMBRE LOBO –cuyo protagonista, originalmente, iba a ser Ryan Gosling, pero al final el hombre se bajó del proyecto– se conforma, desde ese lugar, como un thriller en el que un padre cada vez más irreconocible, feral y «animalizado» debe intentar proteger a su familia de otra criatura igual o más peligrosa que él. Para Charlotte y Ginger, la situación es doble o triplemente tensa. Cuando recuperamos sus puntos de vista (y la película vuelve a verse y a escucharse desde una perspectiva humana), nos damos cuenta que ambas deben lidiar con la amenaza externa, la incomprensión de lo que le sucede a Blake y un lugar desolado e incomunicado del que no hay salida aparente. Desde esta perspectiva, la película se mantiene en ese limitado espacio físico poniendo en juego un drama familiar con el disfraz de película de monstruos.

Como sucedía en EL HOMBRE INVISIBLE Whannell juega con una tensión cercana a la violencia de género, pero en este caso Blake es un buen padre, preocupado por su familia y por la seguridad de su hija. ¿Seguirá siendo así una vez que empiece a cambiar de forma? ¿O ser esa bestia lo transformará en otra cosa? Hay inquietantes preguntas para hacerse con este planteo, pero pocas veces la película las mete en un formato inquietante. Uno puede entender que Whannell, entusiasmado con el suceso de su anterior film, se creyó un poco la imagen de «visionario» que el estudio Blumhouse le intentó crear, y tomó la decisión de construir un film de autor, más sufrido y doloroso que violento. Pero en cierto momento la película se queda sin mucho lugar al que ir, empantanada en su concepto. Y alguna supuesta sorpresa de guión tampoco logra que mejore la cosa.

No ayuda mucho que los maquillajes y aplicaciones prostéticas de las criaturas no sean del todo buenas ni que los bichos en sí parezcan empeorar y mejorar de aspecto un tanto caprichosamente. Abbott se torna irreconocible rápidamente y queda en el siempre intenso rostro de Garner –una actriz especializada en sacar fuerzas y coraje en situaciones de extremo peligro– ponerle a HOMBRE LOBO su arsenal emotivo. Pero por más esfuerzos que haga, la película no tiene mucho de donde agarrarse, ya que a la chica no le queda mucho más que enfrentarse a un zombie peludo que está más asombrado por lo que está viviendo que preocupado porque no sabe si atacar a un rival, si agredir o defender a su familia o si lo mejor será seguir masticándose sus propios brazos que parecen sabrosísimos.