Estrenos online: crítica de «Pieza por pieza» («Piece by Piece»), de Morgan Neville (Claro Video, Flow, YouTube)

Estrenos online: crítica de «Pieza por pieza» («Piece by Piece»), de Morgan Neville (Claro Video, Flow, YouTube)

Este original documental hecho con Legos cuenta la historia del músico, cantante y productor Pharrell Williams. En Claro Video, Flow, YouTube y otras plataformas de alquiler.

Estrenada más o menos para la misma fecha que BETTER MAN –la biografía de Robbie Williams en la que el cantante es interpretado por un simio digital–, PIEZA POR PIEZA parece ser la comprobación de que los directores de biopics de músicos están tratando de buscarle la vuelta a un género que siempre está al borde de caer en la más banal de las convenciones. Una biografía de Pharrell Williams hecha con Legos animados, PIECE BY PIECE cuenta como un mashup entre documental de animación y ficción biográfica. Original desde la puesta en escena, pero en extremo tradicional en cuanto a su propuesta narrativa, la película es equiparable a la música del productor y cantante: diferente en apariencia a lo que se espera pero finalmente más accesible y común de lo que en principio parece.

Es que Williams, nacido en Virginia Beach, nunca se ubicó en los roles predecibles de muchos artistas de la música negra contemporánea. Demasiado pop para el hip-hop, demasiado nerd para el estilo de rap más callejero de los años ’90 en los que creció, Pharrell pasó mucho tiempo hasta encontrar un nicho musical que aceptara su manera especial de hacer las cosas. Lo suyo siempre fue un crossover entre pop y hip-hop que, si bien ahora es moneda corriente, no lo era tanto entonces. Lo que PIECE BY PIECE hace es ir contando sus inicios, comenzando con su infancia, su amistad con Chad Hugo (el otro miembro de The Neptunes, el combo de productores con el que se hizo inicialmente famoso) y los años y esfuerzos que le demandó que su música se escuchara.

De ahí en adelante, la película mostrará sus éxitos como productor de cientos de canciones (durante la década del 2000 era omnipresente, produciendo canciones para Madonna, Jay Z, Justin Timberlake, No Doubt, Snoop Dogg y muchos más), su crecimiento exponencial, sus ideas más bizarras, su crisis personal y su regreso, ya en los 2010, con canciones como Happy y las que hizo para el álbum de Daft Punk, Random Access Memories, entre otras. Habrá testimonios (en Legos también) de decenas de músicos que trabajaron con él, de su esposa, sus colegas y familiares. Y, en algo que permite el formato, se reconstruirán muchas escenas de su juventud de una manera, si se quiere, entre lúdica y poética.

Quizás eso sea lo más interesante que tiene la propuesta para mostrar. Un documental, habitualmente, se apoya en materiales preexistentes para crear su universo y solo puede mostrar escenas íntimas del pasado mediante reconstrucciones ficcionales. En el caso de Pharrell, como gran parte de su trabajo es detrás de escena (produce, graba y hace videoclips, pero hasta cierta etapa no fue un artista de shows, sino más bien uno de backstage), hace falta reconstruir buena parte del pasado. Y los Legos funcionan muy bien para eso. Y lo mismo para darle ese tono entre colorido y un tanto excéntrico que tiene buena parte de su música.

El formato falla en lo que tiene que ver con lo personal. Si bien él y otros colegas cuentan historias íntimas y se los escucha emocionados –uno asume que las voces provienen de entrevistas reales y no de un texto guionado leído frente a un micrófono en estudios–, esas emociones no se trasladan del todo bien a los Legos. Y la otra debilidad, en realidad, no pasa por el formato animado sino por no aprovecharlo lo suficiente. Es que si uno le saca ese detalle y el colorido universo que propone, la historia se ofrece de la manera más tradicional posible, de un modo no muy distinto a los cientos de documentales sobre solistas y bandas de rock que circulan en distintas plataformas.

PIEZA POR PIEZA captura, de todas maneras, algo del espíritu lúdico de la música de Williams, su poptimismo a ultranza, aún en el formato más rapero. Crea ese universo colorido y maleable que tiene mucho que ver con su música (de hecho, los beats son representados por pequeñas piezas multicolores que saltan y bailan) y genera una sonrisa al espectador similar a la que producen muchas de sus canciones. Si no va más allá de eso (salvo en el caso de una canción de Kendrick Lamar) es porque el universo de Pharrell pasa más que nada por ahí: por transmitir amabilidad, color y espíritu juguetón. Puede no ser mucho, pero en estas épocas sirve para sentirse un poco más acompañado.