Estrenos online: crítica de «Broken Rage», de Takeshi Kitano (Amazon Prime Video)

Estrenos online: crítica de «Broken Rage», de Takeshi Kitano (Amazon Prime Video)

En esta película de gángsters del realizador y actor japonés se cuenta dos veces la misma historia: la primera como drama y la segunda como comedia. Estreno de Prime Video.

Un simpático ejercicio sobre los géneros en el cine, la nueva película del realizador y actor japonés Takeshi Kitano cuenta dos veces una misma historia. Primero, en forma de policial de gangsters y luego en forma de farsa cómica. Con una duración que apenas supera la hora, BROKEN RAGE casi funciona como un (doble) sketch televisivo en el que una misma trama va avanzando de manera relativamente similar, solo que la primera vez siguiendo rigurosamente los códigos del cine de acción asiático tradicional y, luego, en versión paródica, con un humor que responde a los bastante absurdos –y menos internacionalmente conocidos– parámetros de la comedia japonesa.

El resultado es más curioso que genial pero siempre es atractivo y muy simpático, especialmente cuando la versión cómica de la historia empieza a cobrar vida propia y a pasarse cada vez más de rosca. Los fanáticos del cine de gangsters (o yakuzas) del director de FLORES DE FUEGO y VIOLENT COP seguramente preferirán la primera parte –o se quedarán frustrados al ver que se corta a la media hora–, pero si uno tiene la paciencia de reacomodarse a la propuesta cuando el propio actor empieza a parodiarla, de a poco el tono zumbón de la segunda parte terminará por convencer por el lado del absurdo.

La trama es simple y clásica. Kitano interpreta a Mouse, un vecino callado que vive en un departamento común de un gran complejo edilicio de Tokio y viste como un jubilado más de la zona. El hombre va a un café y el mozo que lo atiende le da un sobre de un tal M. El mozo le pregunta quién le manda esas cartas y Mouse responde que no sabe, pero es mentira. Al abrirlo en su departamento lo que hay allí es una misión para asesinar a alguien. Y acto seguido reaparece Mouse –ya con un look más clásico de Kitano, con saco, camisa y gafas negras– yendo a cumplir su misión con la eficiencia y celeridad acostumbrada.

Hace lo mismo un par de veces hasta que es detenido por la policía. Allí le ofrecen un arreglo para salir libre del cargo: infiltrarse en una banda de gángsters traficantes para poder detenerlos. Y esa será la misión que deberá tratar de cumplir con su particular estilo. Ese segmento llama la atención por su simpleza (todo está resuelto velozmente, como si no hubiera necesidad de complicaciones ni vueltas de tuerca de la trama) y, al concluir con un cartel que dice «Spin-off», uno empieza a entender la lógica. A la media hora de film, volverá a empezar todo otra vez, solo que aquí Mouse será un tipo torpe que se golpea con todo lo que se encuentra, que no resuelve bien ninguna misión y que no parece tener mucha idea de lo que está haciendo.

BROKEN RAGE se vuelve más delirante cuando empieza a incluir algunas ideas visuales y narrativas extravagantes, como es el caso de ciertas interrupciones «meta» al relato o cuando la parodia se vuelve tan absurda que ya deja de imitar paso a paso la primera parte para alcanzar niveles más directamente ridículos. En algún sentido, la película es un relato autoparódico en el que Kitano se burla de sí mismo y, especialmente, de esa supuestamente seca y controlada eficacia de sus personajes mafiosos. Si uno lo mira con otros ojos, parece decir el film, las cosas son más caóticas.

En ninguno de los dos casos se apuesta al realismo. Uno podrá estar acostumbrado a los films de gángsters del cine japonés, pero es una construcción genérica como cualquier otra. Y en la segunda parte se apuesta a desmontar esa lógica por la vía del absurdo. Es un humor, convengamos, bastante particular y uno al que el público occidental no está tan acostumbrado –es más físico y ridículo, tiene más de sketch televisivo que de parodia tradicional–, pero sirve para poner patas para arriba la historia y para desmontar su supuesta seriedad.

Es probable que uno siga prefiriendo, de todos modos, los clásicos films de yakuza del cine japonés y de Kitano en particular, pero como «divertimento», como juego de espejos deformantes, BROKEN RAGE funciona. Después de todo, uno no espera que un gángster se viva cayendo de las sillas en las que se sienta, se equivoque de víctima o salga corriendo en calzoncillos después de un asesinato. Salvo que sea Kitano y entonces sí, entonces todo –o casi todo– vale.