Series: reseña de «The Pitt», de R. Scott Gemmill (Max)

Series: reseña de «The Pitt», de R. Scott Gemmill (Max)

Esta serie médica se centra en una sala de emergencias de un hospital de Pittsburgh a lo largo de un solo día, con cada episodio transcurriendo en tiempo real. Con Noah Wyle y Fiona Dourif. Desde el 9 de enero, por Max.

Las series sobre médicos son un género en sí mismo, uno que tiene sus códigos, sus giros, sus tipos de personajes. La televisión tradicional solía tener muchas series sobre médicos, ya que es un trabajo que genera tensiones y emociones a diario, por lo que los protagonistas siempre tienen complicados desafíos que superar. Y más allá de los nervios y hasta el suspenso de cada caso o situación, el costado humano es siempre el principal motivador.

Desde que las plataformas sacaron del centro de atención a los tradicionales canales de televisión se dejó de hablar y hasta de hacer ese tipo de series. Es que se trata de un formato un poco más ligado a lo episódico, con casos y situaciones que se resuelven y en muchos casos se olvidan, y ese no es el modelo que buscan la mayoría de las series de hoy, que piensan primero en crear arcos narrativos largos y hasta una mitología de varias temporadas para recién después ocuparse de cada giro específico de la trama. Es un tipo de serie que, por lo general, responde más al modelo antiguo del episodio suelto, que se podía ver sin obligación de seguir la temporada un orden estricto y numérico.

Las series sobre médicos y hospitales han regresado en esta temporada, pero en la llamada TV abierta: BRILLIANT MINDS, ST. DENIS MEDICAL, DOCTOR ODISSEY y DOC son algunos de los shows que han vuelto a poner en conversación el formato. Todas ellas son, de vuelta, de los llamados «canales de aire», salvo una: THE PITT, que llega el 9 de enero por Max. De todas estas series, es la más conectada a la «Edad de Oro» de los dramas médicos, ya que tiene un estilo bastante similar a la clásica ER. No solo por tener como protagonista a Noah Wyle –la estrella que más años duró en esa serie de la que también surgió George Clooney– sino por transcurrir casi en su totalidad, como aquella, en la sala de emergencias de un gran hospital.

THE PITT transcurre en Pittsburgh. O, más específicamente en el Pittsburgh Trauma Medical Center, donde seguimos a los médicos, enfermeras, pasantes, pacientes y familiares de personas que son atendidas de urgencia. La diferencia principal de THE PITT con las demás es que su formato es muy específico, casi un juego de malabarismo narrativo: a lo largo de los 15 episodios que dura la temporada solo se cuenta lo que sucede en un día de trabajo. Cada episodio se ocupa de una hora y está narrado en un tiempo que se aproxima al real, arrancando a las 7 de la mañana con la llegada del Dr. Michael “Robby” Robinavitch (Wyle), el doctor encargado de urgencias, para luego seguirlo en su trabajo junto a su equipo a lo largo de un intensísimo día laboral.

Ese esquema propio de series de acción como 24 se ajusta a las tensiones, nerviosismo y urgencia de una sala de este tipo. En THE PITT lo que vemos es un hospital repleto de pacientes esperando ser atendidos, con menos personal y menos camas de las que necesitan, y con sus profesionales corriendo de un lado a otro para cubrir las necesidades, pedidos y reclamos. A tal punto es así que en uno de los momentos cómicos de la serie –que los tiene–, «Robby» quiere ir al baño a orinar y nunca puede hacerlo. Y no es el único que vive así, tironeado.

Creada por el experimentado John Wells y otros veteranos de ER, la serie integra una docena o más de personajes en un ritmo que es frenético pero a la vez lo suficientemente claro como para delinear, al menos en lo básico, a cada uno de ellos. Todo esto, claro, sin contar a los casos que entran, salen o se apilan en cada hora de relato, algunos de un modo pasajero y otros con consecuencias a mediano o largo plazo. No hay nada sorprendente ni original aquí –cualquiera que haya visto HOUSE, GREY’S ANATOMY o alguna otra serie médica, podrá suponer mucho de lo que sucederá, tanto con los pacientes como con las tipologías de los profesionales–, pero por lo general está bien ejecutado, con precisión y sensibilidad.

El equipo de Robby lo integran, entre otros, la doctora Collins (Tracy Ifeachor), que está embarazada pero nadie lo sabe; la Dra. Mohan (Supriya Ganesh), que es muy amable con los pacientes pero criticada por tomarse demasiado tiempo en cada caso; el efectivo pero un tanto pedante Dr. Langdon (Patrick Ball); la muy amable Dra. McKay (Fiona Dourif), que tiene una historia personal complicada, y un grupo de enfermeras muy atentas pero que también tienen lo suyo. A ellos hay que sumarle a los internos, pasantes y estudiantes, un grupo heterogéneo que se vuelve central con el paso de los episodios, y que incluye al abrumado Whitaker (Gerran Howell), a la nerviosa King (Taylor Dearden), a la más confiada y un tanto agresiva Santos (Isa Briones) y a la «conectada» y siempre preocupada Javadi (Shabana Azeez).

Como si esto no fuera suficiente, media docena o más de casos se suman por episodio, muchos de los cuales parecen sencillos de entrada pero se vuelven inesperadamente difíciles, un recurso que la serie utiliza con demasiada frecuencia, volviéndolo previsible. Ancianos, jóvenes, accidentes, gente sin hogar, sobredosis, víctimas de violencia doméstica, casos de alcoholismo, pacientes con familiares agresivos y algunos que mienten para ingresar, entre otros, se apilan en un continuo que no siempre se resuelve, por el propio formato horario de la serie, en un episodio sino que en muchos casos se extienden durante varios. Eso sí, convendría no detenerse demasiado a pensar lo excesivo que es que tantas cosas y cambios sucedan a lo largo de una sola jornada que se parece más bien a varios meses.

Es la clásica serie que funcionará mejor con las personas que disfrutan o por algún motivo –que, en lo personal, me cuesta entender– necesitan ver continuas y angustiantes situaciones hospitalarias, muchas de las cuales son bastante gráficas en lo que respecta a las intervenciones que los médicos tienen que hacer. Si a eso se le suma el drama personal de gran parte de los médicos y pacientes, no hay duda que estamos ante una serie de alta densidad dramática. No es siempre fácil ni agradable de ver, pero está hecha con la misma eficiencia y profesionalidad que uno espera de los médicos de un hospital así. En ese sentido, THE PITT cumple con lo que promete. Dependerá después del espectador cuánto tiempo tiene ganas de pasarse adentro de un hospital.