Estrenos: crítica de «Capitán América: un nuevo mundo» («Captain America: Brave New World»), de Julius Onah

Estrenos: crítica de «Capitán América: un nuevo mundo» («Captain America: Brave New World»), de Julius Onah

por - cine, Críticas, Estrenos
12 Feb, 2025 04:32 | Sin comentarios

Tras la elección de un nuevo presidente de los Estados Unidos, Sam Wilson se encuentra en el centro de un incidente internacional y debe trabajar para detener a sus verdaderos autores. Con Anthony Mackie, Harrison Ford, Shira Haas y Giancarlo Esposito. Estreno: jueves 14 de febrero.

Hace años que se viene hablando del concepto de «fatiga» cuando se menciona el tema superhéroes. ¿Cuántas películas se pueden hacer con similar formato por más nuevos personajes, historias y aventuras que se mezclen? ¿No hay un punto en que todas se igualan, se achatan, se parecen entre sí? Si uno juzga por el lado de los cómics podría decir que no es así, que los superhéroes vienen sobreviviendo bastante bien hace casi un siglo, más allá de picos y bajas, de mejores y peores momentos. ¿Por qué, entonces, da la impresión que el cine no tiene ese margen, esa posibilidad?

Viendo la nueva película de Marvel, CAPITAN AMERICA: BRAVE NEW WORLD, se me ocurren algunas ideas para pensar a qué se debe esa fatiga. Las historias de largo alcance –como lo son, a su modo, las interconectadas sagas de superhéroes– tienen como objetivo un público fiel, que nació o se fue volviendo cautivo, que hizo del tema algo así como un modo de vida, como un acompañante terapéutico. Como pasa también en las telenovelas, las películas que siguen a una misma serie de personajes a lo largo de 15 o 20 años requieren de un espectador muy entusiasmado u obsesivo. Pero estas películas buscan un público masivo, generalista, que quiere entretenerse viendo un relato de acción y suspenso, sin necesidad de tener el manual del MCU bajo el brazo. Quizás el fan –en su detallista interés– no sienta esa fatiga, pero el resto del mundo sí. Y estas películas se ofrecen para todos por igual.

No hay saga que sobreviva bien 20 o 30 años, ni las de terror ni las de la mafia. Ni las series ni las estrellas pop mantienen el interés del público bien arriba décadas y décadas. Mi sensación es que con el MCU pasa eso. Es esa banda de rock que edita su decimoquinto disco y ya es imposible que los temas no suenen todos un poco parecidos a otros, que más allá de tal cambio musical o tal variante estilística (el disco acústico, en vivo, con orquesta sinfónica), al fin y al cabo todo se vuelva reiterativo y cansino. Y así, gran parte de la gente deja de escuchar esas bandas y pasa a otras. Nadie quiere escuchar el tema o el disco nuevo de su banda favorita de la adolescencia: quiere los clásicos o pasar a otra cosa. Salvo los fanáticos. Como pasa con los superhéroes, ellos seguirán ahí, viendo cada película, escuchando cada disco, analizando cada detalle. Para todos los demás, bienvenidos a la fatiga.

Más que introducción estos párrafos podrían ser mi crítica de la nueva y cuarta película de CAPITAN AMERICA, parte importante del MCU. ¿Es buena? ¿Es mala? No sé. Es anodina. Camina, avanza. Hay conflictos, peleas, otros conflictos, nuevas peleas. Alguna sorpresa, más peleas. Algún personaje nuevo, un chiste simpático y otra pelea. Podría ser eternamente así y nada pasaría. De hecho, lo es. ¿Hay problemas graves, errores garrafales? No, nos lo hay. Quizás algún personaje falle, los diálogos sean pura exposición, el villano no sea el colmo de lo interesante o haya una cantidad de referencias a películas y series previas que dejen afuera a muchos, pero pasarán inadvertidos para la mayoría. Dirigida con profesional inercia por un tal Julius Onah, la película no va a salvar a Marvel y seguramente tampoco lo hundirá. Deberá hacerle reflexionar a sus creativos, eso sí, sobre nuevos caminos a tomar.

De hecho, un poco de eso trata la película. Sam Wilson (Anthony Mackie) tiene que colaborar con el nuevo presidente estadounidense, Thaddeus Ross (Harrison Ford, reemplazando a William Hurt que hizo este personaje en EL INCREIBLE HULK), un tipo que tiene un pasado bastante oscuro pero dice estar cambiado, mejor. La colaboración en cuestión está ligada al uso de los minerales surgidos de la masa celestial que existe en el Océano Indico (los que conocen lo que hay detrás de eso sabrán de qué hablo, los demás deberán ver ETERNALS) que pueden alterar la economía del mundo aún más que el vibranium de Wakanda. Y como muchos países pelean por eso (acá aparece, algo raro, Japón como potencial enemigo), la cosa se pone complicada. Y más cuando Sam descubre que alguien está manipulando la mente de personas –como su viejo amigo y ex Capitán América Isaiah Bradley (Carl Lumbley)–, haciéndolos actuar de maneras irracionales y violentas.

La misión pondrá al Capitán y al Presidente a trabajar más o menos juntos –no es nada fácil y se pelean muy rápidamente– y a varios grupos a tratar de evitar una nueva guerra mundial, mientras corren las acusaciones y aparecen personajes siniestros como Sidewinder (Giancarlo Esposito) y Samuel Sterns (Tim Blake Nelson, otro más que vuelve de la HULK de 2008), y otros que no tienen muy en claro si ponerse del lado de uno u otro, como la ex viuda negra Ruth Bat-Seraph (la actriz israelí de POCO ORTODOXA, Shira Haas). A Sam lo acompañará, de vez en cuando, el nuevo Falcon (Danny Ramírez), y habrá algunos cameos y guiños a la serie y otras perlitas de la compañía.

Por suerte CAPITAN AMERICA: UN MUNDO NUEVO, haciendo honor al estilo más directo de esta línea del MCU, no se pasa de rosca con los efectos especiales ni con multiversos ni otros de esos giros polirrubro de una empresa que ya abrió sucursales en todos los planetas y en todas las líneas de tiempo posibles así el negocio nunca se le acaba. En su modo obtuso pero conciso (dura menos de dos horas, un milagro), la película se presenta más que nada como un thriller de acción y suspenso, sin intentos de «inventar la pólvora» en un subgénero en el que no parece quedar ya mucho por inventar.

Tendrá su gracia ver al veterano Ford metido en algunos asuntos de corte épico (antes de ser tomado por el CGI, como la versión Donald Trump de un clásico personaje que no nombraré) y, como siempre, habrá un planteo a futuro que invita al reinicio de otra fase de la embestida comercial de Marvel, la que todos los fans seguramente ya conocen. Mi impresión es que, de no mediar un giro llamativo o un milagro cinematográfico, será muy difícil insuflar de nueva vida al formato. Lo que vemos se parece mucho a una larga gira de despedida, de esas que no terminan nunca.