
Estrenos online: crítica de «Un error mortal» («A Mistake»), de Christine Jeffs (Flow, Claro Video, Movistar TV)
Una doctora tiene que lidiar con las consecuencias de una operación problemática que terminó con la muerte de una paciente en un hospital de Nueva Zelanda. Con Elizabeth Banks.
Un drama humano sobre ética médica que tiene algo de profundo análisis de un dilema profesional pero también muchos elementos de «película televisiva», A MISTAKE se centra en las profundas consecuencias que tiene, para una cirujana neocelandesa, un error en la mesa de operaciones. La película escrita y dirigida por Christine Jeffs –su primera en 16 años– tiene como protagonista a Elizabeth Banks en el papel de una mujer cuya carrera y vida empiezan a desmoronarse cuando una mujer muere, posiblemente, a partir de un accidente de su equipo.
La Dra. Elizabeth Taylor (sí, se llama igual que la famosa actriz) es una reconocida cirujana de un hospital de Auckland a la que despiertan para una operación de urgencia. Se trata de una chica llamada Lisa que tiene severos dolores abdominales a la que la doctora decide intervenir con laparoscopía y descubre allí una importante infección. En medio del proceso le cede una parte del procedimiento a su asistente –un joven con poca experiencia llamado Richard (Richard Crouchley)– y a la paciente se le rompe una arteria. Taylor logra contener el problema mediante una cirugía más profunda y la chica, en principio, sale bien. Pero a la noche tiene un ataque cardíaco y muere en terapia intensiva.
Elizabeth entiende que no fue el error de su asistente el que causó la muerte sino que la infección ya era tan severa que había ínfimas posibilidades de salvarla. Y así se lo comunica a los padres, shockeados por la noticia, quienes pensaban que la hija había entrado con algo tipo apendicitis. La explicación es coherente pero un tanto fría. Y además ella deja entrever que hubo un error en la sala de operación. Es por eso que los padres empiezan una campaña para saber la verdad y para «escrachar» públicamente a la doctora y al hospital. Y tanto Elizabeth como Richard tienen que lidiar con las consecuencias tanto personales como las ligadas a la presión pública, mediática y hasta del propio hospital que quiere lavarse las manos del asunto.

UN ERROR MORTAL arranca de una manera cruda y dura –los primeros diez minutos son un baño de sangre difícil de ver–, pero luego se acomoda a un formato más accesible. Por un lado, como una serie de debates sobre el tema de la responsabilidad, la comunicación, la empatía, el sostenimiento emocional y sobre cómo se informan este tipo de accidentadas situaciones. Y, por otro, siguiendo a Banks (con un look muy diferente al usual) en sus pasos cada vez más erráticos a posteriori de los hechos. Es que lo que empieza como un incidente menor llega al punto de poner su carrera en riesgo.
La película trabaja con serenidad y severidad los temas ligados a la responsabilidad y la ética médica pero se complica más cuando tiene que lidiar con los personajes que rodean a la protagonista, presentados de una manera muy arquetípica, casi como villanos de un thriller convencional. Sus dos superiores ocupan ese rol –son los maquiavélicos burócratas que solo piensan en el dinero de un modo grotescamente cínico– y lo hacen de un modo que remite a un cine de «buenos y malos» y de oposiciones fáciles. Y algo parecido pasa con su novia, que trabaja con ella en el hospital, y con su hermana. La acumulación de problemas con los que debe lidiar la doctora –hay varios más aparte de los citados– se sienten demasiado forzados por el guión.
De todos modos, más allá de sus debilidades, este drama médico pone en juego un tema complicado ligado a qué sucede cuando una operación sale mal y cuando hay un error humano que puede tener que ver con lo que pasó. En la mayoría de los casos no es sencillo aplicar culpas o aplicar responsabilidades, pero todos los que atraviesan una situación así saben que tampoco es fácil tomar una noticia de ese tipo y no querer buscar culpables. La complejidad de una intervención quirúrgica no se lleva nada bien con la forma actual de dar a conocer las noticias –mediante redes sociales o medios sensacionalistas que no logran captar las ambigüedades del asunto– y eso termina por agravar cada vez más el hecho. Y al final, todos pierden.