
Estrenos: crítica de «Wicked», de John M. Chu
Esta primera parte de la adaptación al cine del musical homónimo se centra en la complicada amistad entre la bruja mala y la bruja buena de «El mago de Oz». Con Cynhtia Erivo y Ariana Grande.
Uno de los más grandes éxitos de Broadway de las últimas décadas –quizás, de toda su historia, con más de 20 años en escena–, la versión cinematográfica de WICKED va también camino a convertirse en uno de los musicales más taquilleros de la historia. De hecho, si se quitan los films animados y películas que no son estrictamente musicales como BOHEMIAN RHAPSODY, ya lo es. Ahora bien, ¿qué es WICKED y cómo llegó a transformarse en un suceso de tamaña repercusión, al menos en los Estados Unidos? Una suerte de precuela de EL MAGO DE OZ, la historia arranca en realidad con una novela, llamada Wicked: Memorias de una bruja mala, escrita por Gregory Maguire y publicada en 1995. En 2003 y muy modificada, la novela fue transformada por Stephen Schwartz y Winnie Holzman en el musical en cuestión. Y ahora llegó, alterada otra vez y dividida en dos partes (si bien el título no lo dice, este film es WICKED: PARTE UNO), al cine. Y volvió a triunfar.
¿Qué es lo que tiene esta historia que funciona muy bien en todos los formatos? En principio hay que tomar en cuenta un dato clave: EL MAGO DE OZ tiene una importancia y un peso en la cultura pop de los Estados Unidos que no tiene en otros países del mundo. Si bien la película de 1939 protagonizada por Judy Garland es un film canónico en la historia del cine mundial, en ese país se ha consolidado como un hito que ha sobrepasado por mucho lo estrictamente cinematográfico, al punto de tomarse como un referente e ícono por la cultura gay, abrazada por realizadores más surrealistas como David Lynch y por gente que, sin ser cinéfila, conoce a sus personajes y repite frases de la película («We’re not in Kansas anymore» o «There’s no place like home«) quizás sin saber que pertenecen a ella. Eso no sucede en la misma dimensión en el resto del mundo, lo que en cierto modo explica que si bien es la tercera película más vista del año en los Estados Unidos, es solo la duodécima fuera de ese país.

Por otro lado, el éxito del film se sostiene por la fama del musical en sí, que con más de 20 años en los escenarios se ha convertido en otro ícono que atraviesa varias generaciones, especialmente madres e hijas. Convertido por John M. Chu y equipo en una película aún más infantil, familiar y accesible, WICKED ha logrado trasladar la fórmula del éxito a la pantalla cinematográfica con una colorida adaptación pop que recupera la iconografía de OZ en un escenario y un marco narrativo que tiene mucho de la saga HARRY POTTER, algo de film animado, un toque de show de Las Vegas en vivo –o bien de un parque de diversiones– y que retiene bastante el espíritu del musical de escenarios. Larguísima (dura 160 minutos y es solo la primera parte) pero llevadera en cuanto a ritmo, con canciones que funcionan mejor si uno las conoce previamente (salvo una o dos, las demás no son particularmente memorables), WICKED conecta también porque inserta temáticas actuales en un universo a esta altura mitológico.
Protagonizada por Cynthia Erivo y Ariana Grande, WICKED intenta poner de pies a cabeza parte de la historia de EL MAGO DE OZ. Si bien acá Dorothy y Kansas brillan por su ausencia –otros personajes de esa película están o irán de a poco revelándose–, el film cuenta la historia de Elphaba Thropp (Erivo) y de cómo llegó a convertirse en la Malvada Bruja del Oeste a partir de las burlas, malos tratos y la discriminación tanto de familiares como de pares por haber nacido de color verde. La película pondrá el eje en su paso por la Universidad de Shiz (la parte más «Harry Potter» de todo el asunto), en su ambigua relación con Glinda (Grande) –la chica «popular» y manipuladora del colegio que crecería para convertirse en la Bruja Buena–, en sus intentos por controlar los poderes mágicos que posee y en una serie de hechos que la van, de una u otra manera, condenando al ostracismo primero y a la rebeldía después en el cada vez más dictatorial universo manejado por el «mítico» Mago de Oz (Jeff Goldblum).

La inversión, en cierto modo, de la fábula de Oz pasa por convertir a la villana de aquella película en la heroína de esta, cambiando el punto de vista y entendiendo que el lugar que la Bruja Mala ocupa en ese universo no es otra cosa que un relato, una construcción armada desde el poder como respuesta a ciertas conductas y decisiones de Elphaba, que la transformarán en algo así como un «enemigo público». También se la puede ver como la historia de una profecía autocumplida, de alguien que es tan humillado, maltratado y víctima de bullying que termina creando su identidad a partir de esa marginación y destrato. En la relación cambiante que tiene con Glinda queda en evidencia que la aceptación o no del otro marca, al menos hasta cierta etapa, el status de la chica en el mundillo de Oz. En un momento, sin embargo, tendrá que tomar decisiones personales que van más allá de eso.
Pese a tener una temática bastante más seria de lo que aparenta a primera vista –una que conecta con la actualidad de maneras quizás impensadas por el autor de la novela en 1995–, WICKED nunca deja de ser un musical accesible, colorido y esencialmente escénico, con cada performer actuando como si el espectador estuviera en la fila 35 (o en llamado «el gallinero«), una cantidad de efectos especiales que la hace casi tan animada como MOANA y canciones que se entremezclan con los diálogos en un estilo que remeda al musical clásico y que en realidad es más propio de la opera que de los nuevos formatos jukebox del género.
Dentro de una propuesta rimbombante por los cuatro costados, de constantes movimientos de cámaras y de elenco, y un tanto agotadora por lo excesiva –cuando las chicas arriban a la Ciudad Esmeralda uno tiene la sensación de estar entrando a un parque de diversiones tan estridente como estruendoso–, la que le da al film un ancla emocional es Erivo, quien logra un poco bajar a tierra todo ese circo de atracciones dándole algo así como una atisbo de verdad a sus padecimientos. No necesariamente alcanza para redimir por completo al caleidoscópico y atronador combo, pero sí para entender que bajo toda la pompa y el cotillón, hay algo así como seres humanos tratando de sobrevivir en un universo que es más hostil de lo que parece.